Jueves, 18 de febrero de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › UN LOCUTOR INGLES DETENIDO TRAS DECLARAR ANTE LAS CAMARAS
Ray Gosling, reconocido conductor de documentales, dijo en un programa de la BBC que hacía muchos años había dado muerte a su amante, enfermo de sida y en estado terminal. La policía de Nottingham lo detuvo luego de la emisión del programa.
Ray Gosling, un conocido locutor y presentador de la TV y radio británicas, fue detenido ayer luego de confesar durante un programa de la BBC emitido el lunes pasado que hacía tiempo había matado a su amante, enfermo de sida y en situación terminal, quien padecía terribles dolores. La confesión pública de Gosling se enmarca en una fuerte polémica desatada en Inglaterra, donde la eutanasia está prohibida y puede significar una condena de hasta 14 años. Un día después de la emisión del programa East Midlands Inside Out, la policía de Nottingham detuvo a Gosling por investigación de presunto homicidio.
“Puede que éste sea el momento de revelar un secreto que guardé durante mucho tiempo –comienza diciendo Gosling ante las cámaras de la BBC, mientras su imagen se va recortando entre las tumbas y lápidas de un cementerio–. Maté a alguien. Era un compañero, había sido mi amante y se contagió de sida. Una tarde calurosa en un hospital el doctor dijo ‘No podemos hacer nada’. El estaba sufriendo terriblemente, terriblemente. Le dije al doctor: ‘Déjeme, sólo por un momento’, y salió. Tomé una almohada y lo asfixié hasta que estuvo muerto. El médico volvió y le dije: ‘Se fue’. Y no se habló nada más”, sostuvo Gosling mientras aprieta los ojos como si contuviera el dolor.
Gosling, conocido por la cantidad de documentales de tono social que había conducido, dijo luego a la presentadora del programa, Mary Ashby, que no se arrepentía de lo hecho. “Cuando amas a alguien es difícil verlo sufrir. Teníamos un trato si empeoraba el sufrimiento y nadie podía hacer nada. El sufría mucho y yo estaba ahí y lo veía. Me partía en pedazos.” Ayer, luego de que la policía de Nottingham iniciara una investigación, detuvo al locutor.
La Justicia británica aportó en septiembre pasado algunas aclaraciones a la ley que castiga la eutanasia, conocida como la Suicide Act 1961, y que implica penas de hasta 14 años. Según la fiscalía, las personas que ayudan a un allegado a morir probablemente no enfrentarán acciones judiciales si este gesto está motivado por la compasión o si el deseo del enfermo no deja lugar a dudas. Pero los defensores del suicidio asistido piden todavía más claridad. Sus detractores, en cambio, afirman que cualquier modificación de la ley pondría a los enfermos graves o terminales en una posición vulnerable.
El mes pasado, Kay Gilderdale, de 55, en Stonegate, East Sussex, fue absuelta luego de intentar matar a su hermana, Lynn, de 31 años, gravemente enferma de encefalomielitis miálgica. Gilderdale le suministró drogas letales después de que su hermana la llamara por ayuda tras haber intentado vanamente suicidarse. Días antes, una madre, Frances Inglis, de 57, al este de Londres, fue encerrada por nueve años por inyectar una dosis letal de heroína y dar muerte a su hijo Thomas, de 22, con daños cerebrales.
Más de 120 británicos acompañaron el pasado año a sus seres queridos a la clínica suiza Dignitas, en Zurich, especializada en suicidios asistidos, práctica conocida como “turismo de eutanasia”.
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