ESPECTáCULOS
La mujer que ya no cose trajecitos
Adelaida Mangani cuenta que se inició tardíamente en el arte del títere, a los 26 años, después de dieciséis dedicados a la actuación y la música. Se formó en el Instituto Vocacional de Arte y participó en numerosas obras antes de su “encuentro romántico” (así lo califica) con el titiritero, actor y director Ariel Bufano, fundador del Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín, cargo que mantuvo hasta su muerte. “Mi historia como titiritera se desarrolló en los primeros años, como era tradición en la Argentina. Los titiriteros eran todos varones, salvo excepciones como las de Sarah Bianchi y Mané Bernardo, y la mujer cosía los trajecitos. Durante mi convivencia con Ariel también cosí trajecitos, pero aprendí el oficio. Cuando Bufano fue convocado al San Martín, yo había podido desarrollar un trabajo independiente. Mi primera puesta fue El Pierrot Negro”, puntualiza Mangani. Hoy destaca el hecho de que haya numerosos grupos de titiriteros jóvenes: “La casi totalidad egresó de la Escuela de Títeres del San Martín, donde se ha tratado de desarrollar un trabajo sostenido y riguroso”. Docente en varios institutos, directora de la Escuela y del Grupo de Titiriteros del TSM, considera que “el carácter marginal del arte del titiritero es su salvación”. Según afirma, “el títere no entra en los grandes planes culturales, un hecho que estimula en los artistas el deseo de crear y superarse”. En cuanto a influencias, dice inspirarse en pintores de la Edad Media, el Renacimiento y artistas que adhirieron al expresionismo. Sus gustos musicales pasan por el pop, el flamenco y el tango, y algunas composiciones de origen árabe, judío y portugués. De modo que no extraña que en La mujer de la lámpara incluya un fado cantado por Misia.