SOCIEDAD › JORNADA DE 25 GRADOS PROMEDIO, CON UNA BRISA MARINA, LEJOS DEL BOCHORNO

Un día de gloria para los veraneantes

Las playas del sur marplatense todavía no están saturadas de gente y por eso se convierten en una cómoda pasarela para el desfile de señoritas y caballeros. Y hasta hay espacio para jugar al fútbol y soñar con botineras amateurs.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Mar del Plata

Las playas ubicadas al sur de la ciudad, desde Punta Mogotes en adelante, confirman que la vida puede ser bella, si se tienen el dinero necesario o el coraje de afrontar la aventura con unos pocos pesos en el bolsillo, ponerle mucho corazón, tener una obra social de cobertura razonable o, en el caso más extremo, un bypass gástrico. En La Caseta, la tarde transcurre mansa y sin sobresaltos, sobre todo en la zona de las carpas, donde los niños más chicos juegan correteando por la arena o duermen con una placidez única, mejor que en casa. La quietud sólo es interrumpida por las corridas de esos “pendejos alocados”, se ríe una abuela, mientras ve a sus nietos de entre 8 y 13 años. Ellos se arrojan arena, agua y hasta saliva. El otro motivo de inquietud es mucho más grato, para muchos hombres, y una cierta molestia, para las esposas de esos hombres. Las chicas pasan en bandadas, volando al nivel de la arena. Sus alas ni molestan, por el contrario. La brisa que levantan morigera el calor que su visión genera en decenas de espectadores.

Aunque las autoridades locales aseguren que la temporada está en todo su esplendor, todavía la ciudad se maneja en condiciones normales porque hay un número de veraneantes importante, pero moderado, si se compara con años anteriores para esta misma fecha. Salvo el fin de semana, cuando era imposible moverse por el centro, no hay mucha gente en la ciudad, ni en las playas. “En la zona tenemos un 70 por ciento de ocupación, no estamos a pleno. Los fines de semana la presencia turística crece, pero entre lunes y viernes no hay plena ocupación”, le dice a Página/12 Jorge “Cuchillo” González, el dueño de La Caseta.

Si bien admite que en diciembre “hubo mucha más gente que otros años” en Mar del Plata, aclara que en las playas “eso no se vio reflejado porque el tiempo no acompañó en ningún momento”. En coincidencia con otros propietarios de balnearios de la zona de Mogotes y de La Perla, una de las causas de la merma de veraneantes en esta primera quincena de enero es que “se han cambiado los hábitos, porque mucha gente aprovecha los fines de semana largos, durante el año, para hacer minivacaciones repartidas en distintos meses”. Todos los dueños de balnearios, al igual que los hoteleros y el propio gobierno municipal, esperan que la segunda quincena de enero se mantenga dentro de los niveles tradicionales en esta época del año.

Ajenos a estas preocupaciones, más bien felices por poder disfrutar mejor de la arena, hombres, mujeres, jóvenes y niños disfrutaron ayer de una jornada a pleno sol, con una temperatura agradable (entre 22 y 28 grados, con una leve brisa marina) para meterse al mar o tomar sol sobre la arena. Esta vez, las playas del sur, desde Mogotes hasta los Acantilados, eran fácilmente transitables, a diferencia del fin de semana. Para las jóvenes, como siempre, fue una pasarela. Natalia (23), Josefina (24) y María José (22) se vinieron de Córdoba, del barrio Alberdi, y además de impresionar por su belleza, lo hicieron también por el acento y los tonos de sus voces. “Tres cordobesas juntas, y en la playa, son tres petardos. Nos gusta hablar fuerte, reírnos, disfrutar de las cosas”, dice Josefina, vocera del grupo.

Como si esto fuera poco, se cruzaron en la playa con otra comprovinciana que vive desde hace años en Buenos Aires. Yamile es de la ciudad de Córdoba y vende ropa femenina en la playa. Polleras, blusas, vestidos, pantalones, a precios que oscilan entre los 80 y los 300 pesos. Las mujeres se arremolinan y el cronista, que compra algo para regalar, mete la pata con su comentario: “Los hombres decidimos más rápido que las mujeres a la hora de comprar”. A Yamile los ojos le sacan chispas: “No vayas a creer, ustedes suelen ser bien vuelteros, a la hora de comprar y a la de casarse”. Sus años lejos de Córdoba le han quitado ciertos modismos clásicos. No dice ni “guaso” ni “caiate”, pero tiene esa cosa viva de la provincia que parió clásicos del humor como la revista Hortensia o el Negro Alvarez.

Mientras los más viejitos se arriman al mar, como distraídos, para ver desfilar a las chicas, los más jóvenes –como hay lugar– juegan al fútbol, una elección que muchos juzgan impropia, teniendo en cuenta el entorno de bikinis y pareos. Uno de los futbolistas, como toda respuesta, trata de hacer comprender que en lugar de indiferencia hay especulación: “Estamos tratando de ver si es cierto que existen las botineras amateurs”. Otro que se hace el verano en la playa es Germán, artesano de Palermo. “En el resto del año hago las artesanías y ahora las trato de vender..” Por 25 o 35 pesos se pueden comprar pulseras, colgantes y anillos con semillas de Brasil , y piedras semipreciosas de España y otros lugares de Europa.

El de ayer, para los veraneantes, fue un día de gloria. Los porteños eran los más felices cuando se enteraron de los más de 40 grados registrados en su ciudad.

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Imagen: Leandro Teysseire
 
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