SOCIEDAD › NUESTRO VERANO NO SERA COMO EL EUROPEO PERO SE LE PUEDE PARECER
Pronóstico para ir buscando sombra
Los expertos en clima no descartan picos sofocantes, pero coinciden en que no habrá una réplica de la ola del Hemisferio Norte.
Miles de muertos, sequías prolongadas, incendios forestales, desabastecimiento energético y pérdidas millonarias –excepto para la industria cervecera y las funerarias– fueron las principales consecuencias de la ola de calor que hace poco más de un mes afectó a Europa. A tres meses del inicio del verano, ¿podrían sentirse en el país temperaturas superiores a los 40 grados durante dos semanas seguidas, como ocurrió en el Viejo Mundo? Página/12 consultó a meteorólogos e investigadores en climatología: todos coincidieron en que los factores que posibilitaron el calor europeo no incidirán en la Argentina aunque reconocieron que, debido al calentamiento global, no se descartan picos de temperaturas sofocantes. Por las dudas, un experto advierte que las grandes ciudades argentinas no están preparadas para afrontar una emergencia como la europea.
Enrique Rodríguez, profesor de Hidrología en la Universidad Nacional del Litoral, sostiene que “es probable una ola de calor, pero por causas ajenas a las de Europa; el aumento global del clima puede exacerbar los extremos de la temperatura”. Para Rodríguez, “lo más importante es si la Argentina está preparada para estas cosas. En el Norte están acostumbrados a las altas temperaturas pero en las grandes ciudades no: en este sentido Buenos Aires es una ciudad peligrosa, porque al igual que lo que sucede con las lluvias, no está en condiciones para prevenir un calor sofocante: no puedo creer que los franceses están peor preparados que nosotros”, señaló.
Para Mario Núñez, director del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera (CIMA), “es un desafío saber qué pasará en el verano. Estamos inmersos en un problema de cambio climático por el aumento de la temperatura media del planeta, pero hasta ahora no hay indicios para asegurar que va a suceder lo mismo que en Europa”, dijo a este diario.
En los ‘90 se registraron los nueve años más cálidos de la historia (el de mayor temperatura fue 1998) y, a mediados de año, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertó sobre las consecuencias del cambio climático: “Los fenómenos meteorológicos y climáticos alcanzan niveles nunca igualados”; el planeta ha entrado en una fase “de desarreglo y agresión climática constante”, había difundido la Organización. La causa principal del aumento de la temperatura, que en el siglo XX fue de 0,6 grados sobre la media histórica, es el efecto invernadero: las emisiones de dióxido de carbono (producidas por la combustión de carbón, petróleo y gas) se concentran en la atmósfera e impiden el enfriamiento normal de la superficie terrestre.
Este año la mayoría de los europeos sufrió durante 12 días la ola de calor que afectó al continente en agosto: París (40 grados a la sombra), Londres (37,9) y Alemania (40,3) registraron record de temperatura; en Portugal se incendiaron casi 70 mil hectáreas de bosques; en Francia, 30 mil y en España 27 mil. En Francia, se estima que pudo provocar unas 10.000 muertes.
Para Walter Vargas, docente del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Universidad de Buenos Aires, “lo que pasó en Europa se debió a un calentamiento global. En Mendoza, Santiago del Estero, Chaco y Mendoza, la temperatura puede llegar a los 45 grados, como sucedió el verano pasado, pero no hay ninguna razón para pensar que el calor europeo repercuta en nuestro país”.
Las altas temperaturas que sintieron los europeos durante agosto se debieron a una entrada de aire del monzón centro-africano: a diferencia de años anteriores, las lluvias en el sur del Sahara fueron mayores a fines de julio y, con mayor vapor de agua, hubo un descenso compensatorio de aire sobre el Mediterráneo que impidió la formación de nubes y provocó el calentamiento de los suelos. “En Europa hubo una africanización del clima. Los tres sistemas meteorológicos que rodean el continente (el monzón, el anticiclón de las Azores y el centro ciclónico de la baja Islandia) se combinaron y provocaron descensos de aire caliente con mayorestemperaturas a las normales e impidiendo la nubosidad. Fue casi un azar”, explicó el jefe de Climatología del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Hugo Hordij.
“No tiene nada que ver esta circulación con la del Hemisferio Sur. En el caso de la Argentina, si el anticiclón del Atlántico Sur produce vientos más intensos de lo normal, el verano será fresco, porque los vientos son húmedos y provocan precipitaciones”, agregó Hordij. “La única forma de que haya temperaturas extremas es con una mayor actividad del Anticiclón del Pacífico, que afectaría al norte de la Patagonia con un verano muy seco. Pero hasta ahora no vemos que este anticiclón sea más intenso.” Según pronosticó el meteorólogo, “en el noroeste va a haber temperaturas superiores a los 40 grados, pero en Buenos Aires el verano podría ser más húmedo y fresco y quizás haya lluvias y tormentas por encima de lo normal”.
–¿Hay alguna posibilidad de que se registren temperaturas extremas en el verano? –preguntó este diario a Juan Carlos Labraga, investigador del Conicet y del Centro Nacional Patagónico.
–Si bien no hay forma de pronosticar cuán caluroso será el verano argentino, se puede afirmar que los incrementos de temperatura serán moderados por los océanos, cuya proporción es mucho mayor en el Hemisferio Sur que en el Norte. Pero como en los ‘90 se observaron temperaturas extremadamente altas en veranos sucesivos por el efecto invernadero, no me extrañaría que en el Norte argentino se registren temperaturas superiores a la media histórica.
Producción: Gabriel Entin.