ESPECTáCULOS
Los opinators que el Mundial deparó
Tres nuevas razas televisivas invadieron todos los horarios de la pantalla chica: cómo son, cómo actúan y qué se proponen los Opinadores.
Por Julián Gorodischer
El jugador retirado no para de hablar, y cada tanto recibe una acotación de su compañera de panel, mujer de escote pronunciado con aproximación al fútbol. Los dos escuchan, minutos después, al actor-famoso-por-futbolero, y la maquinaria de la tele, a tono con la coyuntura, actualiza sus personajes. Los Opinadores de Mundial, nueva raza de la televisión, están distribuidos en todos los horarios y canales. En general, respetan unas pocas convenciones. Hablan fuerte y mucho, apasionadamente, interceptan un sermón con una provocación del tipo “la Argentina jugó mal” o saquen al arquero y se acoplan a uno de dos bandos enfrentados de todo programa de polémica: pesimistas versus aduladores.
Los Opinadores de Mundial saben que hay tela para cortar, pero todo tiene un límite y, entonces, en Tribuna caliente (por América, los domingos a las 13) o en el flamante La hinchada azul y blanca (por Azul, los domingos a las 23) alguien tira un dardo que asegura parla fresca para el resto del programa. “A la Selección, yo le pongo un cinco”, arriesga Luis Yordano en La hinchada..., y consigue lo buscado, a juzgar por el índice de eficacia de todo programa de polémica: el volumen de las voces. En Tribuna deportiva (por América, los domingos a las 19) el tema es “el ánimo del equipo”, y de cómo sube y baja, con el triunfo ante Nigeria o la derrota frente a Inglaterra.
Claro que todo Opinador de Mundial conoce su manual de estilo: no engolosinarse. Y entonces Nimo, Sanfilipo, Cherquis Bialo y hasta Viviana Canosa (en Tribuna...) o Yordano (en La hinchada...) asumen el papel de abogados del diablos. “A mí me gusta Crespo”, dice Canosa, que antes ha aclarado que de fútbol no sabe nada, y la polémica del día encolumna seguidores para dos equipos enfrentados, como en la cancha pero en el estudio. ¿Cualquiera puede? Con certeza que no, porque cada raza define su pertenencia y sus excluidos. Además del plantel fijo, los visitantes deberán cubrir algunos requisitos. A ellas (Canosa, Greta Rodríguez, Margarita Weiss, mujeres jóvenes devenidas habitués de los programas de polémica) se les pide la imagen de una modelo para adornar el comentario. A los invitados especiales, se les exige un fanatismo a simple vista, como el de Alberto Martín, viejo hincha de Racing o Fabián Gianola, que opina como experto. Un tercer grupo acreditará relato en primera persona: son los ex jugadores, que hablan desde la autoridad que les da su trayectoria.
Ellos no están solos: nada más probado que la tele para adaptarse a la coyuntura, para mutar según lo que se espera, y entonces otra raza se agrega para competir por la adhesión del futbolero. Los Concursantes de Mundial llegan a los programas de preguntas y respuestas a probarse como especialistas. Es el destierro del interés general, que nutrió los últimos exponentes del género (Audacia, Quién quiere ser millonario, Pasapalabra, El Legado), y el arribo de la especialidad en Mundiales, a cargo de un experto que será interrogado en Pan y queso (por Canal 7, lunes a viernes a las 19) o en Misión Mundial (por América, los domingos a las 18) sobre el autor de un gol o la locación del Mundial 62. El concurso solicita enciclopedia habilitante, la única que sirve para algo en la Argentina de la crisis, porque al menos asegura un fajo o un viaje a Bariloche, de moda nuevamente desde los tiempos de Feliz Domingo.
El flamante especialista, adolescente con vincha y camiseta, hincha fervoroso, no necesita otra capacitación que la tele misma, poblada de resúmenes y noticieros deportivos, para estar al día y asegurar el status: sabe de Mundial, “está canchero” –como dice Daniela Fernández en Pan...– y pone la virtud a prueba. Cada ciclo, sin embargo, propone requisitos propios, como para que nadie se confunda entre uno y otro: Daniela solicita un jueguito, con cabezazos y salida del túnel incluidos, portación de camiseta y festejo a cámara, para que la experiencia seacompleta, y no quede limitada al simulacro. Pato Galván, en Misión... introduce el factor retro, con musiquita de Feliz Domingo, repechaje y saludo a la familia después de la pifiada, como para recuperar el espíritu de la fiesta grande. Todos, sin distinción, reinstalan la añoranza de aquellos viejos tiempos en que, como ahora, la pantalla vivía prosperidad de chivos (cremas para desgarros, zapatillas deportivas) aunque sólo sea por lo que dure junio. “Te ganaste el viaje a Bariloche”, dice Galván, cual Soldán del siglo XXI, al hincha fiel de gorrita y camiseta celeste y blanca, como corresponde, pero eso sí, corona con una moraleja a prueba de señalamiento por chauvinismo: “Tu vida –rictus serio, pedido de silencio mediante– es más importante que el Mundial, tenelo en claro”.
Claro que toda batalla, todo equipo de guerreros necesita un seguimiento in situ, y los Corresponsales de Mundial se integran a la gama para que las otras razas de recién llegados sean posibles. Para debatir o concursar hace falta un cronista en vivo y en directo desde el frente, en el lugar de los hechos, para resumir la faena del día y presentar la intimidad de los jugadores. “NO ENTRY”, se lee en el cartel en primer plano, pero El equipo del Mundial y América Mundial (por América, de lunes a viernes a las 12 y a las 24) están allí, en el campo de entrenamiento japonés, a pesar de todo, como corresponde al rol que se les asignó: ser el mirón detrás del enrejado. “Me dicen que en la Argentina hay programas que hacen una lotería de nombres de jugadores”, descalifica Fernando Niembro, junto a Mariano Closs, constituidos como figura de autoridad por estar allí y verlo con sus propios ojos.
El Corresponsal de Mundial se sabe integrante de una elite que viajó, devaluación mediante, y tiene a cargo no la exégesis sino el nudo: resumen de partidos, chismes filtrados, etc.. Queda a su cargo, también, el retrato del japonés simpático, representante de lo exótico, que saluda, aprende palabras en castellano y es víctima a molde para el gaste. Los viajeros, nunca tan contados, hacen de su excepcionalidad un valor agregado y resumen con una frase su status diferencial. “Dejalos que discutan –dice Niembro, sobre los polemistas que se quedaron–; es el único tema por el que Duhalde no les cobra impuestos.”