Miércoles, 13 de julio de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › EL TRIBUNAL EN PLENO CONSIDERó QUE NO HAY PRUEBAS PARA INCULPAR A LA AMIGA DE SOLANGE EN EL CRIMEN
Los jueces criticaron con dureza la actuación del fiscal y desacreditaron todos los indicios que argumentaron la acusación. En la sala hubo mucha tensión. Al ser leído el veredicto, de uno y otro lado estallaron llantos y gritos.
Por Carlos Rodríguez
“El veredicto es absolutorio.” La frase, la única que se dijo en la audiencia, marcó la división de aguas en una sala llena y tensa como pocas veces en los tribunales de San Isidro. Los familiares y amigos de Lucila Frend, la joven absuelta, estallaron en el ala izquierda, como si se tratara del gol que Messi todavía no hizo en la Copa América. En el sector derecho, apiñados, los allegados a la víctima, Solange Grabenheimer, lloraron en silencio o a los gritos. Sólo algunas amigas de Solange reaccionaron con palabras: “Asesina, asesina”, “Vas a cargar con este crimen todos los putos días de tu vida”. En su lugar, rodeada por sus abogados, Lucila sonreía con la moderación que mostró a lo largo del juicio, mientras su abuela, Silvia, gritaba “inocente, inocente”, parada en la silla que había ocupado. “Silencio, esto no es un circo”, bramó desde el fondo de la sala el presidente del Tribunal Oral 2 de San Isidro, Oscar Zapata, y el silencio fue volviendo de a poco. El texto completo del fallo absolutorio, entregado luego a las partes y a la prensa, destroza la acusación del fiscal Alejandro Guevara con una dureza pocas veces vista, al punto de que desacredita todos y cada uno de los indicios sostenidos por la fiscalía.
El punto central es la hora en que fue asesinada Solange, el 10 de enero de 2007. El tribunal concluyó que “no pudo haber sido antes de las 8 de la mañana de ese día”, cuando Lucila ya se había ido del PH de Güemes 2280, departamento 3, de Florida, donde vivían juntas las dos amigas. El forense Eugenio Aranda, el primero que llegó a la escena del crimen, estimó al principio que la muerte se había producido entre la 1 y las 7. Eso ponía a Lucila Frend en el lugar del hecho a la hora señalada. Luego, Aranda cambió de idea y situó el crimen en el horario de 9 a 15. El perito será ahora investigado por esa contradicción (ver aparte).
Sobre el momento de la muerte de Solange opinaron ocho peritos. En la autopsia se dijo que murió entre las 5 y las 17; el doctor Flores dijo que fue entre las 4 y las 10; Aranda primero aseguró que fue entre las 7 y las 13, y luego entre las 9 y las 15; el peritaje de Gendarmería, entre las 5 y las 8; los doctores Valenti y Del Gesso, entre las 9.30 y las 13.30; el doctor Flores, tras una ronda de peritos, entre las 7 y las 13; Julio Julián, entre las 10 y las 13; otro informe de Gendarmería entre la 1 y las 10; Ramiro González Oliva, luego de la junta, entre las 7 y las 10; Juan Carlos Cheuquel, entre las 7 y las 13, y Luis Kvitko, entre la 1 y las 7.
El tribunal desechó lo expuesto por la fiscalía, que tomó como dato central a Aranda, y concluyó que el crimen “no pudo haber sido antes de las 8” del 10 de enero. Al mismo tiempo, dio por probado que Lucila salió del domicilio a las 7.30 para dirigirse a su trabajo en el laboratorio Glaxo Smithkline, donde llegó a las 8.35, según consta en los registros. Eso la coloca fuera de la casa en el horario del crimen.
A la hora de establecer el horario de la muerte hubo un error grosero en la toma de una muestra de “humor vítreo”, un líquido del globo ocular que permite medir el nivel de potasio. Eso hace posible establecer con certeza el momento de la muerte. Tampoco se tomó bien la temperatura del cadáver con un termómetro especial. Ese dato habría precisado la hora del deceso.
