ESPECTáCULOS
Un encuentro premonitorio
Oscar Araiz tiene una fascinación especial por José Limón. Este mexicano, bailarín fabuloso, desarrolló su carrera en Nueva York y fundó una escuela. Su labor como coreógrafo es señera para sus colegas internacionales. Nació en 1908 y murió en 1972, un 2 de diciembre, precisamente la fecha de cumpleaños de Oscar Araiz. ¿Una mera coincidencia o un azar significativo? Araiz ya había tenido un encuentro mágico con Limón. Así recuerda ese día: “Conocí a José Limón cuando yo tenía catorce o quince años. Lo había ido a ver al Teatro Opera. Bailó Misa brevis y otras de sus piezas maestras. Me dio vuelta. Quedé loco. Yo estaba empezando con la danza y me fascinó su poesía, su masculinidad, su fuerza. Cuando terminó la función, me acerqué al camarín. Estaba lleno de gente, apenas se lo podía adivinar entre la muchedumbre, pero él me vio y me hizo un ademán para que me quedara. Yo sentí que él era un visionario que percibía algo en mí. Quizá fue todo un mambo mío, pero para mí fue un instante muy intenso. Es una sensación que conservo, una emoción que apenas se puede relatar. En el camarín me regaló una foto firmada que todavía hoy guardo conmigo, entre mis fotos queridas. No lo volví a ver.