ESPECTáCULOS › “CASADOS CON HIJOS”
Los Argento, otro modelo de familia
Desde esta noche, Guillermo Francella y Florencia Peña le pondrán el cuerpo al segundo experimento local con el formato sitcom, un grupo disfuncional caído en desgracia y caracterizado por su honestidad brutal.
Por Emanuel Respighi
A diferencia de lo que suele percibirse en otras grabaciones, en el set no hay mucho lugar para bromas ni charlas livianas. Como en juego del Don Pirulero, aquí cada cual atiende su juego, tal vez con una sorpresiva concentración para el medio. A un costado, Guillermo Francella repasa su texto con anteojos puestos, pero sin los mohínes que develará durante la grabación; en otro, Florencia Peña hace lo mismo sólo que ayudada por un yogur y una suculenta porción de tostadas con queso blanco. Entre ellos, un camarógrafo ensaya una y otra vez un travelling que, una vez confirmada su complejidad por choques y tropiezos múltiples, se desiste de llevarlo a cabo. Mientras tanto, detrás del decorado, la docena de personas que conforma la claque practica cada una de las risotadas que acompañará la próxima escena. Tal es el clima que se vive en la grabación de Casados con hijos, la adaptación local de la serie estadounidense Married with Children, que Telefé estrena esta noche a las 22, aunque por esas extrañas razones de la guerra de los canales irá de lunes a jueves.
Continuando con el fenómeno inaugurado el año pasado por La niñera, Telefé vuelve a incursionar en el género sitcom (comedia de situaciones) de la mano de otra coproducción con Sony Pictures Television. En este segundo paso de la alianza –que en breve tendrá un tercero con la llegada de ¿Quién es el jefe?–, la elección recayó en una serie que dio que hablar en los Estados Unidos a fines de los ‘80, por la acidez y el sarcasmo con el que retrataba la institución familiar. Estrenada por Fox en 1987, aunque el resto del mundo la conoció a través de Sony, hay quienes sostienen que Married with Children fue la musa inspiradora para que Matt Groening pergeñara Los Simpson, la familia amarilla de Springfield.
La versión argentina de Married with Children –a cargo de Axel Kutchevasky y Diego Alarcón– cuenta la historia de una familia disfuncional argentina de clase media, caída en desgracia, que trata de sobreponerse con lo poco que tienen a las dificultades que le depara la sociedad. Problemas que no sólo tendrán relación directa con el complejo entorno socioeconómico de estas pampas sino fundamentalmente con el hartazgo y el agobio que cada uno de los miembros de la familia Argento tiene para con los demás. “Se trata de una comedia de carcajadas: cada 15 segundos hay no un gag sino escenas íntegras muy graciosas. Se maneja mucho la ironía y el sarcasmo. Es un programa de humor distinto del que suele verse en la TV argentina: acá no gritan todos todo el tiempo”, dispara Francella en un alto de la grabación.
La familia Argento está integrada por Pepe (Francella), Moni (Peña) y sus dos hijos adolescentes: Paola (Luisana Lopilato) y Coqui (Darío Lopilato). A ellos se les suma Dardo (Marcelo De Bellis) y María Elena Fuseneco (Erica Rivas), una pareja diametralmente opuesta a los Argento, pero que siempre se ve involucrada en las excentricidades y problemas a los que la exponen sus vecinos. Los Argento tienen una característica vital: nadie soporta a nadie. Y un arma filosa, que sorprende –y paulatinamente contaminará– a sus vegetarianos vecinos: una honestidad brutal para decir lo que cada uno piensa. “Si bien La niñera –diferencia Peña– tenía un elemento de transgresión en el personaje de Flor, porque era la antiniñera y antimadre, todo era desde un lugar muy naïf. Casados con hijos, en cambio, tiene un tono de humor más cercano a Los Simpson o a Shrek, aunque aquí se le bajó un poco el tono.”
–Resulta paradójico que el canal que históricamente estaba emparentado con los valores familiares ponga una serie muy crítica en ese sentido...
Florencia Peña: –Sí, porque la serie tiene un humor directo, pero con una temática adulta. Creo que acá nunca se hizo una comedia así: en la TV nacional nadie se mete con los valores familiares. Somos el país de la familia Ingalls. Creo que era hora de cambiar. Es una apuesta poner un ciclo en el que el valor familiar está absolutamente degradado y puesto en discusión.
No hay que observar detalladamente el set para percibir cierto olor a viejo: el juego de viejos sillones de estampado de flores de colores, junto a pesadas cortinas al tono, se combinan con el trajecito floreado de Moni Argento. Y, a decir verdad, tampoco desentona con la camisa a rayas gruesas de Pepe, de profesión vendedor de zapatos. Todo es muy ochentoso. ¿Qué pasa? ¿La TV argentina ya no tiene más ideas innovadoras que adapta series extranjeras? La actriz con mayor experiencia en la sitcom responde la pregunta, ante tanta adaptación dando vueltas. “Yo creo –dice– que toda la vida se han robado ideas de afuera; la diferencia es que ahora se legalizan. No voy a dar nombres, pero hay infinidad de productores que presentan como propias ideas de otros.”
Cada una de las escenas se ensaya una vez antes de grabarse. A diferencia de los programas de humor argentinos, la sitcom casi que no da lugar para la improvisación, y cada una de las partes debe encajar aceitadamente para no perder el ritmo. Incluso las risotadas de la claque, cuando el director Ricardo Genovese mueve los brazos y manos cual director de la Filarmónica. Las risas y los aplausos –recursos a los que el público argentino tuvo que acostumbrarse en los últimos años– cumplen una función esencial en la sitcom, para remarcar gags, tapar silencios e incentivar las carcajadas de los televidentes. “En Casados con hijos, la claque es el séptimo personaje”, dispara Francella.
–Usted posee una extensa trayectoria en el humor televisivo. ¿Le costó abordar el nuevo lenguaje que propone la sitcom?
Guillermo Francella: –No tuve ninguna dificultad, gracias a Dios. La serie tiene una estructura muy buena, por lo que hay que ser más precisos que cuando hacemos nuestros propios programas de humor. Tiene muy buenos diálogos. Muchas veces los actores, sobre todo en el humor, tenemos esa costumbre de aderezar los diálogos. Acá eso no tiene sentido. Los libros están tan bien escritos que cualquier cosa que agregues no va a sumar sino que va a restar lo escrito.
–¿O sea que en Casados con hijos el público verá un Francella más atado al guión, menos cómplice con el espectador?
–No, porque la serie está tan bien hecha que pareciera que estuviera improvisando, pero sin embargo estoy diciendo la letra tal cual es. Le encontramos una vuelta donde no pierdo nada de lo que me gusta hacer y, a la vez, seguir la letra en forma literal, sin agregar una coma. Eso me ayuda mucho como actor, porque cuando estás parapetado detrás de un gran texto todo se hace más sencillo, no tenés que hacer ningún recurso extra. Aunque en realidad estoy diciendo taxativamente el texto escrito, lo fabuloso es que en pantalla da como que estoy con suma libertad. Pero nada de eso pasa.