Miércoles, 10 de febrero de 2016 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Iván Orbuch hace un análisis de la telenovela La Leona subrayando que desde la pantalla se muestran acontecimientos relacionados con la defensa del trabajo y la unidad de los trabajadores, un dato presente en la realidad actual
Por Iván Pablo Orbuch *
La nueva producción de Telefe, La Leona, se convirtió, aun antes de su estreno, en un tema relevante para el acontecer político nacional. En efecto, las redes sociales fungieron de escenario para la disputa entre los partidarios del nuevo gobierno, quienes salieron a hacer un boicot a la novela, y los adherentes al kirchnerismo, quienes llamaron a defenderla por las mismas vías. Se sabe, tanto Pablo Echarri como Nancy Duplaá defendieron en numerosas ocasiones a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner en los últimos años, en una acción que tuvo más costos que beneficios. De la controversia también participó Macri, siempre bien asesorado en temas de marketing para contribuir con la “humanización” de su persona, quien se apresuró a desearles éxitos a Echarri y el elenco a través de su cuenta de Twitter, con la retahíla de lugares comunes acerca de la “convivencia entre los argentinos”.
La presentación, acompañada por un pegadizo tema musical de Miss Bolivia, a la palestra ofuscada con el macrismo por usar un tema de su autoría sin su consentimiento, se aprecia todos los días y revela una fuerte estética peronista. De ese modo vemos en la misma imágenes que remiten a un pasado nostálgico, no aquella nostalgia conservadora, que añora el período en el que a pocos les iba bien, que podríamos datar cercano al primer Centenario de la Revolución de Mayo, sino al que se abre como consecuencia del quiebre del modelo agroexportador, y da inicio en la década del 30 del siglo pasado para alcanzar su apogeo en el peronismo primigenio. Esto es, el período de industrialización por sustitución de importaciones en el cual los llamados “cabecitas negras” juegan un rol central. Se trata de un período lejano y por tanto idealizado que la constante pérdida de derechos posterior, atenuada los últimos 12 años, no hace más que realzar. En la misma vemos desfilar a Eva Perón, así como al símbolo por excelencia del acceso de la mujer al mercado laboral: la máquina de coser, conseguida en la mayoría de los casos por la fundación que llevaba el nombre de la mujer del entonces presidente argentino. También se observan imágenes de mujeres en distintos certámenes de belleza, situación habitual por esos años donde se proclamaba a la Reina del Trabajo, entre otras ceremonias festivas que eran, a la vez, un lugar de encuentro y de esparcimiento popular promovidas activamente por el Estado.
La trama transcurre en una textil que, como toda la industria nacional, tuvo su apogeo en los años mencionados y es víctima en la actualidad de las ansias de su dueño, interpretado de manera impecable por Miguel Angel Solá, por vaciarla y quebrarla. Para llevar a cabo dicha faena contrata los servicios del personaje encarnado por Echarri, quien se encargará de hacer “eficiente” a la empresa, eufemismo usado para despedir empleados, como estamos sufriendo desde el Estado nacional en estos momentos. La mujer del propietario y sus hijos serán los aliados del personaje caracterizado por Duplaá, quien se encargará de resistir desde la fábrica los embates pergeñados por el dueño y su aliado y que consistirán en sabotajes, roturas de máquinas y todas las peores artes que ese tipo de empresariado conoce a la perfección. Pueden apreciarse varias pistas del momento político actual. El sector de trabajadores de empresas recuperadas o creadas durante los últimos años aparece heterogéneo en su interior. Hallamos a empleados que pintan canas, con un elevado nivel de conciencia acerca de su rol de trabajadores, formados, al decir del sociólogo Robert Castel, al calor de la sociedad salarial. Esto es, el momento conocido como edad de oro del capitalismo, donde una persona sabía que iba a trabajar largos años en un mismo lugar y se iba a jubilar allí, forjando una identidad de pertenencia que el capitalismo actual, con su impronta flexibilizadora, necesariamente impide. A esta última camada pertenece el grueso de los empleados, menores de 40 años en su mayoría y sin ese bagaje encima, si bien lo incorporarán ante la amenaza del despido inminente.
La telenovela, proyectada para estrenarse el año pasado, con un contexto político y social diametralmente opuesto, muestra desde la pantalla muchos acontecimientos que están comenzando a ocurrir como la defensa del trabajo y la unidad de los trabajadores. Indudablemente, un sendero a seguir en estos tiempos macristas que buscan disciplinar a la clase obrera en su conjunto para transferir riquezas a las elites.
* Magister en Ciencias Sociales (UBA-Undav).
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