SOCIEDAD › LA CIUDAD SE CONVIRTIO EN LA NUEVA MECA DEL TURISMO HOMOSEXUAL
Buenos Aires gay
Ya hay dos hostales exclusivos, cuatro agencias propias, un mapa del circuito gay y hasta clases de tango entre varones. Buenos Aires está recibiendo una avalancha de turistas gay tentados por el dólar barato, la oferta cultural y el nuevo mito de la belleza de los argentinos.
Rubén pasea por la avenida Santa Fe con un grupo de amigos. Son turistas, todos colombianos, de Medellín. “Qué lindos son los argentinos”, comenta al cruzarse con un muchacho de unos 20 años que lo dejó conmovido. El resto del grupo asiente: el mito de la belleza argentina ya no es propiedad exclusiva de sus mujeres. Y se difunde con gran rapidez entre los homosexuales del mundo entero, que cada vez en mayor número eligen a Buenos Aires como destino turístico. El cambio favorable del dólar, la oferta cultural, la vida nocturna y, por supuesto, los hombres son algunas de las razones que los deciden a venir a este costado del mundo, dejando de lado destinos clásicos del turismo gay como Ibiza o el Caribe. “Buenos Aires, a diferencia de otros países del Tercer Mundo, es barato pero a la vez lujoso, tiene glamour”, explica François, un belga de 32 años que vino por unos días y se quedó varias semanas. El fenómeno es de tal magnitud que Buenos Aires figura en la guía turística Spartakus –la mayor de este segmento– como la indiscutible capital gay del continente. La ciudad ya cuenta con varios hoteles y agencias de viaje exclusivas para la comunidad, tiene un mapa gay para orientar a los visitantes y hasta ofrece clases de tango entre varones. El gobierno porteño también se sumó a la movida y ya comenzó a promocionar el tema a nivel mundial.
“En Miami, todos hablan de Buenos Aires. Que sus museos, que sus chicos, que sus boliches. Y bueno, encima está tan barato que casi no lo pensamos y nos vinimos. Queríamos ir a Marruecos y España, pero después del 11 de septiembre y la guerra de Irak preferimos venir a un destino más tranquilo”, cuenta Víctor, mientras toma una copa de vino en el lobby de Bayres Bed & Breakfast, uno de los dos hospedajes exclusivamente gays que existen en la ciudad.
El, como otros cientos de homosexuales de distintas latitudes, comenzaron a llegar a Buenos Aires en los últimos meses, en parte atraídos por los bajos precios, pero también por otra serie de factores que son tomados muy en cuenta por la comunidad homosexual a la hora de elegir un destino donde pasar sus vacaciones. “Buenos Aires, además de ser una ciudad con una interesante oferta cultural, está ganando fama dentro de la comunidad como un destino gay-friendly. Esto tiene que ver con saber que nadie se va a escandalizar por ver dos chicos de la mano o dándose un beso, ni que van a ser perseguidos por la policía”, explica Carlos Melía, socio gerente de Pride Travel, una de las principales agencias orientadas hacia la comunidad que abrió sus puertas hace tres meses.
En esta “amistosa” definición tuvo mucho que ver la reciente sanción de la ley de unión civil para parejas del mismo sexo promulgada en diciembre último por la Legislatura porteña. No hay guía ni sitio en Internet relacionado con el turismo que no haga mención a este tema como una muestra clara del respeto por la diversidad sexual que existe en la ciudad. “La sanción de la ley llegó a todo el mundo y, si bien para los europeos quizá no resultó tan importante, para los latinoamericanos, acostumbrados a vivir en sociedades muy cerradas, generó una imagen de una Buenos Aires muy vinculada a la de un lugar donde cada uno puede vivir su sexualidad libremente”, analizó Melía, quien junto con la gente de Bleucards editó el mes pasado el primer mapa gay de la ciudad, que fue declarado de interés turístico por el gobierno porteño.
En el mapa es posible ubicar desde los restaurantes y las discos de la ciudad propios para gays o para lesbianas hasta los lugares que ofrecen servicio de acompañantes. También, por supuesto, la dirección de los hoteles gay-friendly, denominación que cada día es más solicitada por las cadenas hoteleras, pero que sólo unas pocas pueden sostener en los hechos.
“Ser gay-friendly tiene que ver con una cuestión de actitud, pero también de información. Es decir que si viene un chico con su pareja no lo miren mal cuando piden una habitación con cama matrimonial, y además que los recepcionistas puedan recomendarle al pasajero lugares gay donde comer o ir a bailar”, explica Daniel, de producciones, que tiene en sus manos desde hace dos años la representación de la cadena internacional Howard-Johnson frente a la comunidad gay-lésbica. “Hoy, en el Howard- Johnson de la calle Florida, cerca del diez por ciento de la ocupación proviene de este segmento”, agrega.
