SOCIEDAD › UN ANTICONCEPTIVO REDUCE
LOS PERIODOS MENSTRUALES A CUATRO POR AÑO
La nueva píldora de los tres meses
Las pastillas se toman durante 84 días seguidos, con intervalos de una semana, cuando se produce la menstruación. En los próximos meses, las autoridades sanitarias de Estados Unidos se pronunciarán sobre su aprobación. La polémica que se viene.
Por Pedro Lipcovich
Una nueva píldora anticonceptiva permitiría reducir la cantidad de períodos menstruales a sólo cuatro por año. La pastilla se toma durante 84 días consecutivos, con intervalos de siete días en los que se produce la menstruación. Está en la fase final de ensayos sobre seres humanos, en Estados Unidos, donde en los próximos meses las autoridades sanitarias deberán pronunciarse sobre su aprobación. La píldora suscitó polémica: mujeres que participaron en los ensayos sintieron que era “una bendición” librarse de las molestias que puede ocasionar la menstruación; según otras voces, la nueva alternativa surge “de la obsesión de nuestra sociedad con sentirse siempre bien”. Por otra parte, la medicación tendría indicaciones clínicas específicas, como las mujeres con anemias, para quienes el sangrado mensual es una pérdida difícil de recuperar. Finalmente, la nueva medicación representa el más reciente de los intentos por remodelar la fisiología humana, en términos tales que, como señaló una especialista argentina, “la nuestra es una especie mutante”.
La píldora se toma una vez por día, como las convencionales, durante 84 seguidos, cuatro veces más que los 21 de la píldora convencional; a partir del día 85 se toman 7 píldoras placebo, sin efecto clínico; en ese lapso se produce la menstruación, y después se reanuda la serie de 84. La pastilla se denomina “Seasonale” y fue desarrollada por los laboratorios Barr de Pomona, Nueva York. Los estudios clínicos se efectuaron en la Eastern Virginia Medical School (EVMS).
Por una parte, el fármaco actúa en forma similar a la de los anticonceptivos hormonales ya conocidos, que suprimen la ovulación, hacen más espeso y hostil al esperma el líquido del cuello uterino y evitan que el endometrio –que tapiza el interior del útero– crezca como para hospedar a un óvulo fertilizado.
Pero, según Patrice Malena, quien coordinó los estudios del nuevo fármaco en la Virginia Medical School, “en Seasonale, las hormonas varían ligeramente en forma tal de suprimir por completo el crecimiento del endometrio. Esto reduce los riesgos de embarazo con respecto a las píldoras convencionales y hace que los períodos menstruales sean más ligeros: muchas de las mujeres que participaron en los ensayos clínicos, aun al cumplirse los 84 días, tuvieron períodos menstruales leves, de sólo dos días, o incluso no tuvieron menstruación”.
Según la información provista por la EVMS, “Seasonale contiene una combinación de dos hormonas usadas en otros anticonceptivos orales, pero en dosis significativamente menores: un estrógeno, el etinil estradiol; y una progestina, el levonorgestrel. Freedolph Anderson, jefe del equipo que efectuó las pruebas clínicas, señaló que “la cantidad acumulativa de hormonas es inferior a la que dejan otras pastillas anticonceptivas”.
La aprobación o no de la píldora está en manos de la FDA, el órgano de control de Estados Unidos, cuya decisión se prevé para los próximos meses. Jorge Charalambopoulos, jefe del consultorio de procreación responsable de la Maternidad Sardá, advirtió que “con esta píldora, la mujer ingiere hormonas más días en el año, de modo que la incorporación de dosis hormonal debe ser mayor: hay que investigar a fondo los efectos de esa mayor cantidad de ingesta de hormonas”.
En caso de ser aprobada, la nueva droga tendría indicaciones específicas, por ejemplo para las mujeres con anemias crónicas, a las que les cuesta reponer los glóbulos rojos que se pierden en cada menstruación. Charalambopoulos observó que “en la Argentina existen ya varios anticonceptivos que manejan dosis similares a las del ‘Seasonale’, de modo que la aprobación de esa droga podría habilitar la prescripción de éstos por hasta 84 días consecutivos”, y recordó que “las mujeres con dismenorrea sufren dolores y molestias importantes en cada menstruación, lo cual es un problema en lo físico, lo psíquico y perturba su actividad profesional y laboral: no es lo mismo que esto ocurra cada 28 días o cuatro veces al año”. Ayer, el diario Washington Post reprodujo testimonios de mujeres participantes en las pruebas clínicas que consideraron “una bendición” la experiencia de ver reducidas sus molestias menstruales; en contrapartida, Emily Toth, autora del libro La maldición: una historia cultural de la menstruación, vinculó el deseo de reducir la cantidad de períodos con “la obsesión de la sociedad con sentirse siempre bien” y con “un disgusto muy antiguo con la menstruación”.
Irene Meler, coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, estimó que “no hay por qué pensar que, si la nueva píldora se aprueba, las mujeres que la adopten van a perder alguna conexión rítmica con la Madre Naturaleza u otra sensiblería por el estilo. Es más, hoy el sangrado mensual resulta contracultural: nuestra cultura idealiza la disponibilidad para hacer cosas en cualquier momento; el modelo ideal de la posmodernidad es el sujeto siempre listo, y así las publicidades de tampones y toallas higiénicas destacan los riesgos sociales que puede conllevar el sangrado mensual. Por cierto, no se trata de aceptar sin crítica todos los ideales culturales pero tampoco se trata de, ante los cambios vertiginosos, refugiarse en una naturaleza erigida en reserva de salud mental. Al fin y al cabo, hoy por hoy, con las actuales tecnologías reproductivas y otras, la humanidad es una especie mutante”.