PSICOLOGíA › ACERCA DE UNA “MODALIDAD ACTUAL DE RESISTENCIA POPULAR”
La cacerola es más que una “frágil vasija”
Por Diego Moreira *
¿Qué es una cacerola? El diccionario de la Real Academia Española afirma que el término deriva de “cazo”, y lo define como una vasija que sirve para cocer o guisar, es decir, como aquello que permite el pasaje de lo crudo a lo cocido. Y que el antropólogo Claude Lévi-Strauss vinculó a la instauración de la cultura. El diccionario, también, relaciona la cacerola con la cazoleta, la pieza que en la espada resguarda la mano. Pero más allá de que la cacerola tenga una utilidad, una forma y una materia específica, la cacerola es un tubo y como tal puede resonar y resonó.
En nuestro contexto y en su forma de abertura y de vacío, las cacerolas son un recurso netamente femenino, aunque en los “cacerolazos” hayan participado hombres. Incluso el Nuevo Testamento presenta a la mujer como una “frágil vasija”. Pero ¿por qué esta modalidad de resistencia popular esta vinculada a las mujeres? Será porque –decían Freud y Lacan– las mujeres son decididas, saben muy bien lo que buscan y cómo conseguirlo? Según afirmaron Freud y Lacan. Lo cierto, es que las cacerolas ocuparon el lugar de los obreros y estudiantes diezmados y adormecidos por la depresión económica.
¿Qué ocurre con los hombres? ¿Llevan sobre sus espaldas un oscuro sentimiento de culpa y una necesidad de castigo que obturan sus decisiones? Y, si es así ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿El fracaso de los movimientos populares de la década del setenta? ¿Los ideales incumplidos? ¿Los caídos en el proyecto de emancipación? ¿Han retornado en los piquetes?
Ahora bien, las cacerolas, pero también el “hacerse la Argentina”, se enlazan con los orígenes de nuestro país, desde la época del Virreinato del Río de la Plata. Si, como dicen Hegel y Freud, sólo se puede encontrar el destino en el origen, y de manera oculta, y teniendo en cuenta que el sujeto y una comunidad se constituyen en el lenguaje, ¿cuál será la importancia del nombre “Argentina”? El diccionario dice que “Argentina”, del latín argentinus es “lo que suena como la plata o de manera semejante”. Pero también, es una planta, de aspecto plateado, que vive de manera continua, incesante, y que no tiene intermisión.
Ambas acepciones ponen en evidencia cómo fueron pensados estos territorios por los conquistadores: sólo como plata. Una riqueza, no fruto del esfuerzo y el trabajo, sino plata que crecía como una planta, de manera incesante e inagotable. Eldorado era la meta. Sólo venían a hacerse la Argentina para luego marcharse. La lógica extractiva y especuladora persiste y se repite siglos después ¿Cuál es la diferencia entre los barcos cargados de oro y plata de entonces y los supuestos containers que hace pocos días partieron de nuestro país? La diferencia, si la hay, no está en el cargamento.
Esta misma lógica extractiva llevó a Juan Díaz de Solís a descubrir, hacia 1516, el sonido de las cacerolas. Capturado por la codicia, por el oro y la plata que le ofrecían los nativos, temerariamente desafió los riesgos de un desembarco en las orillas del Plata. Ya en tierra, se dio cuenta del error, y eso es mucho, pero ya era tarde. Fue cocido a fuego lento.
* Psicoanalista. Docente en la UCES.