Jueves, 22 de noviembre de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › CELEBRACIóN A VEINTE AñOS DEL PRIMER TRASPLANTE HEPáTICO INFANTIL EN EL GARRAHAN
Desde 1992, el hospital pediátrico realizó alrededor de 600 trasplantes de hígado. Ayer festejó el hito con 80 de esos pacientes. Estuvo el primero, que fue operado cuando tenía once años. Y la última, una nena de San Luis, de cuatro. Las historias de unos y otros.
El Hospital Garrahan realizó alrededor de 600 trasplantes hepáticos a niños de todo el país a lo largo de su historia y fue el primer centro público argentino en practicar ese tipo de cirugía hace veinte años. En el acto que organizó el Ministerio de Salud de la Nación a través del Instituto Nacional Central Unico Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) y el Hospital Garrahan ayer, en Parque Norte, participaron 80 pacientes trasplantados, entre ellos Guillermo Brandán, que inició la saga exitosa el 21 de noviembre de 1992 cuando tenía once años. “Todos me dicen que hoy es mi segundo cumpleaños, y para mí lo es porque volví a nacer”, expresó el joven a Página/12. El trasplante de hígado es el único y último recurso que tienen los pacientes con una enfermedad hepática terminal para poder resolver su patología y se realiza con donante vivo o cadavérico.
Brandán, el primer paciente que recibió un hígado donado en un hospital público, recuerda a sus 31 años ese difícil momento. “Tenía once años y una hepatitis crónica autoinmune que empezó a los siete años y que hasta mi trasplante fue la etapa más crónica en sí. Era complicado hacer un tratamiento para que retrocediera la enfermedad porque ya estaba muy avanzada cuando me la detectaron, entonces la única opción era esperar un donante.” “En ese tiempo empecé a comprender lo que era la vida y la muerte. Tomé conciencia de que me tenía que aferrar a algo y decidí aferrarme a vivir, seguí y con la ayuda de todo mi entorno familiar, de mis amigos y de los excelentes profesionales médicos que me atendieron hoy puedo decir que estoy vivo y muy agradecido”, añadió. “Donar órganos es dar vida a las personas que lo necesitan. Si bien uno nunca va a reemplazar a ese ser querido que se pierde, le queda la satisfacción a la familia que perdió ese ser de haber ayudado a otra persona y evitar la muerte”, comentó Brandán.
Por su lado, el cirujano Oscar Imventarza, quien realizó hace 20 años en el Garrahan el primer trasplante hepático a Guillermo, sostuvo que el mayor triunfo para él “fue verlo rehacer enseguida su vida”. “Ver que 600 pacientes han tenido la chance de tener una segunda oportunidad es increíble, nos emociona a todos este tipo de acontecimientos”, agregó.
“Recuerdo que ese primer trasplante en el Garrahan estuvo traducido en muchas horas de tensión. Lo que antes nos demoraba 16 horas, hoy nos requiere entre seis u ocho horas, según el nivel de complejidad de cada caso”, explicó Imventarza. “En el Hospital Garrahan realizamos alrededor de cuatro procedimientos de trasplante hepático por mes. Con 90 por ciento de sobrevida, este centro de salud es un referente de alta complejidad a nivel mundial”, añadió el cirujano.
Por su parte, Daiana Amorín, 20 años, que recibió dos trasplantes hepáticos en 1997 cuando tenía cinco años y estuvo casi seis meses internada en el Garrahan, dijo a este diario que se siente “muy feliz”. La joven sufrió una histiocitosis X –una enfermedad parecida al cáncer– que afectó varios órganos de su cuerpo, entre ellos su hígado. “La pasé muy feo, mi mamá vivía llorando por los rincones y suplicaba para que yo no me muriera. Aprendí que nunca hay que bajar los brazos, siempre hay que seguir luchando y no dejarse vencer, y ahora mi mayor sueño es empezar a estudiar abogacía”, expresó la joven.
En tanto, Diego Musacchio, padre de Ana, de cuatro años, la última paciente trasplantada el 11 de octubre pasado, señaló que “gracias a Dios mi hija tuvo una segunda oportunidad y estoy feliz de haber sido el donante del hígado que necesitaba ella, que padecía de una atresia de vías biliares desde su nacimiento”. “Me siento muy bien y quiero volver a casa y jugar con mis amigos”, expresó la pequeña Ana, que vive en la provincia de San Luis.
El ministro de Salud nacional, Juan Manzur, dijo que “esto es lo mejor que le podemos rendir a la vida. Este no es un evento más, por decirlo de alguna manera es una celebración no apta para cardíacos por la emoción, el amor, la esperanza que se percibe acá”. “Este homenaje a la vida es algo que es institucionalizado como una política de Estado”, agregó.
Informe: Sabrina Améndola.
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