ESPECTáCULOS › LA BANDA DE SONIDO DE “I AM SAM”, UN TRIBUTO A LOS BEATLES
Cómo ser dignos de una gran obra
La película que posiblemente proyecte a Sean Penn al Oscar, de próximo estreno en Argentina, guarda un tesoro en su interior: diecinueve clásicas canciones de Lennon, Mc Cartney y Harrison, versionadas por músicos contemporáneos.
No es un disco tributo a Los Beatles porque no está concebido ni presentado como tal, pero perfectamente podría serlo. En todo caso, se trata del proyecto más ambicioso concebido alrededor de semejante obra. La banda de sonido de la película I am Sam, estrenada a fines de 2001 en Estados Unidos y protagonizada por Sean Penn (candidato al Oscar por su actuación aquí) y Michelle Pfeiffer, reúne 19 canciones del grupo más grande de la historia de la música pop, en respetuosas, esmeradas y, en algunos casos, inspiradas versiones de una selección de artistas contemporáneos entre los que brillan por peso propio Nick Cave, Eddie Vedder, Sheryl Crow, Stereophonics, The Black Crowes, Rufus Wainright y Ben Folds entre otros. Estimativamente, ya que nada puede asegurarse en esta Argentina aventura 2002, la película tiene fecha de estreno prevista para la segunda quincena de febrero y la banda de sonido, editada por Sum Records, también. Página/12 accedió en exclusiva al disco que promete ser una de las grandes novedades del año, por la calidad de las canciones (algo que está fuera de toda discusión, por cierto) y por la importancia de los intérpretes. Ejemplos: Eddie Vedder parece haber nacido para cantar, con guitarra y armónica, la pastoral “You’ve got to hide your love away”; y Nick Cave se permite entonar, sobre bucólico acompañamiento instrumental, una paradójicamente oscura interpretación de “Here comes the sun”. Dos casos testigo, apenas, de la relevancia del proyecto.
El antecedente de la banda de sonido de Backbeat, la película que retrataba los primeros paso de la banda en Hamburgo, es el más cercano en cuanto a las intenciones del proyecto “versionar a los Beatles”. En aquel caso, se trataba de una banda formada para la ocasión por cuatro estrellitas alternativas del momento –entre los que figuraban David Pirner, olvidado líder de Soul Asylum, el guitarrista Thurston Moore y el cantante Greg Dully, de Afghan Wigs–, sobre los clásicos del rock and roll de los cincuenta que Los Beatles interpretaban. Aquí, el desafío es bastante mayor y exigente. Si puede aventurarse una cierta caracterización general de los artistas participantes de la banda de sonido de I am Sam, es que se trata de músicos cuyas carreras despegaron en los noventa -excepto Cave, seguramente– y que, en cada uno, bien puede encontrarse un germen beatle latente. Por caso, Aimme Mann y Sarah Mclachlan (la mentora de la gira femenina Lilith Fair), son dos cantautoras cuyas estrellas todavía pueden considerarse en ascenso. Mann, junto a Michael Penn (hermano del protagonista de la película), da vida a una briosa lectura folk de “Two of us”; y Mclachlan se mimetiza con los sonidos naturales de la hermosa “Blackbird”.
No hay, sin embargo, grandes decepciones en el disco, aunque el mismísimo Nick Cave suena algo disfuncional a “Let it be”, pero conservando el encanto propio de su estilo único y esa voz. De los grupos de rock participantes, se destacan dos genuinos representantes de ambas orillas del Océano Atlántico. Desde Estados Unidos, Black Crowes brillan con una versión todo lo rockera, psicodélica y arrastrada de “Lucy in the sky with diamonds”, nada menos. Desde el Reino Unido de la Gran Bretaña, Gales más precisamente, los héroes de la clase trabajadora Stereophonics se destapan con una sentida y potente interpretación de “Don’t let me down” (como en el caso de Vedder, parece que la canción estaba esperando por ellos). Los solistas, dispares en intenciones y estética, están a la altura del acontecimiento. Ben Folds, pianista recientemente lanzado en carrera solista, le hace frente al desafío de tocar y cantar “Golden slumbers”. Paul Westerberg, ex líder de The Replacements y leyenda maldita del rock excesivo americano de los noventa, encuentra la vuelta para hacer “Nowhere man”. Ahora bien, si los discos de versiones presenta el desafío de encontrar “la” perla, esa versión que se distingue del original por riesgo y calidad, éste es el momento de habla de Grandaddy. Autores en 2001 del disco calificado por la prensa especializada anglosajona como “el Ok Computer estadounidense” (por su segundo y notable álbum The SophtwareSlump), estos californianos que recuperaron el gusto por las canciones de barba y guitarra, tiñen “Revolution” de su propio color. Un color musical opaco, de gusto agridulce y sonido guitarrero. Las inflexiones melódicas que incorporaron al original, no hace más que engrandecer el poder de la canción.
La historia detrás de la concepción y concreción de este disco, merece ser contada también. La directora y co-guionista del film, Jessie Nelson, tuvo la idea del disco cuando visitó un centro de atención a deficientes mentales en Los Angeles y comprobó cómo las canciones de Los Beatles formaban parte de la vida de los internos. Así que pensó que bien podía suceder en el relato: un padre con deficiencias mentales que lucha contra el sistema legal por la tenencia de su hija de 7 años, asesorado por una abogada yuppie. “Vi que sentían los temas de Los Beatles como disparadores para sus propias vidas”, dice Nelson. Entusiasmada, escribió un guión perfecto para 12 perfectas canciones beatle: “fui tan inocente, pensé que tenía todo armado para rodar la película”. Pero conseguir los derechos de esas canciones se hizo casi imposible, aunque lo intentó todo: invitó a ver la película a Yoko Ono y Paul Mc Cartney, quienes gustaron de la historia; también quiso contactar a Ringo Starr y a George Harrison, pero eso no fue posible (se dice que Harrison todavía tenía cierto recelo a Sean Penn, protagonista de la película que el beatle produjo, Sorpresa en Shangai). Resignada a no tenerlas, inició un plan B: tentar a una compañía discográfica que impulse el proyecto de la banda de sonido, con varios grupos y solistas versionando a Los Beatles. Después de reuniones y de la aprobación de Sony Music, los ejecutivos de V2, la empresa que dirige el millonario inglés Richard Branson, se puso a trabajar y reclutar “voluntarios” para la interpretación. El resultado, pronto a ser conocido en Argentina, es gratificante.