Un contingente de argentinos que veranea en Buzios, en Brasil, fue asaltado el domingo por un grupo de personas con armas que ingresaron a la posada donde se alojaban y les robaron efectos personales. Eduardo Mallea, el cónsul argentino en Río de Janeiro, informó que aunque inicialmente se habló de que los asaltantes habían hecho uso de “bastante violencia”, finalmente “no hubo heridos” entre las familias que fueron asaltadas. El robo fue protagonizado por un grupo comando que ingresó a las habitaciones para llevarse relojes, teléfonos celulares y dinero, “pero no así tarjetas de crédito”. Las cerca de 40 víctimas y las autoridades sospechan que los hombres armados y encapuchados, que se tomaron tres horas para desvalijarlos, habían realizado previamente una prolija tarea de inteligencia y planificación.

Había pasado ya la medianoche cuando la mayoría de los turistas hospedados en la posada Unicornio, propiedad del argentino Roberto Pirrone, descansaba en sus habitaciones. Entonces los ladrones, que “eran siete” y “estaban encapuchados”, de acuerdo con el testimonio de Laura Guerra, una de las víctimas, ingresaron al lugar y recorrieron cada una de las habitaciones, donde reducían a los huéspedes, les robaban y los dejaban encerrados. “Esto estaba armado, obviamente no es algo improvisado”, agregó Guerra antes de señalar uno de los elementos que más fuertemente inducen a pensar en las tareas de inteligencia: aparentemente, los ladrones contaban con una lista que indicaba quiénes estaban allí con niños, y fueron las habitaciones ocupadas por esas personas las únicas en salvarse de los robos. “Lo raro de esto es que esas personas podrían haber escuchado y llamado a la policía, ya que ellos (los integrantes del grupo comando) no les sacaron los teléfonos. A todos nosotros, en cambio, nos sacaron los teléfonos, cortaron el cable de la línea central de acá, es algo que no puedo creer”, despotricó Guerra, quien declaró que le robaron “todo”: dinero, documentos, cámaras de fotos, filmadoras y otros artículos electrónicos. Las demás víctimas declararon pérdidas similares.

Fuentes del Consulado ratificaron las sospechas acerca de “un trabajo previo”, mientras que el dueño de la posada –quien casualmente se encontraba en Buenos Aires– se mostró asombrado porque “en Buzios jamás pasó una cosa así, estuve como cinco años en obra y jamás ni siquiera materiales me han robado”.