SOCIEDAD
El robo de un adorno de Navidad que terminó con un chico muerto
Un adolescente de 13 años de Lanús quiso regalarle una estrella navideña a su mamá. Y la sacó del jardín de una casa adornada para las Fiestas. Se llevó también unas luces. El dueño lo vio por la ventana y lo mató de un tiro. El hombre escapó en su auto y está prófugo.
Esta es una historia de Navidad, pero de las tristes. El protagonista, Maximiliano, un chico pobre que quería regalarle un adorno navideño a su mamá. El otro, un vecino apenas un poco menos pobre que el muchacho, inquilino de una casa adornada para la ocasión. El adolescente, de 13 años, pasó delante de ella y se le iluminó la travesura: sacar las luces y una estrellita que colgaban en su jardín delantero. El vecino escribió el resto del trágico guión: salió a los tiros de la casa a defender su propia Navidad. Y terminó matando al chico. Los adornos quedaron tirados en la vereda y el vecino está prófugo.
La escena ocurrió en Villa Obrera, en Lanús, un barrio como tantos otros del conurbano, con mayoría de clase media empobrecida. Según cuentan ahora sus familiares y amigos, Maximiliano Cejas tenía la ilusión de llevarle a su mamá un adorno para poner en la puerta de entrada a su casa. “Le había preguntado si podían poner una estrellita navideña en la puerta, pero su mamá le dijo que no tenía plata para comprarla”, explicó Irma, una amiga de la familia.
Maximiliano, entonces, decidió conseguirla como fuera y darle la sorpresa a su mamá. El martes a la noche, había ido a jugar al fútbol con sus amigos a una plaza de la zona. Cuando volvía hacia su casa, poco después de la medianoche, descubrió la casa adornada de la calle De la Peña 1275. Saltó la reja de entrada y entró al jardín, robó las lucecitas y algunos adornos navideños que colgaban de la puerta y la ventana, y corrió hasta la reja para escapar.
En ese momento lo vio el dueño de casa, José, un curandero conocido en el barrio como “Gauchito Gil”. Lo vio a través de la ventana y decidió que no toleraría semejante afrenta. Tomó un revólver y empezó a tirar. Tiró seis balazos. Y uno de ellos impactó en el pecho de Maximiliano, quien ya herido trató de escapar de la locura. Terminó de saltar la reja y echó a correr. Pero a los 50 metros, la sangre que chorreaba ya era demasiada. Cayó al suelo y murió.
Mientras corría, Maximiliano había dejado caer su botín: un conjunto de luces y adornos navideños que no valían más de 10 pesos.
Al terminar la balacera, José salió a la calle y empezó a gritar.
–¿Qué pasó? ¿Qué hicieron? –dijo no se sabe si obnubilado por la situación o para despistar.
Lo cierto es que en seguida se dio cuenta de lo sucedido. Se subió a su Peugeot 504 que estaba estacionado en la puerta y escapó. Hasta anoche, no había sido encontrado por la policía.
Después de la tragedia, la hermana de Maximiliano, Melina, tenía la voz quebrada. “No creo que haya sido para tanto, ni que haya querido hacer un daño. Es más, para mí ni siquiera quiso robar, sino que se trató de una picardía. Mi hermano era muy bueno, iba al colegio y trabajaba. Siempre me ayudó a mi a criar a mis hijos”, dijo con lágrimas en los ojos.
Maximiliano vivía junto a su mamá, su hermana y sus dos sobrinitos en una precaria vivienda dentro de la villa La Fe, ubicada en Méndez y Ayacucho, de Lanús Oeste. En el barrio lo conocían como “Pajarito”, por su cuerpo pequeño y desgarbado, relataron sus amigos.
Según la policía, José había sido asaltado poco tiempo atrás, cuando un grupo de delincuentes le abrió su automóvil y le robó todo lo que llevaba adentro. “Seguramente estaba muy nervioso por todo lo que le había pasado”, dijo un vecino que prefirió no dar a conocer su nombre. José sigue prófugo y la policía inició un operativo rastrillaje en su búsqueda.
El caso quedó caratulado como homicidio y está siendo investigado por el fiscal César Lucero, que dispuso el secreto de sumario del expediente hasta que se clarifiquen las circunstancias en que ocurrió el episodio.