SOCIEDAD
Negocian el rescate de Diego Lobeto
Los secuestradores de Diego Lobeto reiteraron ayer un ultimátum a la familia. Volvieron a decirle que tienen tiempo hasta el viernes para recolectar los 300 mil dólares que reclaman. Por otro lado, el maestro secuestrado en General Pacheco continúa en esa condición, mientras los delincuentes exigen 300 mil pesos que su familia no podría pagar. Y una chica de 15 años fue secuestrada “por error” en Rosario, porque creyeron que se trataba de la prima de un jugador de fútbol.
La familia Lobeto recibió a través de un equipo de intercomunicación de banda privada un mensaje de los secuestradores de Diego, que dieron plazo hasta mañana para el pago del rescate. Los investigadores sostienen que se trata de una banda con “infraestructura, un alto nivel de logística y que sabe muy bien lo que hace” y aseguraron que habría habido una “prueba de vida”. La policía continúa sin intervenir en las negociaciones, que son llevadas a cabo directamente por los familiares de la víctima.
En tanto, una adolescente de 15 años fue protagonista de un confuso episodio en Rosario. La chica se dirigía a la escuela cuando fue sorprendida por cuatro delincuentes que la subieron a un auto y la interrogaron. Tras preguntarle por el jugador de Newell’s Old Boys Damián Manso, aclaró que no tenía ninguna relación con él y que su apellido es Manzo. También les mostró el documento y una libreta escolar para convencerlos. Finalmente, uno de los captores reconoció el “error”. “Nos equivocamos”, admitió y dejó libre a la joven en Villa Gobernador Gálvez.
En el caso del docente capturado el martes en Pacheco, la policía aseguró que no hubo denuncia y que se mantiene al margen de cualquier investigación. Juan Carlos, de 30 años, trabaja como profesor en tres colegios de la zona norte del conurbano bonaerense y salía de uno de ellos cuando fue secuestrado. Según algunos vecinos, vive en una casa de dos plantas que heredó de su padre, que “ni siquiera alcanza para pagar el dinero que piden los secuestradores”. Se evalúan tres hipótesis: que tenga algún familiar con dinero, que los delincuentes hayan tenido datos erróneos sobre la posición económica de la víctima o que, como en el caso de Rosario, se haya confundido de persona.