SOCIEDAD › EL INTENDENTE DE FLORENTINO AMEGHINO TRAS EL FATAL ACCIDENTE
“Nunca se debió sacar el cartel”
El jefe comunal admitió que retiraron el cartel del puente. Sin embargo, los chicos fueron advertidos y subieron igual.
Por Alejandra Dandan
“Ese cartel no tendría que haber sido sacado nunca.” Carlos Gerez es el jefe de la comuna del Dique Florentino Ameghino, el pueblo de Chubut donde el jueves se desbarrancó el puente colgante con los 50 chicos de una escuela primaria de Merlo. En el extremo por el que entraron los chicos no estaba el cartel indicando que el puente sólo soportaba el peso de tres personas: había sido retirado tres meses atrás como parte del programa de reacondicionamiento del recreo. Sin embargo, una mujer que los vio declaró ante el juez de la causa que hizo señas a los chicos indicándoles que no subieran, pero la ignoraron. Ayer comenzó el rescate de pruebas en el río para las pericias que determinarán la causa por la que cedió la estructura del puente. Los buzos enviados por la Provincia del Chubut encontraron a primera hora del día el cuerpo de Valeria Moreno, una de las nueve víctimas de la tragedia y quien estuvo a punto de ser rescatada con vida por uno de los maestros del Dique.
La presencia o ausencia de una señal que alertara sobre el peligro fue uno de los temas más debatidos durante todo el día de ayer. La causa cambiaría de rumbo si la Justicia detecta que ese cartel faltaba por la impericia de algún empleado de la comuna. Hasta el momento, todas las pruebas halladas refuerzan la única hipótesis del juez: negligencia. La responsabilidad por la caída al agua de los estudiantes de la escuela Fragata Sarmiento se concentra aún exclusivamente sobre los diez adultos que los acompañaban. Así lo evalúa el juez de la causa Florencio Minatta: “El hecho está caratulado como homicidio culposo pero por omisión –le explicó el magistrado a este diario–, y esto implica que los mayores tenían la responsabilidad de garantes sobre los niños”.
En ese marco, Minatta no descarta las consecuencias civiles que podría tener un juicio iniciado por las víctimas. La responsabilidad en aquel caso podría alcanzar a la Comuna de la Villa, al Estado provincial y hasta al Ministerio de Educación de la Nación, a cargo de las gestiones oficiales de este viaje de estudiantes en la Patagonia.
En tanto, ayer la Justicia obtuvo uno de los primeros datos relevantes con el testimonio del ingeniero Juan Pablo Boffelli, director de Puentes de la Administración de Vialidad provincial. Boffelli tuvo a cargo la última reconstrucción del puente en el año ‘94 y los controles de fines de 2001. Esas obras dejaron a nuevo la estructura del puente, reforzada con pilares de hormigón, alambre lacerado. Estos datos ahora sirven “para confirmar que el puente no se cayó porque estaba en mal estado sino por sobrepeso”, explicó Minatta. “Y en tan buen estado estaba –dijo el juez– que en algún momento se pensó cambiar la señalización.”
De acuerdo con los ingenieros, el puente podía soportar el peso de diez personas. Recién con 20 o 25 personas de carga, la estructura alcanzaba el punto crítico. Eso fue lo que sucedió el jueves.
Los estudiantes subieron divididos en tres grupos. La primera avanzada pasó con el profesor de educación física de la escuela, después entró un segundo grupo guiado por la directora: en ese momento las maderas se resquebrajaron. Pero la ruptura no empezó en ese lugar sino en lo alto del puente: cedieron dos ganchos que sostenían tensores de alambre lacerado. “Imagínese –explica el juez–: es como si los ganchos de una grúa de pronto quedaran derechitos.” Rápidamente todo se desplomó.
Los chicos entraron por el extremo del puente que conduce al pueblo. Del otro lado está el camping y el único cartel que ayer reproducían las cámaras de televisión: “No pasar más de tres personas a la vez”. Los lugareños fueron quienes contaron que siempre hubo un cartel del lado del pueblo, pero que desde hace tres meses no está porque la comuna está haciendo trabajos de mantenimiento.
–¿No terminaron en tres meses los trabajos de mantenimiento?
–El trabajo está retrasado por diferentes motivos –explicó el intendente Gerez– y en este contexto no le puedo pedir a la gente declaraciones de por qué no colocó el cartel. Entre las explicaciones que se escucharon en el pueblo, se decía que el capataz encargado de la tarea no pudo hacerla por falta de presupuesto.
“Eso es parte del folklore que se teje con estas cosas”, respondió Gerez.
En este contexto, la escuela pasó el día velando a sus muertos. Entre ellos, a su directora: Graciela Antinucci. “Nosotros no le echamos la culpa a nadie –le contaba a Página/12 Andrés, su marido–: cuando los chicos se subieron, el puente se cayó.”
Por el juzgado pasaron varios testigos. Entre ellos, las dos mujeres del Dique que vieron la caída. Daniela Toro, una de ellas, en ese momento cruzaba el puente en el sentido inverso a los chicos. Cuando los vio, les hizo un gesto para frenarlos y poder pasar. Una vez que alcanzó la orilla vio a todo el grupo abalanzarse sobre la pasarela. “El gesto de Toro -dice ahora el juez– fue inequívoco, no llegó a decirles nada con las palabras porque creyó que los gestos bastaban.”
La otra mujer es conocida en el pueblo como la señora Bety y es quien informalmente se encarga de los cuidados del camping. El miércoles a las 10.30 de la mañana salía de la proveeduría del lugar cargando una garrafa para llevarse al pueblo. Cuando alcanzó la orilla del puente encontró al grupo forzando la estructura: “Se quedó paralizada, estupefacta –dice el juez–, no alcanzó a decirles nada.”