LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN

Otro comunicador

Desde la Maestría en Comunicación Estratégica de la Universidad Nacional de Rosario, Sandra Massoni y Mariana Mascotti aseguran que la formación de los periodistas requiere hoy nuevas rutinas para analizar y actuar en los medios.

 Por Sandra Massoni y Mariana Mascotti *

Desde Rosario

La tarea periodística está organizada a partir de la jerarquización absoluta del dato. La pirámide invertida es un caso típico, un ejemplo paradigmático de este tipo de técnicas de producción. Esta y muchas otras rutinas profesionales resultan hoy casi indigentes a causa de su reduccionismo: operan sólo en el registro de una comunicación en línea, que trabaja para el emisor, y son incapaces de dar cuenta de la complejidad del fenómeno comunicacional en un mundo en red.

Como profesionales, movernos sólo en este andarivel es confinarnos, autoencarcelarnos, censurarnos la posibilidad de desplegar lo que la comunicación como saber tiene para aportar en esa dimensión de la vida en la que las cosas ocurren y cambian: la del encuentro sociocultural.

Sin embargo, la mayoría de las herramientas analíticas y operacionales disponibles nadan por ahí. Apretaditas y comprimidas en dimensiones únicas, lineales, monocordes. Tan ocupadas en llegar a la meta, en tener la primicia, en salir vencedoras en la dimensión de la transferencia, tan triunfantes, tan imperialistas que hasta en los programas de formación de comunicadores sociales terminamos desconsiderando, la mayoría de las veces, el entrenamiento y el ejercicio en otros andariveles posibles e igualmente relevantes del fenómeno comunicacional.

En la Maestría en Comunicación Estratégica de la Universidad Nacional de Rosario trabajamos a partir de otras pedagogías, buscando desarrollar un nuevo perfil de comunicador social que amplíe ese registro hoy dominante para mejor comunicar. Buscamos formar otros comunicadores, capaces de nadar también en otras aguas, más diversas.

Propiciar las transformaciones que nos convocan, aquellas que nos urgen, requiere aprender a explorar las modalidades del vínculo intersubjetivo (mucho más allá y más acá de los contenidos). Implica considerar y experimentar el cómo es que no hay mensaje separado de quien lo emite, ni de las formas en que se lo muestra, ni de los circuitos en los que se lo “disponibiliza”. Que no hay mensaje sin intencionalidad sobre el mundo, ni mundo independiente de quienes lo miran, lo sienten y lo traen a la mano, como colectivos vinculados por una situación que los reúne y no sólo como sujetos. Lo comunicacional desborda la dimensión de lo informativo y de las interacciones individuales. Este es el núcleo de las nuevas competencias que necesitamos desarrollar.

La pirámide molesta, revienta, en tanto nadie se contenta ya con la transmisión del dato. Resulta insuficiente. No es así como cambian las cosas, sino como permanecen en el más de lo mismo. Y nuestra tarea como comunicadores se despliega, entonces, necesariamente en otros registros, en dimensiones múltiples. Con recursos teóricos y metodológicos diversos y con nuevas capacidades, diferentes. Con otras competencias para componer los encuentros, no sólo las de la información.

Desde la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario, como núcleo de investigación y desarrollo al que adherimos, consideramos que el aporte de los comunicadores sociales se diferencia del de otros profesionales y cientistas sociales, en tanto se ocupa del cambio social conversacional. Los enfoques sociológicos y semiológicos clásicos se concentran en las significaciones transmitidas y por eso estudian lo comunicativo, esa dimensión del dato de la que hablamos, que puesta en acción, además de técnica encorsetada, deviene en productos comunicacionales separados de los procesos que los conectan socialmente. Su aspiración y su destino es el registro analítico. Los enfoques periodísticos clásicos, por su parte, comparten el objeto, pero lo abordan desde un registro puramente operacional.

Desde nuestra Escuela, buscamos desplegar lo comunicacional en tanto acciones y sentidos emergentes que no se desentienden de los acoplamientos dinámicos y evolutivos de la realidad y los sujetos. Hablamos de lo fluido, de un hacer en el mundo no escindido, de un saber viviente, que pica, que duele, que hace reír, y que por lo mismo no resiste y se resiste a los múltiples confinamientos de la “pura información”. Un saber que pretende y sabe que puede hacerse cargo de la potencia de lo comunicacional.

En nuestra Escuela nos preparamos para abordar la complejidad de las transformaciones en múltiples niveles, con metodologías y técnicas innovadoras, específicamente comunicacionales. Trabajamos en desplegar una nueva pedagogía en la formación de los comunicadores sociales, porque sabemos que late en la comunicación buena parte de las posibilidades de cambio en nuestro tiempo.

* Maestría en comunicación estratégica/Especialización en comunicación ambiental de la Universidad Nacional de Rosario. http://www.fcpolit.unr.edu.ar/posgrado /maestriaencomunicacionestrategica/.

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