SOCIEDAD › CUATRO MILLONES DE NIñOS ESTáN EN PELIGRO TRAS EL TIFóN EN FILIPINAS

La vida en tierra arrasada

Unicef advirtió sobre la situación que atraviesan los chicos en las zonas devastadas por Yolanda. Decretan el estado de “calamidad nacional”. “Paren esta locura”, gritó el delegado filipino en la Conferencia sobre Clima de la ONU. Historias de los que sobrevivieron y los que no pudieron lograrlo.

En Filipinas, el gobierno decretó el estado de “calamidad nacional” como consecuencia del desastre causado por el tifón Yolanda, que habría provocado la muerte de unas diez mil personas, según datos estimativos, cuando hay miles de personas desaparecidas. Los datos oficiales señalan que 4,5 millones de habitantes de 36 provincias fueron afectados por los vientos de más de 300 kilómetros por hora, mientras que son 330 mil los evacuados. Unicef estimó que cuatro millones de niños que viven en el país están en peligro por “el impacto en la salud de los habitantes, ya que se han producido daños en los sistemas de agua y saneamiento”. En Varsovia, ante la Conferencia sobre Clima de la ONU, el delegado filipino, Yeb Sano, pidió en tono desesperado y con lágrimas que le corrían por el rostro: “Paren esta locura”, en alusión a la necesidad de “acelerar la lucha contra el calentamiento global”, a la que imputó el nivel de virulencia del tifón. Sano inició una huelga de hambre “hasta que se llegue a un acuerdo significativo” en la conferencia.

“Mi país se niega a aceptar que hagan falta 30 o 40 conferencias sobre clima para solucionar el problema del cambio climático; nos negamos a aceptar que nuestra vida transcurra en un huir de las tormentas monzónicas, poner a recaudo a nuestras familias, sufrir destrucción y necesidad y tener que contar a nuestros muertos”, subrayó el funcionario filipino. En Manila, el Ministerio del Interior admitió dificultades para establecer el número de muertos y la cifra total de daños porque hay enormes problemas para comunicarse con las zonas afectadas.

Antes de la llegada del tifón Yolanda, el vigésimo cuarto en Filipinas en lo que va del año, los meteorólogos habían advertido que podría tener un efecto devastador, mayor que Bopha, que en 2012 dejó cerca de mil muertos. En Tacloban, capital de la provincia de Leyte, el ciclón del viernes dejó un paisaje de destrucción total, tras golpear la ciudad con ráfagas de hasta 315 kilómetros por hora y una crecida del nivel del mar de más de dos metros.

El superintendente local, Elmer Soria, precisó que la destrucción alcanza al 80 por ciento de la estructura de la ciudad, adonde enviaron tropas del ejército y policías para prevenir eventuales saqueos o hechos de violencia entre personas desesperadas ante la situación. Unicef estimó que unos cuatro millones de niños necesitan asistencia urgente y comenzó a organizar la distribución de alimento terapéutico, equipos sanitarios y kits de agua e higiene para unas 3000 familias en las zonas más afectadas de Tacloban.

La organización internacional señaló que, además de prevenir los problemas de salud derivados del desastre, hay que pensar que los chicos “también necesitan espacios seguros y protegidos para poder jugar y volver a estudiar, mientras los adultos trabajan para recuperar sus hogares y los medios de subsistencia”.

Por medio de la prensa se conocieron historias de sobrevivientes, como el caso de una embarazada, a punto de dar a luz, que estuvo dos horas aferrada a un poste para que no se la llevara la correntada. Luego tuvo que nadar, junto con su esposo, hasta llegar a tierra firme y ver nacer a una niña. Otra mujer relató ante los periodistas que una hija suya, a la que tenía agarrada de una mano para evitar que el agua se la llevara, se le escapó entre los dedos y desapareció en el torrente. La niña, antes de desaparecer, le había recomendado a su madre que se pusiera a salvo.

El presidente filipino, Benigno Aquino, declaró ayer “el estado de calamidad nacional”, que contempla una serie de acciones concretas para actuar en la emergencia. La norma sirve también para “controlar el precio de los servicios de base necesarios para la población” y “para prevenir el aumento del costo de los elementos de primera necesidad”.

Mientras el gobierno pide calma a la población para las personas que buscan agua y alimentos con desesperación, la policía anuncia un duro accionar ante eventuales delitos. “La gente dice que la situación obliga a las personas a acciones desesperadas; tenemos comprensión, pero no podemos aceptar la anarquía”, afirmó el portavoz policial Reuben Sindac en una entrevista con la televisión. Se enviaron más rescatistas a las zonas afectadas, pero la ayuda avanza con lentitud debido a la destrucción de rutas y aeropuertos.

“El gobierno nacional asumirá (los gobiernos locales) temporalmente y estaremos desplazando más gente para completar las posiciones que quedaron vacantes repentinamente”, dijo el presidente Aquino, luego de visitar ayer la ciudad de Tacloban. “No tenemos nada, no llega nada aquí”, aseguró por una emisora de radio Gilda Mainao, una sobreviviente de la catástrofe en Tacloban. “Por favor, por favor envíennos ayuda”, reclamó la mujer en tono desesperado.

Al puerto de Tacloban llegó ayer una embarcación con 140 toneladas de alimentos, ropas y otros elementos de ayuda humanitaria. Miles de soldados trabajaban en la remoción de escombros, mientras siguen llegando voluntarios de todo el mundo para colaborar. Se cree que son miles de muertos los que hay, tanto en esa ciudad como en Leyte y en la vecina provincia de Samar. La policía y los rescatistas confirmaron la muerte de al menos 552 personas, la mayoría ahogada por olas gigantescas parecidas a las de un tsunami.

El tifón también afectó al sur de China, donde hubo al menos 3 muertos y 39 mil evacuados, aunque en esa zona sólo se presentó como una tormenta tropical. En ese país, provocó daños en las provincias de Guangxi y Guangdong. En el distrito de Ningmin, los vientos corrieron a unos 120 kilómetros por hora y en menos de 24 horas llovieron 291 milímetros en las áreas de Beihai, Fangcheng y Shangsi.

El fenómeno climático tuvo un efecto mucho más fuerte en la isla de Hainan, en el este de Vietnam, donde los afectados fueron 480 mil, según informó la oficina local de Defensa Civil. Además, hay 7 personas desaparecidas, miembros de la tripulación de un barco que estaba navegando cerca de las costas de Hainan. Otros problemas se vivieron en la zona turística de la bahía de Ha Long, con fuertes vientos y lluvias torrenciales. Ha Long, a unos 120 kilómetros de Hanoi, es uno de los lugares turísticos más populares de Vietnam. De todos modos, se dijo que ningún visitante sufrió daño alguno.

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Los cadáveres están desparramados por todos lados; la ayuda tarda en llegar.
Imagen: EFE
 
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