ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON ALEJANDRA FLECHNER,
QUE PROTAGONIZA “EL METODO GRöNHOLM”
“Yo no compito como una salvaje”
Actúa junto a Gabriel Goity, Martín Seefeld y Jorge Suárez en El método Grönholm, dirigida por Daniel Veronese. La obra indaga sobre feroces competencias laborales. También participa, como actriz y adaptadora, de la película Adiós, querida luna, del realizador Fernando Spiner.
Por Hilda Cabrera
“El mío es uno de esos personajes que va con el cuchillo entre los dientes cuando le toca competir por un puesto”, anticipa Alejandra Flechner a propósito de Mercedes, la única mujer de un grupo de cuatro candidatos que aspiran a un cargo superior en una multinacional. En ese clima se desarrolla El método Grönholm, especie de ratonera de lujo donde los postulantes harán lo imposible para obtener el codiciado empleo. El título pensado para esta obra fue en principio Selección natural, pero luego su autor, el barcelonés Jordi Galcerán, contó haber optado por un nombre “raro”. De modo que, deseándolo o no, introdujo una pregunta. ¿Qué o quién es Grönholm? Se sabe que así se apellida un famoso piloto finlandés de rally, pero, según parece, no existe relación con nada ni con nadie, salvo que quiera asociárselo a un deportista, a la tenacidad y el deseo de triunfar. De todas formas, no es una victoria lo que describe el autor en esta obra que acaba de estrenarse en la Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660). Flechner acierta en cambio al decir que se trata de “un ensayo sobre la crueldad” y mencionar un comentario del mismo Galcerán sobre el material que ha inspirado esta propuesta: unas anotaciones xenofóbicas, machistas y groseras que el encargado de seleccionar cajeras para un supermercado arrojó a un cesto y alguien rescató. Esas anotaciones, más ciertas pruebas que deben sortear los aspirantes a determinados empleos, constituyen el punto de partida de las experiencias límite que va develando El método... En cuanto a la versión local, Betty Couceiro se encargó de la adaptación y Daniel Veronese, de la puesta y dirección. Este autor, dramaturgista y cofundador del celebrado El Periférico de Objetos aporta acaso un cariz más lacerante a la ya agresiva actitud de los personajes en competencia, protagonizados por Flechner, Gabriel Goity, Jorge Suárez y Martín Seefeld.
Debutante en la década del ’80, Flechner fue una de las creadoras de Gambas al Ajillo, grupo que integró junto a María José Gabin, Verónica Llinás y Laura Market. Actriz de teatro, televisión y cine (Lo que vendrá, Cien veces no debo, Sammy y yo y Yepeto, entre otras películas), se atrevió al libreto y a los guiones: participó junto al actor Alejandro Urdapilleta en la adaptación de Adiós, querida luna, del realizador Fernando Spiner, película basada en un texto teatral de Sergio Bizzio (ver recuadro). “Actores y actrices estamos buscando siempre la manera de decir algo propio, de colarnos en los textos de los autores”, confiesa la actriz, en diálogo con Página/12.
–¿Compitió alguna vez de manera salvaje, como los postulantes de El método...?
–No tengo temperamento para eso. Lo que sí tengo es la certeza de que puedo vencer una dificultad, que no es la que me ponen otros sino yo misma. No sirvo para cortar cabezas, pero sé que deseando mucho un trabajo puedo llegar a encontrar el camino para obtenerlo.
–¿Qué opinión tiene de los castings?
–Cuando me inicié en esta profesión huía de los castings. Me abochornan, y no sé qué hacer. Ahora no los necesito: me convocan directamente. Audicionar es otra cosa. Es común en la preparación de los musicales. Es un arranque dentro de nuestra actividad. Aquí, en El método..., es diferente. Estos son ejecutivos de alto nivel que pretenden todavía más. Que sean tres hombres y una mujer tampoco es un detalle menor en la obra.
–En otro trabajo de Galcerán, Palabras encadenadas, presentado en el Teatro Cervantes, no existía diferencia de género cuando se quería mostrar fiereza...
–Y en esta obra tampoco. Por eso digo que es un ensayo sobre la crueldad y de él participan tanto el hombre como la mujer. El humor, aunque provoque carcajadas, está aquí muy teñido de cinismo. Esa violencia encubierta, esa falsedad es también la que encontramos en el trabajo, en la calle...
–¿Existe un punto de contacto entre este humor y el habitual en los autores locales de comedia?
–No. Y lo distinto está en el texto, pero también en la dirección de Daniel Veronese. El se aparta del humor tipo comedia. Aquí no trabajamos sobre el chiste. La comicidad tampoco “está escrita”, sino que es generada por las mismas situaciones jugadas a fondo por los personajes. Mercedes es quizá la menos cómica, y eso es bueno para mí, porque no es un deber hacer de graciosa todo el tiempo.
–Una característica de Palabras encadenadas era el suspenso. ¿De dónde surge en este caso el suspenso? ¿De la necesidad de competir?
–Y de las estrategias que utilizan estos personajes, que son muy cerebrales y controlan muy bien su agresividad. Esta gente no es de la que se agarra a piñas.
–¿Cómo es actuar en teatro y en televisión?
–En teatro llega un momento en que una no sabe qué está haciendo, pero se entrega de pies y manos. A mí me pasa que a veces me siento perdida. De pronto creo haber descubierto algo y casi inmediatamente pienso lo contrario. Por eso a una la enferma trabajar en una obra que no le interesa. En la tele es distinto. Se puede ir chequeando y ver qué está bien o qué es lo que falta... La tele es algo que pasa. Entre lo primero que hice en teatro, lo más conocido fue mi trabajo con las Gambas, pero actuaba paralelamente en otros espectáculos. Estuve en el elenco de Mahagonny, por ejemplo, dirigida por Jaime Kogan, en el Colón. Siempre busqué nuevos caminos. Creamos las Gambas porque yo y las otras chicas sentíamos que no encajábamos en ningún lado...
–Una vivencia que puede servir de incentivo...
–Sí, claro, y que por suerte no perdí. Tengo un hijo de dos años y me había alejado un poco del teatro hasta que Gabo Correa me convocó para su puesta de Eva Perón, de Copi, en el ciclo Tintas Frescas (del 2004). Sabíamos que eran tres funciones nada más, pero eso no nos desanimó. Investigamos mucho y me conecté nuevamente con la profesión desde un lugar que me gusta y es muy genuino: desde el puro deseo de hacer aquello que uno realmente quiere.