Además de los hoteles gay-friendly, Buenos Aires cuenta para el público más exigente con dos Bed & Breakfast exclusivos para la comunidad gay. Bayres es uno de ellos. “Con Marcelo, después de la crisis del 2001 nos íbamos a ir del país, pero un día vimos en la tele un especial sobre los Bed & Breakfast, nos gustó la idea, y decidimos abrir uno orientado a la comunidad”, relata Carlos, uno de los dueños de este hostal de la zona de Palermo Hollywood. Con sólo cinco habitaciones, el lugar logra el trato personalizado. “Si fueran a un hotel común, seguramente los pasajeros se andarían cuidando y escondiéndose por el qué dirán, en cambio acá pueden mostrarse sin problemas y pedir toda la información que quieran”, añade.
–¿Los pasajeros vienen solos o en pareja?
–Hay de todo, de todos lados y de todas las edades. Lo interesante es que los gays no tienen chicos a quien mantener y por eso destinan gran parte de su ingreso a viajar; por eso son un público muy buscado por las aerolíneas y las agencias de viaje.
Similar análisis realiza Claudia Acerbi, de Calú Travel, agencia que durante el verano montó la playa gay en Mar del Plata. “En la comunidad gay hay ricos y pobres como en todos lados, la diferencia está en que, al no tener hijos, orientan mucho más su gasto hacia el esparcimiento. Además, el ingreso promedio de los hombres, y en este caso tenemos dos, es superior al de las mujeres.”
Pero así como disponen de más recursos, también son mucho más exigentes en cuanto a los estándares de calidad que reclaman del servicio que se les brinda. “Son muy exigentes y reclaman sobre todo confidencialidad y seguridad. Por ello Río, al volverse tan inseguro, cayó mucho como destino gay, ayudando también en cierta medida a este boom de Buenos Aires”, sostiene Roberto Fucci, director de Allibi Viajes, empresa que está preparando la “Bariloche gay week”, una semana en la nieve con fiestas y juegos en el Catedral.
La idea, tomada de las grandes ciudades como Amsterdam o Londres, también está intentando ser impulsada a mayor escala en Buenos Aires. “Lo que pasa es que aquí todavía las grandes marcas no se atreven a auspiciar eventos gays por miedo a perder otros segmentos del mercado. Es un temor que ya ha sido casi totalmente superado en Estados Unidos y Europa. Si hasta Disney World tiene su gay week, donde todos los parques de diversiones son cerrados para la comunidad”, destaca Melía.
El gobierno porteño también se sumó a la promoción gay: “Desde hace un año y medio estamos impulsando en algunos congresos internacionales a Buenos Aires como destino gay, ya que es un público muy vinculado a la cultura, y nuestra ciudad tiene mucho para ofrecer en ese ámbito”, cuenta el subsecretario de Turismo porteño, Jorge Purcciariello.
Los turistas tienen una amplia gama de opciones para visitar Buenos Aires y sus alrededores, como complemento de los destinos turísticos tradicionales como San Telmo o la Recoleta. Desde una isla gay ubicada en el Delta con asado y té incluido, hasta clases de tango entre muchachos o una vuelta por los “cruising points” (lugares de encuentro) ubicados, por ejemplo, en la esquina de Santa Fe y Pueyrredón, o parque Las Heras, muchas son las posibilidades que ofrece la ciudad antes de la noche, cuando los lugares estrella son los restaurantes y las discos gay como Palacio, Amerika o Glam.
En menor medida que los homosexuales varones, las chicas también tienen su circuito para bailar y pasar el rato, como el boliche Marlene, ubicado en Almagro, o UNNA, en el microcentro. Sin embargo, si bien existe una cierta oferta, todos los operadores turísticos coinciden en señalar que el movimiento de lesbianas es mucho más pequeño que el de lo varones. “De cada diez turistas, vienen ocho chicos y dos chicas”, ejemplifica Fucci, quien aclara que el tema cuantitativo no es el único matiz entre las dos comunidades. Los gays, en general, prefieren un turismo organizado, de cierto nivel, mientras las lesbianas suelen optar por ponerse la mochila al hombro y largarse a visitar pueblitos y lugares más cercanos a la naturaleza, en pareja o pequeños grupos. “En general, tienen un perfil más bajo y no gastan tanto en turismo”, dicen en Allibi, adonde recientemente llegó un contingente grande de lesbianas australianas.
De vuelta en Bayres, Víctor y sus amigos se preparan para ir a comer. Los espera a las 12 de la noche una reserva en Chueca, un concurrido restó bar de Palermo y después una fiesta en la megadisco Amerika, adonde esperan, con suerte, encontrar algún muchacho. Están cansados pero felices, seguros de un pronto regreso a la Drag Queen, a la capital gay de Sudamérica. “¿En qué otra ciudad del mundo podés por la mañana visitar los negocios más finos a precios de ganga, por la tarde ir a un lugar tan maravilloso como el teatro Colón y por la noche disfrutar de un ambiente abierto donde pasar un rato en buena compañía?”, se pregunta Víctor. Es Buenos Aires, la ciudad que acaba de descubrir el mundo gay.
Producción: Damián Paikin.