SOCIEDAD › EL FISCAL MOLINA PICO PIDIO DETENCIONES PERO TODOS SIGUEN LIBRES
Los nueve nombres del encubrimiento
Los pedidos involucran al círculo más cercano a María Marta García Belsunce. El juez rechazó tres detenciones y otorgó la eximición de prisión en cuatro, que la habían presentado preventivamente. Lo llamativo es que las evidencias usadas figuran en la causa desde hace al menos dos meses.
Por Horacio Cecchi
y Raúl Kollmann
Un giro imprevisto y extraño sufrió el caso García Belsunce. El fiscal Diego Molina Pico solicitó nueve detenciones por encubrimiento de homicidio. De ellos, cinco forman parte del círculo familiar más estrecho de María Marta: su marido, Carlos Carrascosa; su hermano, Horacio García Belsunce (h); su cuñado, Guillermo Bártoli; su padrastro, Constantino Hurtig; y su medio hermano, John Hurtig. Los acusó de encubrimiento del crimen, por lo que se supone que cuenta con importantes evidencias. Lo extraño es que esas importantes evidencias –el destino del famoso pituto, el “sacame a la policía de encima”, el lavado de la sangre, entre otras– figuran en el caso desde hace al menos dos meses. Suficiente tiempo para que los acusados preparen sus estrategias en las playas de Punta del Este, Pinamar y Mar del Plata. De hecho, Carrascosa, HGB, y Bártoli ya en diciembre se anticiparon pidiendo su eximición de prisión, que ayer les fue concedida. Lo mismo ocurrió con el médico Juan Gauvry Gordon, que ordenó lavar la sangre. A los dos Hurtig no los detendrán porque el juez rechazó los pedidos del fiscal. Igual suerte corrió la masajista Beatriz Michelini. Los amigos de la familia, Sergio Binello y Nora de Taylor, son los únicos prófugos, por el mero detalle de que están de vacaciones. Un dato es el moño que cierra lo extraño del giro: la policía, encargada de ubicar a los acusados, fue la última en enterarse, por la prensa.
Los pedidos de detención arrancaron al crimen de María Marta de la cansina pendiente hacia el archivo en que había caído hasta la noche del miércoles pasado. Ayer, en una medida inesperada, Molina Pico elevó al juzgado de Orlando Díaz, subrogante de Diego Barroetaveña –de licencia–, las detenciones de parte del núcleo familiar de María Marta, del primer médico que llegó al lugar, de la masajista, y dos amigos y vecinos del country.
La imputación: encubrimiento agravado de homicidio. Las evidencias: la escena del pituto, encontrado por John Hurtig debajo del cuerpo de su media hermana, y el cónclave familiar en el que participaron al menos HGB, John, Carrascosa, Bártoli y Constantino Hurtig, para decidir que eso “que no podía ser una bala” y que parecía un “pituto de estantería” (según declaró HGB) debía perderse en el inodoro. La orden de lavar la sangre que salió de boca del médico Juan Ramón Gauvry Gordon, de Paramedic y que cumplió fielmente la masajista Beatriz Michelini. La teoría del accidente cuya primera fuente parece ser la boca de Carrascosa. El llamado de HGB al titular de la Brigada Antisecuestros Angel Casafús reclamando “sacame a la policía de encima”. El llamado de Sergio Binello, amigo de la familia, alertando a la guardia del Carmel para que “no dejen entrar a la policía y si es necesario, coiméenla”, según aseguraron fuentes judiciales. Sin contar las tratativas encabezadas por Bártoli ante la Casa Sierra (acompañado por Michael Taylor, amigo de la familia y esposo de la imputada vacacionista Nora de Taylor) para obtener un certificado de defunción que resultó ser trucho y un presunto intento frustrado de cremar el cuerpo.