Otro punto importante es que se comprobó que el cadáver fue movido tres veces en horas en las cuales la imputada no estaba en la casa. El cuerpo estuvo en tres posiciones: boca abajo sobre la cama, boca arriba en el mismo lugar y luego en el piso, donde fue arrastrado por el o los autores. La víctima tenía manchas hemáticas de arrastre en las piernas, de lo que se deduce que el o los autores tenían las manos ensangrentadas. Las pruebas de ADN señalaron que el “perfil minoritario” correspondería a una mujer, lo que es “una evidencia y no como una prueba”. El cotejo realizado con la imputada arrojó que ese “perfil minoritario no corresponde” a Lucila, constituyendo “una prueba y no una evidencia”.
En el lugar de los hechos se encontró un pelo. Era un “filamento piloso con sangre seca adherida” que tenía “una mezcla de perfiles de ADN con un componente mayoritario correspondiente a la víctima (...) y un perfil minoritario masculino”. También se descartó el indicio, señalado por el fiscal, según el cual el asesinato había sido cometido por una persona zurda, como lo es Lucila.
“No se puede ser concluyente respecto de la secuencia de las lesiones y la posición relativa del agresor”, de manera tal que el asesino podría ser zurdo o diestro. Tampoco se descartó la posibilidad de que haya ingresado en la casa una persona desde el exterior, teoría aportada por Lucila, dado que había un albañil que entraba por ese lugar, sin necesidad de llave, desde un PH vecino. Si bien se confirmó que ninguna puerta había sido violentada, la que llevaba al balcón del PH cerraba mal y la víctima siempre la dejaba abierta, tal como declaró la imputada.
Los jueces criticaron que no se haya confeccionado un croquis de la escena del crimen. Allí no se pudo encontrar el encendedor que había quedado bajo una de las piernas de Solange, dejándole una marca. Al mismo tiempo, se encontró “un ‘boxer’ con una mancha de sangre dinámica que debió estar a no más de un metro de la víctima al momento del hecho y (que) no fue relevado” como posible indicio hacia la hipótesis de un hombre que ingresó a la casa desde afuera.
La autopsia demostró que a Solange la mataron mientras se encontraba durmiendo, “con ensañamiento al haberle infringido un tormento y dolor innecesarios al inferirle varios cortes y al menos cuatro heridas punzocortantes mediante la utilización de un arma (...) tipo arma blanca cortante monofílica”. El arma nunca se encontró ni tampoco el lazo que habría sido utilizada para estrangular a Solange.
También se refutó al fiscal cuando dijo que Lucila, el día del hecho, no intentó llamar nunca a su amiga, a pesar de su ausencia inesperada y pese a que tenían que ir juntas a un cumpleaños. Los registros telefónicos demuestran que hubo varios llamados: un mensaje de texto al mediodía, otro a la tarde, un llamado al trabajo de Solange, y una cuarta comunicación desde la casa del padre de Lucila.
Como posible móvil del hecho, la fiscalía sostuvo que Lucila era “homosexual” y que había asesinado a Solange por no ser correspondida. El tribunal señaló que es un “extremo no confirmado” ni por los testigos del juicio ni por los estudios psicológicos. El fallo se dio a conocer en la sala del Tribunal Oral 1, donde se ventila el caso García Belsunce. El lugar estaba lleno, con gente parada sobre las sillas. La lectura duró minutos, pero la tensión fue enorme. Los que estaban con Lucila y los que apoyaban a la familia de Solange ni se rozaron al pasar, aunque muchos chicos y chicas fueron amigos en otros tiempos. Cuando se iba, Lucila dijo que será feliz cuando se sepa “quién asesinó a Solange”. Sabe que, aunque su absolución fue rotunda, muchos la siguen viendo como culpable.
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