SOCIEDAD › OPINION

La ignorancia desde el poder es estafa ciudadana

 Por Jorge Van der Ghote *

Que la seguridad la hacemos entre todos es una idea fuerza que debemos tener claro hijos y entenados. Hoy es sólo una frase vacía de contenido incierta e imposible de plasmar con esta conducción. Ni el ministro Stornelli ni su jefe Salcedo creen en esto, uno porque no sabe de qué se trata (el ministro) y el otro porque en su esquema autoritario no tolera la intromisión de “civiles” en las decisiones sobre el manejo de su fuerza.

Vano es lo expresado por el gobernador y su gente, quienes intentan, tibiamente y sin convicción, involucrar a la sociedad en el arduo trabajo de combatir la inseguridad. Son vanos porque para participar hay que involucrarse y, para que esto suceda, los vecinos deben ser escuchados y sus opiniones tenidas en cuenta a la hora de diseñar el mapa del delito y la funcionabilidad del combate ya que son ellos los que padecen la inseguridad.

No es mandando a Asuntos Internos a interrogar a los Foros de Seguridad como se interactúa con las comunidades. Tampoco vanagloriándose en la mesa de la señora Legrand por la cantidad de llamadas al 911, como dijo el gobernador. En realidad ahí demostraron, estaba Stornelli y no lo corrigió, el desconocimiento conceptual que sobre este tema tienen: ellos entienden por acercamiento de la población (participación comunitaria) los llamados de emergencia; vecinos en peligro, que avisan que los están robando, o que tienen miedo, etc... Esa cantidad de llamados pone de manifiesto la inseguridad existente y la evaluación de cada uno de esos pedidos de auxilio, según tipologías de los delitos y detalle geográfico de donde ocurren nos puede dar una pauta de cómo está la provincia. A esta gestión le gusta el titulo de Participación Comunitaria, pero desconoce para qué sirve y, por ende, no sabe aprovecharla. En doce meses de gestión cambiaron tres subsecretarios de Participación Comunitaria.

Ignorar lo hecho por la gestión anterior demuestra una necedad importante y, además, poca inteligencia. Decir, como dijo el ministro, que cuando él llegó los vehículos estaban tan destrozados que no se podía cumplir con las cuadrículas es realmente patético y profundiza el desconocimiento evidente que tiene sobre el territorio que debe cuidar y sobre la fuerza que dirige o debería dirigir. Alguien le vendió pescado podrido y él lo compró.

Dividir la provincia en 4 regiones, donde la Interior abarca 20 departamentales, al mando de un superintendente -que no es Superman– con distancias que pueden superar los 1000 km entre sí, es otro desvarío carente de lógica y funcionabilidad operativa a no ser que tenga otra finalidad.

El gobernador no tiene que saber de seguridad. Se supone que dispone, cuanto menos, de la agenda con los nombres de los que sí saben. ¿Por qué Stornelli? Ser un excelente fiscal federal no significa conocer de seguridad. ¿Qué sucedió, se equivocó de agenda, lo asesoraron mal o hubo alguna otra razón para ese nombramiento?

La inseguridad popular, generalizada, no es una sensación ni una estadística. Con solo preguntarles a quienes la padecen se podrá conocer la verdad.

El gobernador hace promesas. ¿Expresión de deseo o marketing? Si su propósito es llevarlas adelante que nos diga Cuándo, De qué manera, Dónde y Con Quién. Hasta ahora habló de bajar la imputabilidad de los menores –los que saben ya explicitaron que es un desatino– y no mucho más. Viven apagando incendios, un lugar se pone al rojo vivo, se echa al jefe para demostrar autoridad, luego se traen policías de otro lugar, que una vez apaciguado el tema, los devuelven. Si va el ministro, entrega móvil, habla con los intendentes, almuerza, se sube al avión y problema solucionado. ¿Lo fue? ¿Hasta cuándo? Un día, dos, tres...una semana. ¿Y después?

Mientras tanto a los vecinos, simples mortales, que no viajan en avión ni tienen custodia, ni son los dueños de la verdad, les queda la sensación de que están irremediablemente perdidos y a la buena de Dios y que si esto sigue así, con este nivel de desaprensión, de ignorancia, de soberbia, de hipocresía y de total impunidad, la pelea está perdida. Hace meses que los bonaerenses reclaman seguridad. A principio de año fue Pinamar, luego la Costa, más tarde Junín, Tres Arroyos, San Pedro, Bragado. Ahora San Isidro, La Plata, González Catán, Mar del Plata, El Palomar, Morón. Sumado a los secuestros seguidos de muerte o intentos de y las muertes mafiosas de los carteles.

Con otro gobernador, el ministro y su plana mayor ya estarían en sus casas, parece que éste, necesita más caos para convencerse de la ineptitud de la gente que eligió y lo va a lograr. Esto no se arregla con la maldita policía, ni con mano dura, ni bajando la imputabilidad de los menores, ni echando al mensajero que les marca los errores.

Esto se arregla con más educación, más salud, más justicia, más fiscalías descentralizadas, más juzgados de garantías, más desarrollo humano, más Infraestructura carcelaria y mejor seguridad. Con una política de estado que genere más recursos, más trabajo y tiempo... mucho tiempo. Recién ahí se comenzará a vislumbrar una solución que para ser tal no debe ser mágica, ni marketinera, ni instantánea. Debe ser simplemente metodológica y continuada en el tiempo.

Cuatro reflexiones finales:

Siempre se está a tiempo de corregir un error. Sólo hay que reconocer su existencia. La seguridad se construye con todos y entre todos, pero en serio, no con discursos sin contenidos hechos para quedar bien. El mando no es una dádiva, hay que ganárselo, es como el respeto: no se impone, se ejerce. La obediencia debida ya fue juzgada y condenada unánimemente en nuestra sociedad. Restituirla en la provincia de Buenos Aires es desconocer la historia y sus consecuencias.

* Vecino de Pinamar.

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