Miércoles, 2 de octubre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › LA RADIO QUE FUNCIONA EN EL HOSPITAL BORDA, CON LA PARTICIPACIóN DE LOS PACIENTES
Surgió por iniciativa de profesionales, necesidad de los pacientes y el padrinazgo de Lalo Mir. Con la ley de medios obtuvo una licencia y luego ganó un concurso de la Afsca para construir el estudio desde donde transmitirán todos los días.
“Lo pedís, lo tenés”, prometen algunas radios FM y a lo sumo pasan algún tema de moda, con el que igual van a taladrar al oyente hasta que lo disponga la compañía discográfica. Pero distinto es el caso de LT22 Radio La Colifata, que cumple 22 años y provee un lugar a los internos del Hospital Borda donde ser escuchados, hacer amigos, interesarse en algo y volver a conectarse con un mundo que les tiene miedo a base de prejuicios. Hoy lo celebra con una transmisión en vivo desde el hospital, de 6 a 18, por la 95.9. De aquel grabador de periodista de los inicios a la licencia obtenida junto a la sanción de la ley de medios y un subsidio de la Afsca para construir su propio estudio, ésta es su historia.
“¿Viste que los locos tienen una radio?”, habrá comentado algún oyente asombrado en 1991, al escuchar un audio de los colifatos en radios comunitarias o, luego, en la Rock & Pop, de la mano de Lalo Mir y el programa Aquí Radio Bangkok. Sin embargo, del otro lado sólo había un simple grabador, que dio origen a la idea colectiva de la existencia de Radio La Colifata, que la misma comunidad se encargó de hacer realidad.
“En 1990 yo integraba el grupo Cooperanza, que hacía talleres artísticos en el Borda los fines de semana y nos encontrábamos con una institución que sólo administraba los padecimientos de los pacientes, que podían pasarse toda la vida ahí adentro porque habían perdido toda perspectiva y noción de la vida social. La idea con la radio era crear un puente, condiciones de encuentro para que la gente pudiera perderle el temor a las personas diagnosticadas con un padecimiento mental. Era una radio sin antena y otros nos hicieron un lugar. Había que colarse y llegar a personas diversas con temor a la locura”, explicó Alfredo Olivera, psicólogo y fundador de La Colifata.
“Había una necesidad. Surge porque había un colectivo invisibilizado tras los muros al que se le restituye la dignidad de la palabra. La metodología era creativa, transformando una situación de carencia y dificultad en una posibilidad. Luego constatamos lo terapéutico: los protagonistas de la palabra estaban cada vez mejor.”
La mejora anímica de los colifatos coincidió con una mayor participación de la comunidad, que fue lo que posibilitó el crecimiento de la radio. “Todo lo que logramos lo conseguimos con la participación de la comunidad. El primer equipo de transmisión nos lo donó Don Américo, que tenía una FM barrial en San Miguel. Era un equipo de un watt, con una antena paragüita que Américo puso arriba de un árbol y se escuchaba a 50 metros. Ahí los internos empezaban a caminar para probar hasta dónde se escuchaba y les decíamos ‘Levantá la mano si escuchás’. Después subimos a clavarla en la terraza.”
“Entre 1994 y 1995 La Colifata era retransmitida por más de una veintena de radios. Era una botella lanzada al mar. Nos llegaban mensajes grabados de los oyentes con ideas e inquietudes. Así, una mujer se entera de la radio por un programa que hacía Nelson Castro y le manda una carta al programa Sorpresa y media y para el sexto aniversario teníamos un transmisor con más potencia”, recuerda Olivera. “La idea de una radio en el Borda fue una construcción colectiva –aclara–. Nos declararon de interés parlamentario y ni teníamos papeles. Pero el deseo colectivo nos dio más posibilidades y años después obtuvimos un permiso provisorio que se afianza con la ley de medios y el otorgamiento de la licencia.”
Más allá de esto, el proyecto tiene su carnadura en la población a la que la radio asiste, en una situación de extrema vulnerabilidad social. “Desde 2008 hicimos un seguimiento estadístico y constatamos varias cosas de los colifatos –comenta el fundador de la radio–. Al estado de vulnerabilidad psíquica se sumaba la vulnerabilidad social, con un 60 por ciento de los pacientes sin contacto con la familia y con un mundo social pobre o nulo. Además, más del 80 por ciento habían sido declarados inhábiles o insanos por la Justicia. Por último, más del 90 por ciento no trabajaba y un 75 por ciento sólo tenía el ingreso de la pensión por discapacidad que apenas alcanza para alquilar una piecita cerca del hospital. Esto quiere decir que los estabilizados no tienen dónde ir. Entre 2002 y 2004, más del 70 por ciento de los externados tuvo que volver al hospital monovalente.”
“Esto demuestra la carencia institucional de dispositivos de medio camino que posibiliten condiciones de reinserción. Está la gran institución y el abismo. Se le tienen que destinar recursos al hospital para que las personas vivan dignamente, pero pongamos recursos en un sistema que sea intersectorial, en red, y con la orientación de que los pacientes puedan sostener un proyecto de vida. Nosotros concebimos a los sujetos en situación. La dimensión psicopatológica no es la única variable. La persona no es un diagnóstico, puede devenir en cualquier cosa. Algunos se interesan en el periodismo radial, pero lo que se busca es que tengan la posibilidad de estar de otro modo.”
Los devenires llevaron a que dos sueños colifatos estén próximos a concretarse: la posibilidad de transmitir todos los días y tener su propio estudio de radio. “Hemos soñado con transmitir todos los días y desde 2011 tenemos una señal de prueba 24 x 24, con música más micros a través de Internet. También es un objetivo central poner un estudio fuera del Borda para los externos. Podemos trascender los muros porque se ganó un lugar. Queremos conservar el espacio de los sábados en el hospital y tener un lugar afuera. Hace 10 días ganamos por concurso un subsidio de la Afsca, a través del Fondo de Fomento Concursable, y vamos a montar el estudio en nuestra oficina de Villa Ortúzar. La idea es formar equipos mixtos entre externos y alumnos de escuelas de periodismo y que la radio sea un espacio de inclusión económica para quienes la hacen. Vamos a tener una buena antena y vamos a aumentar la potencia. Sí, se va a poder hacer.”
Informe: María Julieta Rumi.
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