Martes, 5 de junio de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › VILLA LA ANGOSTURA CONMEMORó EL AñO DE LA LLUVIA DE CENIZAS
Ayer se recordó un año de la erupción del volcán Puyehue. Villa La Angostura, una de las localidades más afectadas, experimentó una recuperación notable y lo festejó con un volcán de chocolate gigante y a puro optimismo.
Por Guido Piotrkowski
El 4 de junio de 2011, a las 15.30, en Villa La Angostura, súbitamente, se vino la noche. En pocas horas el jardín de la Patagonia se cubrió de un manto gris, los rayos sacudieron el pueblo, cayeron piedras y toneladas de ceniza, seguidas de una lluvia de arena. El desconcierto y el miedo se apoderaron de los pobladores. Se cortó la luz y sobrevinieron días sin agua potable. La explosión del volcán Puyehue, a sólo treinta kilómetros de aquí, sorprendió a toda la población. Los más asustados hicieron las valijas y huyeron, literalmente. Se calcula que unas cuatro mil personas, de las doce mil que habitan aquí aproximadamente, según el último censo, partieron, aunque la mayoría regresó una vez pasada la tormenta.
La villa quedó inmersa en la desolación total. Los testimonios de aquella fatídica tarde estremecen. Como el de Yanina Caparro, kayakista barilochense, quien creyó que se venía el Apocalipsis: “Pensé que se abría la tierra y nos tragaba”.
Ayer, a un año de la catástrofe natural que tuvo en vilo a gran parte de la Patagonia durante ocho meses, Villa La Angostura era pura sonrisa. Es que nadie, absolutamente, auguraba una recuperación tan rápida. Hoy, el verde le ganó al gris, así como el optimismo a la incertidumbre. La villa está limpia de cenizas y los turistas, de a poco, van retornando. Semana Santa fue record de visitantes (83 por ciento de ocupación) y los fines de semana largos de mayo fueron muy concurridos también. Todos aquí apuestan a una buena temporada de invierno, aunque el fuerte sea el verano.
“Un año atrás no hubiésemos pensado que íbamos a estar en esta situación. Las proyecciones y predicciones que se han hecho quedaron largas para lo que fue el trabajo de recuperación y el mismo laburo de la naturaleza. Hoy estamos muy contentos de poder estar en las condiciones que estamos y con las perspectiva que tenemos”, se entusiasma Marcelo García Leyenda, secretario de Turismo local.
Los últimos vestigios de cenizas se vieron los primeros días de marzo. Hoy, el cielo vuelve a estar pintado de celeste y las montañas ya insinúan un manto blanco. La sorprendente recuperación se festejó ayer con una fiesta a la que no faltó nadie. Autoridades locales, provinciales y nacionales. Los guardaparques, que junto con Defensa Civil, Prefectura y el Ejército pusieron el hombro en los días álgidos. Pobladores que perdieron todo su ganado, comerciantes que pasaron la peor temporada de su historia. Todos hacían fila para tener su lugar dentro del gimnasio municipal, que se vio colmado.
A las 15.30, a un año exacto de la erupción, sonó la sirena de los bomberos. El caos y la incertidumbre vividos en aquel entonces mutaron en pura emoción y alegría. Las lágrimas se confundían con sonrisas y los aplausos. Las bandas de la Policía y la Prefectura entonaron temas festivos. Nada de tristeza ni actos solemnes. Se sucedieron Los Auténticos Decadentes y varios enganchados de música brasileña, más parecido a un carnaval carioca que a la conmemoración de una fecha triste. La consigna estaba clara, lo peor pasó, al futuro se lo afronta con alegría. La gente aplaudía, lloraba, se abrazaba. Una mujer alzaba un cartel con la bandera argentina: “Angostura, lo hicimos”.
Poco después llegó la hora del Himno Nacional y luego el provincial. Enseguida se proyectó un emotivo videoclip del fotógrafo local Osvaldo Peralta, con imágenes tremendas de los peores días. “Al principio fue una gran incertidumbre, no sabía qué hacer, qué sería de los días venideros, sobre todo con mi trabajo –recuerda el fotógrafo–. Luego, hubo que adaptarse a la situación. El mismo día saqué las primeras fotos y al otro día empecé a registrar.” Muchas de esas imágenes recorrieron el mundo. “Me empezaron a llamar de agencias internacionales y de medios de todo el país. Me hice reportero gráfico de un día para el otro.”
“Nuestro paraíso nuevamente de las cenizas renacerá”, dijo el locutor antes de dar paso a la entrega de diplomas en reconocimiento a todos los que colaboraron durante la emergencia. “Entregamos a las instituciones, porque si tenemos que darles a las personas deberíamos entregar 15 mil certificados”, bromeó seriamente el locutor. Así, pasaron a recibir su homenaje miembros del cuerpo de guardaparques, Defensa Civil, bomberos, la Cruz Roja y el Conicet, entre otros que colaboraron en los peores momentos.
Roberto Cacault, intendente local, le dijo a Página/12: “Esto es lo que se necesitaba, levantar el espíritu. Es un orgullo conducir los destinos de este pueblo que tuvo la fuerza y la solidaridad para salir adelante. Hay que amar a la tierra, contra eso nadie puede pelear”.
Afuera, los niños se agolpaban para llevarse uno de los cuatro mil volcancitos de chocolate que hicieron los chocolateros locales para que la gente se llevara un recuerdo dulce, luego de tanta amargura. También se hizo un gran volcán recubierto de chocolate que quedará como símbolo en la ciudad. El acto finalizó con una suelta de globos, en la que cada uno ataba un papelito con un deseo, como el de Maia Diem, simple y sincero: “Deseo que la villa siga estando tan linda como hoy. Que no volvamos a lo que pasó”.
Marcos Arretche, director de Defensa Civil en La Angostura, uno de los que trabajó a destajo durante la crisis del volcán, recuerda las primeras impresiones: “Nosotros decíamos que esto parecía una película de Spielberg, porque realmente superaba la realidad, parecía ficción. Nunca nos imaginamos que en un año podíamos estar como estamos. Hablábamos de más de tres años para volver a estar en la normalidad”. El hombre habla y se emociona: “Encontrarse hoy con toda esa gente que en aquel momento estuvo en una situación tan difícil, y verla hoy en esta situación tan diferente, es recordar un poco todo eso, pero con una felicidad inmensa de poder estar donde estamos ahora. Esto te demuestra que es un pueblo en alza. La Angostura es un ejemplo para cualquier lugar recóndito del mundo de demostrar que se puede salir de la adversidad”.
Simón Puyó, presidente de la Asociación de Hoteles y Restaurantes de Villa La Angostura, también se muestra sorprendido por la pronta recuperación: “Esto es impresionante, ni el más optimista se lo esperaba. Va a estar bárbaro este invierno. Las reservas están al mismo nivel que años anteriores. La gente pregunta y quiere venir”. Alberto Lupinacchi, dueño de la hostería Lancuyen, se siente feliz: “Las expectativas son buenas, hay perspectiva de que venga mucha gente”.
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