SOCIEDAD › PENAS DE ENTRE 13 Y 24 AÑOS A LA BANDA DEL CASO RAMALLO

Duro final para el primer capítulo

El tribunal condenó a siete de los nueve imputados por el asalto al Banco Nación de Ramallo en 1999. El único ladrón sobreviviente recibió 24 años de prisión. Y un ex cabo, 17. Ahora falta el juicio a los policías por la masacre. Flora Lacave se mostró conforme.

 Por Horacio Cecchi

Después de casi dos meses de audiencias, los jueces Laura Cosidoy, Santiago Harte y Omar Paolucci, del Tribunal Oral Federal 1 de Rosario, cerraron el primer capítulo judicial de la masacre de Villa Ramallo, en el que se juzgó la organización y el asalto al Banco Nación. Las condenas fueron duras, pero no alcanzaron el pedido del fiscal Eric Warr, que solicitó entre 20 y 30 años de prisión. Carlos Sebastián Martínez, el único asaltante que sobrevivió a la masacre y a sus custodios de la Bonaerense, fue condenado a 24 años. Aldo Cabral, ex cabo primero del polémico Comando de Patrullas nicoleño y pieza clave de la banda, deberá purgar 17. Dos de los nueve acusados, Angélica Vilchez y Alberto Aguirre, fueron absueltos por el beneficio de la duda. El resto recibió penas de entre 13 y 15 años. Flora Lacave, viuda del gerente Carlos Chaves, se mostró conforme, pero fue por más: “Quiero saber qué pasó esa noche, quiero penas más duras para los policías. Ellos sabían que salíamos”, dijo al término de la audiencia.
El más conocido de los nueve acusados en la causa 1078 es Carlos Sebastián Martínez, el único de los tres asaltantes sobrevivientes. Javier Hernández murió durante la masacre, junto al gerente Carlos Chaves y el contador Carlos Santillán. Tito Saldaña, ocho horas y media después, en la boca del lobo, una celda de la 2ª de Villa Ramallo, fue suicidado con ayuda.
Martínez cargó durante el juicio con la mayor acusación: técnicamente lo responsabilizaron de las muertes de Hernández, Chaves y Santillán, además de la privación ilegal de la libertad de seis personas, tenencia de armas y explosivos. Se probó que organizó parte del golpe, que conocía a la remisera Silvia Vega y que viajó con ella a buscar a “Polenta” Hernández a Rosario. Tenía en su poder los papeles del Renault 19 robado un día antes y usado en el asalto. El fiscal pidió 30 años. Lo condenaron a 24. De edad tiene 23. Su padre dijo algo cierto: “Mi hijo no mató a nadie”.
Aldo Cabral, ex miembro del Comando de Patrullas, recibió 17 años de condena, en lugar de los 25 pedidos por el fiscal. Fue clave en el golpe: conocía los movimientos policiales. Entregó el handy Yaeschu modulado con frecuencia policial VHF 159.455, a través del que se realizaron las negociaciones paralelas y por el que, según se testimonió durante el juicio, se dio garantías a los asaltantes para que fugaran a través de un corredor libre de riesgos policiales. Cabral diseñó el mapa del banco y tenía una copia en su casa. Fue visto días antes mateando con los custodios. Curiosamente, después de la masacre custodió a Saldaña y lo trasladó a la comisaría. “Que tengas suerte”, le dijo como despedida.
Jorge Andrés Aguilar, voluntario del Ejército y mecánico, fue condenado a 15 años. Se demostró que aportó el pan de trotyl que colgaba del cuello de Chaves mientras era mantenido como rehén. También que reparó la moto de Saldaña, rota durante las prácticas. El 16 de setiembre, antes del asalto, fue recogido por la remisera Silvia Vega y Martínez.
Mónica Saldaña, hermana del “suicidado”, integraba la banda. Se demostró que el día del asalto actuó como apoyo. Se instaló en la librería El Estudiante, frente al banco, para distraer a sus empleados mientras se daba el golpe. Participó en la organización del golpe. La condenaron a 14 años. Su ex pareja Raúl Oscar Mendoza, Norberto “Ojón” Céspedes y Silvia Vega, deberán cumplir 13 años de condena.
Mendoza también participó en las maniobras distractivas durante el golpe. Interceptó al contador Carignani antes de que ingresara al banco e intentó hacer lo mismo con Viviana García, empleada del cable local, quien terminó avisando a la policía. Por su lado, Céspedes proporcionó los celulares. En la memoria de esos aparatos apareció grabado su número telefónico, en llamadas realizadas antes y durante el golpe. En la casa de una vecina ocultó el Renault blanco, uno de los dos autos en los que se trasladó la banda desde San Nicolás hasta Villa Ramallo. Silvia Vega fue,quizás, la que recibió con más sorpresa su condena: aunque procesada, había iniciado el juicio en libertad. Se demostró que conocía a Martínez y que, bajo la máscara de su agencia de remises, actuó como transporte de la banda. Trasladó a Mónica Saldaña y sus chicos hasta Villa Ramallo el día del asalto, y regresó con los dos nenes cuando comenzaron a llegar los primeros patrulleros.
Alberto Aguirre estaba acusado de haber llegado a la banda de la mano de Hernández, a quien conocía de la cárcel de Coronda, y de haber montado la moto Yamaha abandonada junto al banco. De Angélica Vilchez sospechaban que conoció a Hernández en sus visitas a Coronda, donde estuvo preso su marido. Aguirre y Vilchez fueron absueltos por la endeble figura del beneficio de la duda.
Al finalizar la lectura de las sentencias, Carlos Chaves hijo dijo respecto a la causa que investiga a la policía: “Tengo miedo de que haya algo armado como para que no se sepa la verdad”.

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La condena fue grave porque se imputaron a Carlos Martínez las muertes durante el escape.
 
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