Jueves, 28 de julio de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › PARA VALORAR LA DECLARACION DEL CABO QUE MATO A ARIEL DOMINGUEZ
La jueza María Lanz ordenó la reconstrucción. Intentarán verificar si el arma se dispara al caer. El policía declaró que se le cayó de la cartuchera y que desconocía la obligación de colocar el segundo seguro. La familia ya fue aceptada como querellante.
Por Emilio Ruchansky
Mañana al mediodía, en el cruce de Humberto I y avenida Paseo Colón, se hará una reconstrucción del homicidio de Ariel Domínguez, ocurrido una semana atrás en el barrio porteño de San Telmo. Fue ordenada ayer por la jueza María Gabriela Lanz para establecer la responsabilidad del cabo de la Policía Federal, Ariel Mendoza, de cuya arma salió el disparo mortal. La magistrada, que ayer aceptó a los familiares como querellantes, pidió nuevas pericias sobre la pistola 9 milímetros. Las que realizó Gendarmería no determinaron si el disparo fue accidental, como arguyó el uniformado, quien declaró desconocer que debía poner los dos seguros a su arma. “Dijo que tenía puesto uno solo contra las caídas. El otro lo ponía en su casa para proteger a su hijo”, comentó Jorge Taiah, abogado de los Domínguez.
Tal como adelantó Página/12, los familiares de la víctima, de 22 años y empleado de una empresa subsidiaria de AFIP, se presentaron el lunes como querellantes de la causa. La tardanza en la aceptación por parte de la jueza, explicó Taiah, se debió a la aparición de las pericias balísticas al día siguiente. “Esas pericias –indicó– no pudieron referir si el arma se disparó sola, por eso la jueza pidió realizar otra más, conocida como ‘tormento’. Se toma un arma similar, respecto del modelo y el año de fabricación, y se la tira varias veces al piso a ver si dispara. No es una prueba contundente porque cada pistola es un mundo.”
El expediente, al que pudo acceder este abogado ayer, consta de 350 fojas y contiene la versión del cabo Mendoza. Según relató a este diario el letrado, el uniformado contó que mientras hacía adicionales en la puerta del Registro Nacional de las Personas (Renaper) vio cómo sus colegas de la comisaría 14ª se llevaban detenidos a unos jóvenes, que al parecer hacían disturbios en el marco del festejo del Día del Amigo. Inmediatamente, y sin que se escuchara algún disparo, el cabo primero salió corriendo al lugar que quedaba del otro lado de la avenida Paseo Colón y, cuando cruzaba a toda velocidad, sin que él tocara su cartuchera, se le cayó el arma y se disparó.
“Si no había cumplido el horario, no debió salir. Era un hecho menor, un desorden”, observó el domingo pasado a Página/12, la ministra de Seguridad nacional, Nilda Garré. El cabo no había cumplido su horario y, además, estaba fuera de su jurisdicción. “En la foja 230, un subcomisario de su comisaría, la 44, dice que de 8 a 14, de lunes a viernes y sábado por medio, estaba en la esquina de El Palmar y Los Recuerdos, dijo su superior, el subcomisario Carlos Alberto del Papa”, señaló Taiah. De lunes a viernes de 14 a 22, agregó el letrado, hacía adicionales en el Renaper: “Vive en Quilmes Oeste, con suerte dormía cinco horas”.
De la autopsia surgieron algunos datos y otros tantos interrogantes. El disparó entró un poco más arriba de la nuca y no por el frente, como se sugirió en otros medios. La trayectoria de la bala es de izquierda a derecha y de abajo hacía arriba. “Falta determinar el ángulo vertical, para saber si el disparo vino desde el piso o desde la altura de la cintura. Serviría para ver si realmente se le cayó el arma o la estaba empuñando y se resbaló él o si disparó conscientemente”, acotó el abogado.
La jueza tomó en cuenta que el dermotest, un estudio que delata la presencia de pólvora, dio negativo y por eso le otorgó la excarcelación al cabo el viernes pasado. Del expediente surgieron datos que hacen desconfiar al abogado, quien anoche informó que pondrá un perito de parte y pedirá más medidas de pruebas, como conseguir videos de seguridad de la zona. “La Gendarmería llegó dos horas después del hecho, cuando la policía ya dominaba la escena, a las 18.30. Todo ese tiempo, el acusado lo pasó en la comisaría 14ª y el dermotest se hizo recién a las 23.30 en esa dependencia, dice en la foja 152”, relató Taiah. Sobre los testigos también hizo algunas observaciones.
De los que declararon en la Gendarmería, la mayoría aseguró haber oído nada más que el disparo y algunos vieron al acusado levantar su arma del piso. Sin embargo, hay dos testigos que le resultan “llamativos”. Ambos fueron a declarar a sede judicial voluntariamente. El primero es un remisero, que estaba cerca del Renaper y se presentó una semana después: es el único que aseguró que al policía se le cayó el arma y ésta se disparó sola. El otro es un cocinero que tramitaba su documento y apareció con el ticket del trámite, “es decir, munido de la prueba que lo habilita a declarar”, y dijo que también vio al policía tomar el arma del piso.
Mañana a las 12, Mendoza participará de la reconstrucción junto a varios testigos por este homicidio calificado como culposo (no intencional). “Nos interesa saber si desde la institución policial se trató de encubrir al acusado –comentó Taiah– modificando la escena y dándole coartadas.”
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