ESPECTáCULOS › JULIAN WEICH VUELVE A LA TELEVISION, CONDUCIENDO “SORPRESA 2002”
“No me interesa reventar el rating”
“Lamentablemente, éste es un buen momento para hacer algo así”, dice el animador. “Algo así” es un programa solidario, que sirva a la gente común para algo más que entretenerse. “La televisión puede ser arma o herramienta. Yo la elijo como herramienta”, plantea.
Por Emanuel Respighi
A casi dos años de la finalización de “Sorpresa y 1/2”, Julián Weich vuelve a conducir un programa de carácter solidario, a partir del domingo. Pese al esfuerzo del conductor por aclarar que se trata de “un programa diferente al anterior”, sobran las coincidencias. El nuevo ciclo se llama “Sorpresa 2002”, irá en el mismo día y horario que “Sorpresa y 1/2” (domingos de 20 a 22, por Canal 13), se trata de una producción de Promofilm, Los Prepu volverán a encargarse del toque de humor y la idea es cumplirle sueños a la gente común, ahora bajo el nombre de misiones. “Lo que se mantiene es el espíritu cooperativo de ‘Sorpresa y 1/2’, pero la estructura es otra”, dice Weich en una entrevista con Página/12.
Convertidos en moda televisiva, los programas solidarios o de servicios son una clara muestra de cómo la televisión, además de responder a una necesidad social, intenta capitalizar las consecuencias de la crisis. “Será un ciclo que tendrá un gran contenido social. Es un buen momento para hacerlo, lo que es lamentable, porque indica que la sociedad tiene una gran necesidad. Pretendemos extender una mano y mostrar que con voluntad, plata e ingenio la vida puede mejorar. Pero, se sabe, la continuidad dependerá de que tenga un mínimo de rating, ya que la TV es un negocio”, reconoce Weich.
–¿Cuáles serán las diferencias respecto de “Sorpresa y 1/2”, entonces?
–En las misiones la gente podrá colaborar, dado que algunas serán en vivo. La idea es abrir un espacio de participación, no va a estar todo armado y editado. En este sentido, “Sorpresa 2002” vendría a ser un mix de “Sorpresa y 1/2” y “La misión”, adaptado a la Argentina actual. Es la maduración de la política que hace Promofilm desde que produjo “Un sol para los chicos” a beneficio de Unicef. “Sorpresa 2002” no va a cumplirle el sueño a una sola persona, tendrá un espíritu más abarcativo. Cada misión beneficiará a la sociedad. Tiene que ver mucho con la situación. Si no estuviéramos tan mal, no se nos hubiera ocurrido hacer este programa.
–Al terminar “Sorpresa y 1/2” dijo que sentía como si hubiese sido el final de la escuela secundaria. “Uno está triste pero no se anotaría nuevamente en primer año”, dijo. ¿Qué le cambió esa idea?
–No siento que éste sea el primer año del secundario. Es el primer año de un nuevo proyecto. Si se desmenuza “Sorpresa 2002”, salta a la vista que no se trata del mismo programa. No habrá sueños por cumplir, sino misiones solidarias en beneficio de la sociedad. También habrá, por ejemplo, un segmento llamado “La oportunidad de tu vida”, que le dará a la gente la posibilidad de ejercer la profesión que siempre soñó y nunca pudo realizar por diversas cuestiones. Es muy difícil describir lo que no va a haber en el ciclo y lo que va a ser el programa. No por mantener el secreto, sino porque es cómo describir un noticiero, en que lo impredecible y la actualidad modifican las pautas. Será un ciclo más flexible.
–Los sueños de “Sorpresa y 1/2” estaban referidos en general al reencuentro entre familiares lejanos, o a la posibilidad de alcanzar a un famoso imposible. ¿Qué rasgo tendrán estas misiones?
–Las misiones van a ser como una cadena de favores, intentando ayudar a los que ayudan, a los que tienen un espíritu solidario. Si una persona tiene un hogar que da de comer a las personas más necesitadas y le está costando mantenerlo, el programa va a ayudar a esa persona para que se le pueda hacer más fácil su funcionamiento. La idea es potencializar lo que existe pero no funciona del todo bien. No vamos a abrir hogares, sino cooperar con los espacios de solidaridad que la sociedad construyó. A su vez, en lugar de haber un sorprendido, se va a favorecer a toda la sociedad. No le vamos a decir “¡Sorpresa!” a una persona. No da. Sí van a haber buenas noticias que se comunicarán de la mano de una sorpresa. Pero no usaremos el factor de “Sorpresa y 1/2”, en el que preparábamos un ámbito especial donde la víctima caía y se la sorprendía con diez payasos de los costados. Las buenas noticias tendrán otro contexto.
–¿Estarán adaptadas a cuestiones más cercanas a la realidad?
–Sí, porque creemos que dando muestras de cómo se puede modificar la realidad, también se genera que la gente la modifique. Esa es la idea. Muchos piensan que la situación no se arregla más, que está todo podrido, que no tiene solución... Estamos convencidos de que dando un ejemplo chiquito se le da a la gente la idea de que se puede hacer algo. Con muy poquito podemos hacer mucho. Con “Sorpresa y 1/2” me enteré de que muchas personas aprendieron a sorprender con poco: la llegada de un familiar lejano, ayuda de comida a quienes la necesitan... Este tipo de programas estimulan a la gente a seguir luchando y hacer más llevadera la vida de todos, o al menos los de un círculo cercano. No mostramos cosas imposibles sino cuestiones posibles, cotidianas.
–¿Es posible generar un espacio real de solidaridad?
–Para mí la TV funciona como un arma o como una herramienta. Yo elegí usarla como herramienta. Creo que es obvio que la usan como arma, pero hay mucha gente que no se da cuenta de eso. Es indudable que la TV, en tanto medio de comunicación, no tiene competencia, por lo que sería muy bueno para cualquier sociedad usarla siempre como una herramienta. Me parece que ése debería ser el primer objetivo. Pero en la televisión actual son pocos los programas puros, los que ayudan sin esconder otra intención. Esa doble cara molesta.
–En este contexto, ¿cómo hace para no caer en la lógica del rating?
–Lo primero que hago es no dejar que la TV me use. Al contrario: trato de utilizarla yo. Uno puede elegir para qué usa esa llegada masiva. La opción está en cómo hacer las cosas. Un ejemplo fue “Expedición Robinson”, que cada país decidió hacer como quiso. Algunos fueron terribles. Nosotros lo hicimos con una moral aceptable. No pusimos desnudos, no nos interesaba, aun cuando daba más rating. Lo mismo con “Sorpresa y 1/2”, nunca mostramos cuando una señora lloraba de manera desgarradora, dando vueltas por el piso. Sólo mostrábamos cuando se emocionaba mirando las fotos de sus seres queridos.
–¡Puede lidiar usted con eso?
–Sí, porque cuando pongo la cara, en algún punto soy dueño de lo que sale. Claro que estoy acompañado por una empresa que piensa igual. Hay límites del buen gusto y de lo que uno aspira como interlocutor con la gente. No me interesa medir 40 puntos de rating. Sólo aspiro a hacer buenos programas de televisión.