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La ficha

Nieta de exiliados judíos que escaparon a la persecución del pogrom ruso sobre la ciudad de Odessa, María Fux nació en Buenos Aires el 2 de enero de 1922, marcada por la experiencia directa de los límites físicos en la pierna rígida de su mamá. A los 13 años, comenzó a tomar clases de danza clásica con la rusa Ekaterina de Galantha. A los 15, leyó la autobiografía de Isadora Duncan, Mi vida, y confirmó sus sospechas de que una danza libre era posible. En 1942, realizó su primera composición –que se llamó La última hoja– en el Teatro del Pueblo, donde siguió presentándose hasta que, en 1953, consiguió una beca para estudiar con Martha Graham en Estados Unidos. Tuvo que dejar a su hijo de 7 años para seguir su pasión. Pero en una histórica entrevista, la Graham le advirtió: “Vuelve a la Argentina y no esperes nada de los maestros. Tu maestro es la vida”. De regreso, en 1954 y en 1960, María Fux actuó como bailarina solista en el Teatro Colón. Las dificultades de la hija sordomuda de una de sus amigas la motivaron a desarrollar la danzaterapia para niños, adultos y personas con discapacidad. Dirigió el seminario de danza de la UBA entre 1960 y 1965, y bailó sola y con artistas integrados en los principales teatros del país, en el Hospital Borda, en cárceles, en asilos de ancianos y en salas de cuatro continentes. Difundió sus propuestas en cursos, en congresos internacionales de educación especial, en las universidades de Cambridge y de la Sorbona, y en actividades del Ministerio de Cultura de Cuba. En Buenos Aires, Brasil, Italia y España, hay estudios de danzaterapia con su nombre. Desde 1981 ha escrito seis libros: Qué es la danzaterapia es el último de ellos, de reciente publicación. En 1996, recibió un diploma de la Unesco por su labor docente, que María continúa, dividiendo la agenda entre la Argentina y Europa. A fines de 1999 sufrió una caída en la calle: se rompió la rótula, pero salió airosa de la recuperación. En 2000, fue nominada para Mujer del Año. En 2002, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires la declaró ciudadana ilustre. Se casó tres veces y las tres veces se separó. Tiene un hijo, el músico Sergio Aschero, una nieta, la cantante Irene Aschero, dos bisnietas, y un amor incondicional: “Vivo entregada a mi arte”.

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