Jueves, 21 de julio de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › UN JOVEN DE 22 AñOS MURIó DE UN BALAZO DISPARADO POR UN CABO DE LA FEDERAL, EN SAN TELMO
Ariel Domínguez recibió un disparo en la cabeza, ayer a las 16, cuando salía de su trabajo en Paseo Colón y Humberto 1º. Un cabo fue demorado. Su versión es que se le cayó el arma y se disparó cuando perseguía a unos supuestos asaltantes.
Por Carlos Rodríguez
“¡No es mi hijo, no es mi hijo!” A los gritos, entre llantos, la mamá de Ariel Domínguez se negaba a admitir que su hijo (de 22 años) era el que estaba tirado sobre el asfalto de Paseo Colón, a pocos metros de la esquina con Humberto 1º, muerto de un balazo policial en la cabeza. El hecho había ocurrido minutos después de las cuatro de la tarde, cuando un policía de la Federal que estaba de custodio en el Registro Nacional de las Personas, en Humberto 1º al 200, salió corriendo hacia Paseo Colón, luego de recibir el alerta por un supuesto robo en el cual –si existió– Ariel Domínguez no tenía nada que ver. El chico salía de su trabajo en una empresa subsidiaria de la AFIP, que tiene su sede en Azopardo 350. Salió a las 16 en punto. Diez minutos después estaba muerto, con la capucha puesta por el frío, alcanzado por una bala 9 milímetros mientras corría para tomar el colectivo 33, rumbo a su casa, en el partido de Avellaneda.
Un cabo primero de la Comisaría 44ª, del barrio de Liniers, que hacía un servicio adicional, fue demorado y quedó a disposición de la jueza María Gabriela Lanz, hasta que se determine por qué hizo el disparo. La versión policial, en principio, asegura que el cabo corría con el arma en la mano y que ésta se le cayó. “Se disparó sola, se le cayó, es lo que dice el cabo”, le dijo a un vocero policial en la escena de los hechos. Un hombre de la Gendarmería, fuerza que se hizo presente en el lugar para hacer las pericias, dijo que era preciso saber qué marca de 9 milímetros es la que portaba el cabo primero. “La Sig-Sauer es muy celosa, se dispara fácil. Igual tiene que haber estado sin el seguro, hay que ver si es cierto que se le cayó. Es prematuro hacer una hipótesis”, comentó.
“No es posible que por un error, un supuesto error, mi familia esté desecha”, aseguró Leonardo Domínguez, hermano del chico asesinado. El joven, con voz tranquila a pesar del dolor, descalificó el accionar del policía: “Es preferible que haya un ladrón suelto a que haya un inocente muerto”. De ese modo aludió a la posibilidad de que hayan confundido a su hermano con un supuesto ladrón. La mamá de Ariel fue más lejos: “La policía no sirve para nada”, sostuvo, y recordó otros hechos ocurridos en la zona del Gran Buenos Aires donde vive la familia (ver aparte).
“El chico venía caminando, se apuró un poco porque venía el colectivo”, le dijo a este diario un empleado de la rotisería ubicada en Paseo Colón 1129. “Yo lo conocía porque venía a comer acá todos los días”, agregó el cocinero del local, con la cofia blanca en su cabeza. ¿Por qué disparó el policía? La pregunta tiene respuestas que se basan en supuestos que deben ser corroborados por la investigación. Al parecer, unos jóvenes que festejaban el Día del Amigo venían caminando por la vereda de Paseo Colón cometiendo “algunos desmanes e intentos de robo”. Según la policía, hay dos detenidos, uno de ellos menor de edad, por esos incidentes. Los compañeros de trabajo de Ariel, reunidos en la esquina de la tragedia, contaron que él había salido apurado del trabajo “porque se iba a festejar con sus amigos, en su barrio”.
Fuentes del Ministerio de Seguridad dijeron que el personal de Gendarmería Nacional realizará los peritajes “para corroborar si el arma del policía se disparó al caerse o si se trató de un caso de negligencia”. Los gendarmes presentes en el lugar consideraron que la verdad va a salir a la luz “con el peritaje planimétrico, que va a determinar el ángulo del disparo”. A priori, parecía difícil que la bala, en su recorrido, haya impactado en la cabeza del joven, si es verdad que se cayó al piso. “No es imposible, pero es difícil, hay que ver”, fue lo que dijo uno de los gendarmes, mientras buscaba testigos presenciales.
Alberto Crescenti, director del Servicio de Atención Médica de Emergencias (SAME), dijo que la muerte del chico fue cerca de las 16.10. Cuando llegó al lugar una ambulancia enviada desde el Hospital Argerich, “ya no había nada que hacer”. Crescenti confirmó que la bala ingresó en el cráneo. Una fuente policial dijo que los supuestos disturbios que motivaron la intervención del cabo primero habían sido protagonizados por unos “30 o 40 chicos”, pero aclaró que por ahora “no hay ninguna denuncia de robo”. En relación con esos incidentes, los que intervinieron fueron agentes de la Comisaría 14ª, con jurisdicción en la zona.
Damián Pérez, compañero de trabajo de Ariel Domínguez, confirmó que habían salido juntos a las 16, de la sede de la AFIP, y que iban a tomar el colectivo. Otro empleado de la rotisería ubicada frente a la parada del colectivo 33 dijo que vio a policías detener a algunos de los chicos que “hacían quilombo en la vereda, pero ninguno de ellos iba con el arma en la mano”. La familia Domínguez vive en Villa Corina, partido de Avellaneda. Ayer, la madre, uno de los hermanos, varios primos y amigos se hicieron presentes en el lugar de los hechos.
El cuerpo de la víctima permaneció sobre el asfalto de Paseo Colón hasta cerca de las nueve de la noche, oculto tras un biombo desplegado por la Policía Científica, mientras la Justicia y los peritos de Gendarmería realizaban los exámenes necesarios para tratar de determinar cómo sucedieron los hechos. “Todo duró un instante”, repetía una y otra vez Gastón, compañero de trabajo y amigo de Ariel Domínguez. “Todos los días tomamos el mismo colectivo, el 33, somos del mismo barrio, de Villa Corina.” Ayer, Ariel había salido del trabajo unos minutos antes que Gastón. “Cuando llegué a la esquina de Paseo Colón vi un tumulto y enseguida reconocí que el que estaba tirado en el piso era Ariel. Era un buen pibe, muy divertido, jugábamos juntos a la pelota. Era un pibe sano, no tenía por qué morir de esta forma.”
Gastón dijo no estar en condiciones de saber si al policía se le cayó el arma. “Cuando llegué a la esquina, Ariel ya estaba tirado en el piso. Fue todo muy rápido, ni siquiera escuché el disparo”. Los familiares, amigos y compañeros de trabajo de Ariel se quedaron en la esquina de Paseo Colón y Humberto 1º. Cerca de las nueve de la noche hubo algunos empujones e insultos, contra los policías, por la demora en llevar el cuerpo a la Morgue Judicial, donde anoche se hizo la autopsia. “Es un espectáculo morboso”, dijo uno de los amigos, mientras la madre de Ariel lloraba desconsolada, sentada en el cordón de la vereda.
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