SOCIEDAD › EL TRIPLE CRIMEN DE LA EFEDRINA

Intento de fuga

Limaron los barrotes de la reja hasta que lograron desmontarla. Taparon la evidencia con cal, procurando así engañar a los guardias. Afuera del penal de Sierra Chica, un supuesto grupo de cómplices estudió la zona, pero no logró pasar inadvertido. En definitiva, el plan de fuga de los presos fracasó a mitad de camino. Marcelo Schillaci y los hermanos Christian y Martín Lana-tta, tres de los condenados a prisión perpetua por el triple crimen de General Rodríguez, intentaron sin éxito escaparse de la cárcel. El Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) pudo frustrar la evasión. El mes pasado, casualmente, la Justicia había ratificado las condenas de los tres detenidos.

El intento de fuga se registró el viernes, aunque se dio a conocer recién ayer. Schillaci, de 32 años, y los hermanos Christian y Martín Lanatta, de 38 y 39 años respectivamente, llegaron a limar y desmontar una de las rejas del pabellón. Pero los penitenciarios, alertados por unos movimientos extraños en el exterior, detectaron y detuvieron a tiempo el plan de fuga. En las celdas de los detenidos se secuestraron tres teléfonos celulares. El episodio fue comunicado formalmente por el SPB al Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Mercedes, que en diciembre de 2012 condenó a prisión perpetua a los tres acusados por los asesinatos de los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina.

La Justicia, en ese entonces, los consideró “partícipes primarios” de los delitos de “privación ilegal de la libertad agravada en concurso real con homicidio agravado por ensañamiento, alevosía y por la participación de más de dos personas”. Como prueba central, los magistrados tomaron en cuenta el entrecruzamiento de llamados telefónicos que determinó que los alertas de los equipos de radio Nextel de los acusados coincidían con los lugares donde se fueron produciendo los hechos. También se valoró a un testigo al que Martín Lanatta le confesó los crímenes y otro que escuchó que los Schillaci se jactaban de haberlos cometido y de haber cobrado 200.000 pesos por ello. El fallo fue apelado y, el 28 de noviembre pasado, la Sala III de la Cámara de Casación Penal de la provincia confirmó las penas máximas.

Para el tribunal oral que los condenó, el móvil de los homicidios fue que las víctimas querían entrar en el negocio del tráfico de efedrina y esto ponía en riesgo el negocio de Martín Lanatta y, principalmente, de su socio, el aún prófugo empresario Ibar Esteban Pérez Corradi, acusado como presunto autor intelectual.

Todo comenzó el 7 de agosto de 2008, cuando Forza, Ferrón y Bina fueron convocados por Martín Lanatta en el supermercado Walmart de Sarandí, en Avellaneda, para participar de una reunión vinculada con la venta ilegal de efedrina. Desde el supermercado, los tres hombres fueron llevados engañados hasta la casa de Cristian Lanatta, en Quilmes.

Los investigadores determinaron que las tres víctimas fueron ejecutadas arrodilladas y por la espalda de varios balazos, usando las dos pistolas del propio Forza: una calibre .40 y otra 9 milímetros. Sus cuerpos fueron conservados en freezer para despistar a los investigadores respecto de la hora del asesinato. Los cadáveres fueron arrojados en un zanjón de General Rodríguez, donde fueron encontrados seis días después, el 13 de agosto, con signos de haber estado maniatados por la espalda con precintos.

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Imagen: Alfredo Srur
 
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