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En el segundo de los alegatos por la defensa de los acusados, el defensor oficial Hernán Molina desplegó una estrategia en varios movimientos. En primer lugar negó que Marita Verón haya sido secuestrada (se habría ido por su propia voluntad y en una moto conducida por su cuñado). Luego procuró desacreditar a una testigo –víctima de trata rescatada de una red que la explotaba– que vio a Verón secuestrada en casa de dos de sus defendidos, cuando ella se encontraba en las mismas condiciones. Finalmente, ateniéndose a pistas de la instrucción –sospechadas muchas de ellas, como había señalado la semana pasada la querella– y desestimando información surgida durante el debate oral, Molina pidió que sus clientes sean absueltos. Daniela Milhein, Alejandro González y Juan De Robertis (acusados por haber retenido secuestrada en su casa a Marita y luego haberla trasladado a La Rioja, los dos primeros; ex encargado del prostíbulo riojano El Desafío el tercero) fueron injustamente imputados y acusados, aseguró el defensor oficial Molina. En el camino, sin notarlo, dio por cierto que Irma Medina y sus hijos, los mellizos Chenga y Chenguita Gómez, viven de la prostitución ajena. Lo tuiteó el abogado Carlos Garmendia, querellante: “El defensor Hernán Molina define los negocios de Mama Lili y sus hijos como prostíbulos”.

Concluido el alegato de Molina, y luego de que el jueves de la semana pasada hiciera lo propio el abogado de María Jesús y Víctor Rivero, el juicio continuará hoy, con el alegato de la defensora del ex policía Pascual Andrada. Con él restan aún los alegatos de la defensa de ocho de los trece acusados.

El defensor oficial Hernán Molina ocupó cerca de 20 de los primeros minutos de su exposición en agradecer a sus colegas de las defensas y de la querella, al tribunal y la fiscalía, a los acusados, a los periodistas, quienes además, dijo, durante el tiempo de debate oral forjaron “una linda amistad”. Luego, antes de adentrarse propiamente en el alegato, procuró dar cuenta de los materiales con que abordaría su exposición: a diferencia de la querella, basaría su alegato en literatura del Derecho argentina. “¿Qué voy a andar citando a un jurista alemán?”, razonó.

Entonces desarrolló su hipótesis. Marita Verón no habría sido secuestrada: habría abandonado a su familia a bordo de la moto de su cuñado, Adrián Catalán. Luego habría recalado en Córdoba, donde habría decidido dedicarse a la prostitución.

El defensor Molina también aseguró que Fátima M “no es una víctima de trata de personas”. La testigo de identidad reservada que contó cómo Daniela Milhein y su marido Alejandro González la retuvieron en su casa, drogada y en contra de su voluntad, y cómo allí vio a Marita por primera vez, habría mentido redondamente. Tampoco habría dicho la verdad al contar que vio a Marita en otra oportunidad. Fátima M, rescatada en un allanamiento a un prostíbulo y cuya causa tramita en la Justicia penal, faltaría a la verdad. “Es una pena que la ley de trata de personas ampare a gente como esta señorita mentirosa”, lamentó. Molina aseveró que si Fátima M es víctima de algo, lo es de “violencia familiar”. Por ello pidió que fuera detenida por falso testimonio.

Daniela Milhein, Alejandro González y Juan De Robertis, reflexionó Molina, fueron “víctimas de la astuta manipulación de los medios, ellos nunca tuvieron antecedentes penales”. Además, señaló, “el único punto de coincidencia entre Milhein y María Jesús Rivero (acusada por la fiscalía como autora intelectual del secuestro de Marita) es que ambas tuvieron un hijo de Rubén Ale”, el ex presidente de San Martín de Tucumán, no acusado, pero sí mencionado reiteradamente durante el proceso.

Molina pidió que se investigue y detenga al padre del hijo de Marita Verón, David Catalán, y a la enfermera Patricia Soria (no imputada, pero sí señalada por Susana Trimarco como entregadora).