Las solicitudes de detención partieron alrededor de las 10.30 al juzgado de Orlando Díaz, y tuvieron un trayecto notable. Antes de alcanzar el escritorio del juez, la noticia ya circulaba en los medios, con lo que todos los acusados ya conocían su situación antes de cualquier citación, si es que no estaban enterados de antemano. Díaz decidió no cursar la detención de Carrascosa, HGB y Bártoli, y por otro lado Gordon, quienes se anticiparon en 27 días a la lógica de los acontecimientos pidiendo su eximición de prisión el 20 de diciembre pasado. El juez desestimó el pedido respecto a los dos Hurtig y la masajista. Con lo que el caso sólo se quedó con dos prófugos y por lo tanto no detenidos: Sergio Binello y Nora de Taylor. Ayer, el abogado de Carrascosa, Marcelo Nardi, presentó el pedido de eximición por ambos, con lo que se supone que dejarán de ser prófugos en pocas horas. De todos modos, el rol de prófugos habrá quetomarlo con alfileres ya que la propia encargada de la citación o detención, la policía, estaba en pañales y este diario comprobó que no existía ningún pedido de detención de ninguno de los acusados en el exterior.
–Viejo, ¿qué sabés de las detenciones de los Belsunce que está pasando la tele?
–¿Qué detenciones? Eso es verso.
El diálogo telefónico tuvo lugar entre el hijo de un alto jefe de la Bonaerense y su padre. Inmediatamente, se comunicó con el fiscal y obtuvo la confirmación. La situación describe la profunda y callada guerra entre el fiscal, la Bonaerense y la Policía Judicial, ya anticipada por este diario el año pasado.
Mientras los abogados José Scelzi y Marcelo Nardi se instalaban frente a los tribunales de San Isidro, para bajar los decibeles de las acusaciones ante los medios y explicar que todos sus clientes estaban a entera disposición de la Justicia, HGB fue localizado en Punta del Este. Allí, en el aeropuerto de Laguna del Sauce, se lo vio de camisa beige, pantalón claro, anteojos oscuros y bolso de mano, abordando el vuelo 121 de Pluna, que partió a las 16.17. No quiso hacer en ese momento declaraciones. Una hora después aparecía por el Aeroparque Jorge Newbery, donde lo aguardaba una nutrida escolta periodística. Muy ofuscado, dijo una obviedad más: “A mi hermana la mataron, no voy a hablar”. Después, se retiró en taxi, acompañado por un amigo golfista, enredado en una maraña de cables, versiones y gritos de la gente. “¡Asesino! ¡Asesino!”, le gritaba una mujer, mientras HGB encendía un cigarrillo y aguardaba que el semáforo lo liberara de semejante oprobio.
Para aclarar los tantos, desde San Isidro, el abogado Nardi intentó clarificar la situación de su cliente Carrascosa, y del resto: “Carrascosa tiene voluntad de explicar las consideraciones del caso para que el curso de la investigación encuentre su norte sublime, que es el de identificar al autor material del aberrante homicidio. Tiene la vocación de constituirse de inmediato ante la autoridad y aclarar definitivamente que se conjugue la retahíla de desencuentros que ha edificado la presunción de un encubrimiento”. Y extendió semejante vocación a todos los familiares y amigos imputados.
Los nueve acusados se presentarán a indagatoria en las próximas horas, y lo harán gentilmente según sus abogados. Ayer sólo quedó flotando una cosa: los pedidos de Molina Pico deben haber sido junto al “que se vayan todos”, uno de los clamores sociales más insistentes y esperados en los últimos tiempos. Se cumplieron, descomprimiendo el caso. Pero fueron llamativamente tardíos. Las importantes evidencias mencionadas más arriba existen en el expediente desde el 11 y 12 de noviembre pasado, en las primeras declaraciones en la causa, y existen en las sospechas del mismo fiscal desde el 28 de octubre, cuando Molina Pico fue convocado por las dudas del amigo de la familia y fiscal de Casación Juan Romero Victorica. Dudas que su propio mentor se encargó de negar en el terreno de los hechos con el recordado “Me fui de boca, aquí no pasó nada”.