Lunes, 8 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › CONVERSACIONES SOBRE LA EMISORA BíO BíO Y EL TERREMOTO EN CHILE
La radio Bío Bío es la única que informó sin interrupciones durante el terremoto. Su dueño, Piero Mosciatti, habla sobre la participación social de la radio más allá de su tarea informativa, y hace una dura crítica a la brutal concentración de medios.
Por Emilio Ruchansky
Desde Concepción
El domingo está nublado en Concepción, hace frío por la mañana pero se ve más gente en la calle. El toque de queda ya se acortó, ahora impera entre las 21 y las 10. En un rato vendrá la presidenta Michelle Bachelet, ayer estuvo Ban Ki-moon, el secretario de la ONU. Sobre la céntrica avenida O’ Higgins se ve un puñado de personas en la puerta de la radio Bío Bío, que espera para entregar su mensaje escrito en un papelito. Es la única transmisora local que funciona y tuvo, y tiene, un rol esencial en esta ciudad desde el terremoto. Por este medio, la gente se reencuentra, se ofrece ayuda, trabajo, alojamiento, las empresas que reabren avisan a sus empleados, se denuncian las falencias e informan los avances. Hasta se armó una farmacia popular con donaciones de oyentes y algunas instituciones.
Sentado en su oficina, con una biblioteca de vinilos detrás que ocupa toda la pared, Piero Mosciatti, uno de los dueños de Bío Bío, dice que es la primera vez desde la catástrofe que sabe qué día es hoy. Todos los corresponsales locales y extranjeros se familiarizaron con este lugar porque usan las instalaciones para escribir, mandar mails o incluso llamar por teléfono. Es realmente una radio abierta. “Nosotros tuvimos en claro siempre que el oyente manda, como decía mi padre. Ahora me imagino lo fuerte que debe haber sido para la gente, minutos después del terremoto y en medio de la oscuridad, haber prendido la radio a pilas y escucharnos. Era el signo de que algo estaba funcionando, una luz y una compañía también”, asegura Mosciatti.
–¿Fueron la única radio al aire en ese momento?
–Y lo somos ahora. Hay otras radios pero por la concentración brutal y el centralismo de este país, la mayoría son repetidoras de las radios de Santiago. Mi padre, Nibaldo, fue siempre contra la corriente. Fundó la primera radio local en Lota, un pueblo minero cerca de aquí. Su principal objetivo era que a los mineros les pusieran un baño a la salida de las minas. Nosotros tenemos radios locales en Los Angeles, Temuco y muchos otras regiones del país. Es nuestra política.
–Quince minutos después del terremoto ustedes ya estaban al aire. ¿Cómo lograron eso?
–Tengo que pedir un monumento al operador Alejandro Ríos. Mientras temblaba todo, él se cayó una y otra vez al piso pero siempre sostuvo los equipos. Si se hubiera roto alguna consola no habríamos podido trasmitir. Después funcionamos, hasta hoy, con un generador a bencina. Se organizó una colecta de bencina para que pudiéramos seguir trasmitiendo. Hablamos Eleiana Vejer y yo al principio, en medio de las réplicas, para traer tranquilidad. Enseguida vinieron las autoridades, la alcaldesa, el intendente y el gobernador. Nuestros cronistas trabajaron a la antigua, iban a un lugar y volvían para contar lo visto, no había celulares, ni teléfonos de línea funcionando. Por suerte, pudimos pasar información de nuestra radio en Santiago para que la gente supiera qué es lo que estaba pasando en otras regiones.
–¿Y la farmacia que está abajo?
–Fue gracias a las donaciones. La gente se acercó a traer lo que tenía en el botiquín, también las asociaciones que no tenían forma de repartir sus medicamentos abrieron sus bodegas y trajeron todo. Incluso hubo gente que nos dio medicamentos robados de las farmacias, que por la concentración que te digo, cerraron ese día y después también. Acá, y ustedes los periodistas lo saben, todo se reparte gratuitamente.
–¿Qué cosas lo impresionaron en estos días?
–Las colas afuera para mandar mensajes o hacer donaciones. La misma gente que se acercó a hablar, hubo un experto en rescate que vino el mismo sábado del terremoto a dar consejos a la gente, por ejemplo. Lo que pasa es que esta radio tiene más de 40 años de historia, la gente cuando se pierde algo en Concepción lo trae aquí: carteras con dinero, llaves, documentos. Confían en nosotros. También me impresionó lo que pasó puertas adentro. Habilitamos un cuarto con colchones para que pudiera dormir el personal de la radio pero ni lo usaron, preferían quedarse en el estudio, se echaban a descansar en los sillones con tal de estar cerca. No respetaban ni los turnos de guardia, todos trabajaron demás.
–Llegan muchísimos mensajes. ¿Recuerda alguno en particular?
–Pido disculpas si no menciono a todos; son mensajes conmovedores, de familias que se buscaban entre sí. Lo digo porque el que más me impactó está relacionado con los saqueos. Hubo una señora que mandó una carta cerrada a un locutor nuestro, ahí decía que había robado, que vio que los demás lo hacían y pensó en su familia y se llevó lo que pudo. La mujer pedía disculpas y todo eso. Con la carta nos mandó el dinero que ella había calculado que habría costado lo que robó. Nos lo mandó a nosotros y no al supermercado. Nunca voy a poder olvidar tanta confianza.
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