SOCIEDAD

Una “visita” de los investigadores a la casa del crimen del country

Hubo expertos de la Policía Judicial y un médico. Los investigadores dicen que no fue un allanamiento sino una “inspección”.

El chalet de los Carrascosa, donde María Marta fue asesinada de cinco balazos en la cabeza el 27 de octubre pasado, fue visitado nuevamente por expertos de la Policía Judicial. Entre ellos, un médico forense. Los investigadores buscan contrastar algunas declaraciones nuevas con el croquis que han construido sobre la escena del crimen. La hipótesis del crimen pasional sigue dando vueltas alrededor del caso y concentra las miradas en el entorno más próximo a la víctima. “El fiscal (Diego Molina Pico) espera resultados de pericias –aseguró una fuente judicial–. Esto viene para largo.” En tanto, sin abandonar el costado de las motivaciones financieras, el jueves el fiscal recibió un preinforme de la SIDE sobre los movimientos de la familia García Belsunce en sus cuentas bancarias locales. “No encontramos nada anormal por ahora –reveló una fuente de ese organismo–. En quince días más tendremos un informe sobre los movimientos en cuentas del exterior.” Esas cuentas atraen por las suspicacias que generan los vínculos de Carlos Carrascosa y María Marta con los hermanos Rohm, procesados por la fuga de dólares al exterior.
“Ojo, que no fue allanamiento”, se cuidó en aclarar uno de los investigadores, dando la pauta de la cautela con que avanzan en el caso. La inspección ocular se realizó ayer, en el chalet del Carmel que desde hace casi un mes –cuando se destapó el caso públicamente– concentra las miradas y las incógnitas de todo el país. Un perito forense de la Procuración de la Suprema Corte bonaerense y un grupo de investigadores de la Policía Judicial visitaron la vivienda. Carlos Carrascosa no está viviendo allí. Después del crimen, se mudó a la casa de su suegro, Horacio Adolfo García Belsunce, en la Capital.
“No hay que esperar demasiado de esta visita –aclaró uno de los investigadores–. Simplemente estamos tratando de contrastar las últimas declaraciones con el croquis del escenario”. El perito médico intentaba revisar las huellas y las manchas de sangre detectadas en el lugar –que llegaban casi hasta el techo del baño y abundaban en el dormitorio–, para analizar si tenían concordancia con los testimonios. Sobre esas manchas de sangre la familia mantiene un silencio muy cerrado. En repetidas ocasiones, reconocieron haber limpiado la sangre del baño a pedido del primer médico que llegó al lugar, Juan Ramón Gauvry Gordon, en lo que fue uno de tantos ocultamientos de pruebas. Pero nadie de la familia reconoció que hubiese manchas de sangre en el sillón de la antesala, en una pared junto a un cuadro con restos de masa encefálica dispersa, en la alfombra y el dormitorio.
De esas manchas surgieron las huellas de una mano, presuntamente femenina, contra la pared de la escalera. Esas huellas están siendo cotejadas con las huellas dactilares de todos los habitantes del Carmel (408 personas) y de quienes participaron del velorio.
El caso avanza lentamente, envuelto en un cono de sombras y en medio de tensiones entre los investigadores. Algunos sostienen que sobran pruebas para realizar detenciones en el círculo familiar como mínimo por encubrimiento. No es considerado delito que alguien encubra a un familiar. Pero para el caso, al no conocerse la identidad del asesino, no es posible aplicar esa medida exculpatoria. Carlos Carrascosa, Guillermo Bártoli y hasta el propio Horacio García Belsunce (h), que asegura haber llegado varias horas después a la escena del crimen, han manifestado actitudes muy contradictorias y, curiosamente, los tres hicieron un pedido de excarcelación que por el momento no tuvo respuesta ya que no figuran como imputados en la causa. Pero tampoco se les permitió incorporarse a la causa como particulares damnificados. Eso indica que en la fiscalía existen sospechas muy concretas sobre el círculo familiar.

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El country Carmel, otra vez con visita de los investigadores.
 
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