Dalma Emilce Lobo le contó a Página/12, en el mes de marzo, las penurias sufridas en distintas cárceles argentinas, antes de obtener la opción de prisión domiciliaria, en compensación por todo lo que le había pasado entre rejas. El jueves, cuando salía de la casa en donde vive para ir hasta la sede del Ministerio de Desarrollo Social porteño, en Pavón y Entre Ríos, fue agredida en la calle y le robaron todas sus pertenencias. “Iba caminando por la calle Sáenz Peña y un joven se me acercó para robarme y me pegó una trompada en la cara”, le relató Emilce a este diario. En ese momento perdió el conocimiento y cuando despertó “estaba internada en el Hospital Ramos Mejía, con custodia policial, y en vez de investigar para saber quién me había asaltado, me enteré de que estaba acusada de tentativa de robo”. Emilce, que ahora volvió a estar en una celda, en prisión, hace responsable de lo sucedido “a la comisaría 18ª (de la Capital Federal), que fue la que armó un expediente trucho en el que me imputan la supuesta tentativa de robo, cuando en realidad a la que la robaron fue a mí”.

Con autorización judicial, Emilce, el jueves pasado por la mañana, salió de su casa para ir a De- sarrollo Social a retirar unos remedios y con posterioridad tenía que ir al Hospital Muñiz para ser atendida, porque tiene “un nódulo pulmonar” por el que debe recibir atención médica ambulatoria. En esas circunstancias, cuando caminaba por la calle Luis Sáenz Peña, hacia la oficina de Desarrollo Social, fue atacada por “un joven que apareció de golpe y me pegó una trompada en la cara”, lo que le produjo una herida que fue registrada por un fotógrafo de este diario, cuando ella era ingresada, esposada, a la comisaría 18ª.

Cuando despertó en el Hospital Ramos Mejía, una enfermera le contó que la habían traído desvanecida y con una herida en un ojo, por el golpe que le habían dado. “No te toques el ojo porque te dieron unas puntadas por la herida que tenías”, le dijo una enfermera, que fue la que le hizo saber “todo lo que me había pasado durante las dos o tres horas en las que estuve desvanecida”. En ese momento supo también que le habían robado la cartera con toda la documentación y hasta se llevaron la remera que llevaba puesta. “Me dejaron en tetas, tirada en la calle, sólo con los jeans.”

Cuando despertó, también supo algo que todavía no puede creer, dado que “me acusan a mí de tentativa de robo, cuando fui la persona robada y golpeada, y cuando no tengo ni siquiera el recuerdo de todo lo que me pasó en la calle”. El sábado por la noche, en una celda del penal de Ezeiza, aconsejada por su abogada, Luciana Sánchez, estaba por presentar un hábeas corpus ante un juzgado de Lomas de Zamora, para que la sacaran del Complejo IV de Ezeiza donde la habían llevado, dado que “en este mismo lugar están Lorena Terraza, Clarisa Sarti y otras personas que fueron las que me golpearon y agredieron en la cárcel de mujeres y hasta me prendieron fuego; yo no puedo volver a estar en este lugar”.

Emilce, que continuaba presa en Ezeiza, estaba esperando declarar ante el juez de Lomas de Zamora y pedir que “me dejen en libertad de nuevo o que al menos me lleven a un lugar donde no estén las personas que me han perseguido y maltratado en la cárcel”. Después tiene que ver “qué sucede con la causa que me ‘armaron’ por tentativa de robo y que tiene que ver con la persecución de la comisaría 18ª; yo no hice nada, no le intenté robar a nadie, y ahora me acusan sólo para propiciar que me saquen del régimen de prisión domiciliaria y me hacen volver a la cárcel para que me sigan torturando”.