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Todo como en botica
Por Rubén Dri *
Los símbolos religiosos y todo lo que tiene que ver con la religión siempre están presentes y se reavivan en forma explosiva en momentos de crisis de identidad, ocasionada por el fraccionamiento social, la falta de trabajo, la inseguridad y todo lo que acompaña a una crisis social profunda.
Por otra parte ésos son los momentos en los que aquellos que tienen sentido de la oportunidad comercial aprovechan sin escrúpulos para hacer su negocio. En esas oportunidades, todo lo religioso vende, y sobre todo si se trata de milagros, de apariciones del más allá o de experiencias del más allá que habrían tenido determinados personajes. El caso de La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, entra dentro de este contexto general, pero tiene algo específico. La figura de Cristo siempre interesa, siempre produce curiosidad, siempre intriga. Si a ello se agrega una discusión sobre si los judíos fueron los asesinos y la polémica con la Iglesia Católica, el éxito está asegurado. ¡Negocio redondo! Se expresa crudamente una teología del sacrificio: para salvarse hay que sufrir. Es el sufrimiento, el más atroz, expresado hasta lo revulsivo en la flagelación, el que nos salva. No hay ninguna intención de establecer una distinción entre lo histórico y lo teológico. Está todo mezclado como en botica.
* Filósofo especializado en Religión.