Lunes, 24 de enero de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Horacio Cecchi
Lo leí en medio del reclamo desatado con tono de clamor sobre la baja de la edad de prisionalización de un adolescente, ahora conocido como el crimen de Fabián Esquivel o el caso de Tolosa. “Un menor que mata no puede estar ni un solo día en la calle”, leí las declaraciones de Eduardo Duhalde, montado en un debate punitivo con inflación preelectoral. Un día antes, me pareció escuchar algo muy semejante de boca de otro presunto gobernante, Mauricio Macri, aunque en una entelequia bastante más difícil de desentrañar. Dudé, “¿qué está pasando, acaso todo haya cambiado para bien?”. No.
¿Qué dicen Duhalde, Macri y todos los mensajes que después rebotan en los medios, colgados del dolor impostergable de los familiares de las víctimas? Nos dicen que el chico que mató no puede volver a la calle porque es peligroso. El chico. Yo habría jurado creer que lo peligroso era la calle. Algunos lo enmascaran con una muletilla conveniente, diciendo que es peligroso para sí y para terceros (obvio, el chico), como si el “para sí” permitiera atribuciones humanísticas otorgadas por nadie.
¿Qué nos ocultan Duhalde, Macri, De Narváez, Casal y todos quienes usan el discurso manodurista para rebotar mediáticamente con la esperanza de generar un clamor cuentavotos? Nos ocultan la primera parte que los otros días se les escapó en un furcio por la comprensible urgencia propagandística. ¿Pero cómo, ahora resulta que ese chico que mató ya estaba en la calle?, debería preguntar(se) el movilero que tomó la consulta. Pero si ya lo sabemos todos. Cierto, se sabe. Pero primero se niega. Al contrario, ya parece natural que esté en la calle. Duhalde lo manifestó claramente, “el chico que mata no puede estar ni un día en la calle”. No dijo “el chico no puede estar ni un día en la calle, antes de que lo maten o se muera”, que viene a ser el 99 por ciento de los casos. Si hacemos cuentas, el chico del que descubre Duhalde que ahora no puede estar ni un día en la calle, nació abandonado (o con familia abandonada, que es lo mismo) supongo que en la mitad del uno a uno menemista (1996), debió ir a la escuela durante la debacle delarruista y el interinato duhaldista (pero no fue ni lo llevaron) y cumplió 13 años cuando el fiscal Marcelo Romero tomó la denuncia del ex ministro de Seguridad Carlos Stornelli sobre reclutamiento policial de chicos para robar autos. Tiene 15 años y no se averiguó nada. Pero él podría ir detenido por robar una botella de vino (por consumir paco ni siquiera).
No es mi intención aportar al debate sobre la edad de la mal llamada imputabilidad. Sino a la ceguera. La prevención no consiste en poner más policías. Esa sólo es la mejor estrategia para apagar el fuego. La prevención es un maestro (bien pago), un médico (sanitarista) y un lugar de contención social (no carcelario). Prevendrán el trabajo de cien bomberos (bah, policías o penitenciarios). Si se lo quiere ver desde la seca mirada economicista es más barato. Eso sí, como dijo Duhalde, los pibes ni un día en la calle.
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