SOCIEDAD › LA CHICA QUE SE EXHIBE EN UNA CAJA DE CRISTAL
Mirame y no me toques
Una exposición de diseño incluyó como recurso de marketing a una chica que vive en una caja transparente. No tiene el voltaje del caso chileno, pero nadie que pasa por allí puede quedarse ajeno.
Como un premio tras la tarde lluviosa vivía ayer un abuelo de ochenta años la posibilidad que la publicidad de un evento de diseño le estaba dando: dejar salir de su verba antigua una lista de piropos guarros hacia la modelo que se exhibía “como viviendo la vida cotidiana” en una “casa virtual” montada en el hall del Centro Cultural Borges. Y ni qué hablar de la maravilla que sentía como saliéndose del cuerpo la modelo en cuestión, una rubia ignota hasta ayer, cuando una avalancha de medios la fotografió, la entrevistó y la filmó recostada sobre el moderno sillón de su imaginario cuarto de chica top. El recurso promocional, de una efectividad impresionante, es parte de Cientoporciento Diseño 2002, una exposición de la vanguardia del diseño argentino de exportación. Durante los once días, Judith Casal, una chica que viene cada día en tren desde Hurlingham, hará como que vive en el lugar aunque con el televisor todo el tiempo en Fashion TV y observada de cerca a través de una vidriera por decenas de hombres y algunas mujeres que se divierten mirándola como a una muñeca, parados justo frente a la iglesia Santa Catalina.
Cuando llega este cronista, Judith está envuelta por la embriagante marea de la fama. El jueves estalló esa proyección por la que viene bregando sin descanso entre castings, cursos, promociones y últimamente cambios de color de pelo como parte del staff que suele modelar los cortes de las peluquerías Pino Leo Lina. Ayer, Judith llegó a la fama total. Después de esa jornada de luces y flashes permanentes, ya no será nada igual, aunque ella sea siempre la misma “divina”, tal como se considera, confiesa, cada vez que alguien desde un auto en marcha la saluda.
De hecho, no había vivido momento más esplendoroso en su vida cotidiana que esta misma mañana, temprano, cuando se tomó el tren de siempre en Hurlingham. “Te juro que no es por nada, pero muchos ya me conocen, me saludan, me dicen muñequita, y cosas por el estilo, nunca agresivas. Ayer directamente me miraban y se sonrían. Al final terminaron aplaudiéndome”, cuenta, al tiempo que recuerda a un señor que le insistía con: “Muñequita, vos tenés que quedarte en tu casita de cristal”, con un diario justo en la página donde salió en grande su foto.
En rigor, la casa de Cristal fue un proyecto de dos artistas conceptuales chilenos que levantaron una en la calle Moneda, frente a la Catedral de Santiago, abriendo una polémica granada en ese país de morales cortantes. Pero aquella otra casa: tenía baño y bañera y la actriz que la habitaba se desnudaba sin dramas ante el público hasta dejar claro que estaba indispuesta. Con la obra, que duró tres semanas y terminó con un psicótico católico tirando piedras a los vidrios de la casa, Arturo Torres y Jorge Cristi quisieron poner en discusión los límites de lo público y lo privado en su país. Respecto de la casa virtual de Cientoporcientodiseño, la arquitecta Mónica Cohen, creadora de la muestra, le dijo a Página/12: “No voy a negar el costado superficial que tiene esto, porque se trata de un lanzamiento de productos de decoración, pero al mismo tiempo genera una relación interactiva con la gente que visita la expo”. Cohen cuenta además con el apoyo de un listado de marcas de muebles de vanguardia y con la presencia de los hermanos Fernando y Humberto Campana, dos brasileños admirados en el mundo del diseño internacional.
De hecho, Cohen no sólo imaginó este espacio de exhibición de muebles de alto diseño y costo, sino también una presentación en las vidrieras del shopping Galerías Pacífico en la que los maniquíes tenían vida y se desplazaban de la vidriera a los pasillos. En el caso de Judith, ese feed back con el público consiste en los mohínes que ella hace cuando la miran fijo y demasiado y los piropos y pedidos de los varones más o menos machistas que la observan desde la vereda de Santa Catalina. Entre ellos, ayer descolló don Rodolfo Salesio, señor de 80 que se despachó de prepo con el doble sentido ante Crónica TV, a quien confesó su impotencia.
“Está bárbara, está bárbara”, repetía el hombre pensando sobre todo en la nueva historia que tendría para contar este sábado cuando sereencuentre con sus compañeros del Club Argentino de San Fernando a jugar al truco. Judith en sus aposentos sólo puede jugar con un osito de peluche que, sabe, “pone como locos” a los de la platea masculina. La casa virtual tiene un roperito con prendas y zapatos de diseño, un sofá cuadrado como una cama, sobre el que reposa la modelo, una heladera que, dice, está como la mayoría, vacía. Judith piensa seguir viviendo durante la exposición expuesta en ese cubículo. Piensa, cuenta, instalar una colchoneta para hacer abdominales, y accede ante el canal que la entrevista a cambiarse de remera para la tele, pero de espaldas, poniéndose una antes de sacarse la otra. No es cuestión de andar mostrando.