ESPECTáCULOS
El lapsus
Los dos se apresuran, se pelean, como chicos, por contar la anécdota. La calma recién llega cuando acuerdan contar una parte cada uno. Empieza Rago: “El Once es el mejor lugar del mundo para comprar lo que se te ocurra. Un día, en medio de la emoción del ciclo, compré un revólver que tiraba balines de plástico y empezamos a jugar en el motorhome contra los técnicos. Y tiro va, tiro viene...”. Continúa Vena: “A partir de ahí, parece que durante los horarios de almuerzo –aunque esto nunca lo supimos porque se armaron dos bandos bien diferenciados: Mosca y Smith contra el resto del mundo–, el equipo se armó de varias armas. Y al finalizar la jornada del día viernes, al momento del grito de buen fin de semana para todos, nos sorprendió una balacera infernal. El tiroteo se hizo una constante de los viernes, que paulatinamente fue perdiendo algunas reglas, como el de disparar con 5 metros reglamentarios de distancia como mínimo. El equipamiento bélico, incluso, se fue perfeccionando con todo tipo de armas largas y cortas. Lo gracioso era que el lunes llegábamos todos mostrando las heridas de guerra: ronchas en todo el cuerpo producto de los impactos de los balines”.