SOCIEDAD › OPINION
Los chicos y la tele
Por Roxana Morduchowicz *
Casi infaltablemente, una vez por año, ante hechos de violencia escolar, la televisión aparece en la mira como su principal responsable. Esta vez fueron los tatuajes en el cuerpo de los alumnos primarios mendocinos. La causa, al menos en la percepción social, es un programa televisivo: “Tumberos”. El hecho reabre el debate: ¿la pantalla chica es realmente la responsable de las heridas de los chicos? Y, más allá de la situación, ¿cuánta violencia genera una película de acción, una serie de escenas intensas o un noticiero?
A la luz de la investigación sobre medios de comunicación e infancia en todo el mundo, estas preguntas parecen un poco desactualizadas. Desde hace décadas, estos interrogantes han sido descartados. La televisión, sostienen los especialistas, no es la causa lineal de las actitudes y comportamientos de los chicos. Los espectadores no son receptores pasivos que, como masa amorfa, reciben los mensajes de los medios tal cual se emiten. El contexto familiar y la situación social influyen decisivamente en la recepción de los mensajes de los medios. La “privatización” de la televisión, ahora instalada en la habitación de los chicos, fuera del salón familiar en el que solía estar, es una dimensión fundamental en las maneras de ver televisión de los chicos y jóvenes.
La relación entre la violencia de las emisiones de ficción y la violencia en la conducta de los chicos ha sido objeto de no pocas investigaciones en todo el mundo. En ningún caso ha habido consenso en la respuesta. Y es en función de esta imposibilidad que el interrogante ha cambiado.
La pregunta no es ya “qué hace la televisión con los chicos”, sino “qué hacen los chicos con la televisión”. Interrogarse por las maneras de ver supone que los chicos y jóvenes son activos (aunque no críticos) a la hora de ver los programas. Investigaciones demostraron que la violencia de los noticieros basada en la vida real genera mucho más temor que la expresada en emisiones de ficción.
Esta conclusión no desresponsabiliza totalmente a la pantalla chica respecto de su propuesta televisiva. En primer lugar, porque los medios refuerzan actitudes que bien podrían contribuir a cuestionar e interrogar. En segundo lugar, porque los medios son industrias culturales con una clara función social. La misma que comparten con la escuela y la familia, que podrían (y deberían) conocer, compartir y, sobre todo, conversar los consumos culturales de los alumnos. Quizá responsabilizando a todos los actores, es decir a la sociedad misma, situaciones como ésta podrían evitarse.
* Docente UBA. Dirige los programas sobre medios del gobierno porteño.