Martes, 5 de mayo de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › TESTIMONIOS SOBRE LAS TORTURAS QUE SUFRIó LUCIANO ARRUGA
En la primera audiencia del juicio por la detención de Luciano Arruga, declararon su madre y dos amigos. Más allá de los golpes, describieron las humillaciones y amenazas de violación que sufrió el chico de parte del acusado. Hoy declara Vanesa, su hermana.
Por Horacio Cecchi
@La primera detención de Luciano Arruga, incluidos la paliza y amenazas, las marcas en el cuerpo, las humillaciones y el horror psicológico que sufrió el chico durante nueve horas y a partir de ese momento, formaron parte de las declaraciones del primer día de audiencias en el juicio que se lleva contra el bonaerense Julio Torales. Se trata de la detención que tuvo lugar el 22 de septiembre de 2008, cuando Luciano fue llevado al destacamento de Lomas del Mirador, cuatro meses antes de que el chico desapareciera. Declararon la madre de Luciano, un amigo y una amiga de Vanesa, la hermana; también la madre del policía acusado y dos médicos, uno de ellos policial, que lo revisaron con resultados diametralmente opuestos. El caso se lleva ante el Tribunal Oral en lo Criminal 3 de La Matanza. Y en él se juega la demostración de que para un chico de 16 años pasar nueve horas incomunicado, sufriendo humillaciones, golpes y amenazas a su integridad sexual y a su futuro, en términos callejero-policiales se define como verdugueo, y en términos jurídicos internacionales, tortura.
“Luciano me dijo que cuidara a sus hermanos y que envolviera su cuerpo con la bandera de River”, recordó Mónica Alegre, mamá de Arruga, ante los jueces Diana Volpicina, Gustavo Navarrine y Liliana Logroño. La mujer recordó que no entendió a qué se refería su hijo, hasta que se dio cuenta de que estaba aterrorizado después de que lo liberaran del destacamento de Lomas del Mirador. El policía que apareció vinculado según la declaración de Alegre fue Julio Torales, el mismo que ahora está sentado en el banquillo. La madre recordó que un patrullero la fue a buscar el 22 de septiembre de 2008, alrededor de las 11.30 de la mañana, para decirle que su hijo había sido detenido por un robo media hora antes.
Recién saldría liberado después de las 20. La madre describió cómo Torales le entregó a su hijo a esa hora y que él venía recriminando al policía que “le había pegado”. “Yo le venía diciendo que se callara –recordó la mujer– y él me dijo ‘sos una ortiba, sos igual que ellos, a vos no te pegaron ni te obligaron a comer un sandwich con gargajos.” La mamá recordó que después de ese día, Luciano no salía a la calle, estaba muy atemorizado, solamente iba a lo de la hermana, y que le recomendó que si veía un patrullero que cruzara de vereda. Alegre también recordó que meses antes, Luciano había recibido un “ofrecimiento para robar para la policía”.
También declaró Juan Gabriel Apud, amigo de Luciano, quien confirmó el relato de Mónica Alegre. Aseguró que a Luciano lo habían detenido en varias oportunidades “por averiguación de antecedentes o para no dejarlo trabajar con el carro” (ambos salían a cartonear). Recordó que habló directamente con Luciano al otro día de la detención y que esa vez lo habían golpeado. “Me contó que lo detuvieron y que lo verduguearon. Tenía un golpe en el pómulo, en la espalda tenía unas rayas violetas, como si fueran las marcas del bastón de la policía. Me dijo que lo tiraron al piso, lo escupieron”, y recordó que a partir de entonces no quiso salir más a juntar cartones.
Como testigo de la querella también declaró Rocío Gallegos, amiga de Vanesa, con quien compartía vivienda en aquel momento. Dijo que al día siguiente de la detención se dio cuenta de que en la casa había dormido Luciano y escuchó una llamada telefónica que hizo Vanesa a Torales, a quien le recriminó que le había pegado y la escuchó decirle “‘vos fuiste el que le dijo que lo iban a llevar a la octava al pabellón de violines’ (violadores)”. La mujer se quebró cuando dijo que “me impactó mucho porque era un chico muy respetuoso, muy retraído, y me doy cuenta de lo que habrá vivido”.
También declaró Zulma Robles, madre del acusado, convocada por la defensa como testigo de concepto. Robles dijo que dejaron a su hijo sin apoyo, que era “un perejil”.
Dos médicos también dieron su testimonio. Mariana Fontela, médica policial, lo revisó y no le encontró nada. “Lo llevaron a las 11.30 y lo trajeron de vuelta al destacamento a las 13 –dijo a Página/12 Maximiliano Medina, del CELS, uno de los abogados querellantes–. Y claro, hay que ver qué le hicieron a Luciano desde esa hora hasta las 20, que lo largaron.”
En cambio, el médico Gabriel González, que trabajaba en la guardia del policlínico de San Justo, quien lo revisó cuando lo llevó su hermana Vanesa la noche en que lo liberaron, detectó golpes en el rostro y sostuvo que pudo haber golpes que se empezaran a manifestar varias horas más tarde.
Junto a Medina participaron como abogados María Dinard, también del CELS, y Juan Manuel Combi, de la APDH de La Matanza. Gastón Jordanes y Juan Grimberg asisten a Torales, quien está detenido desde enero de 2013.
A la audiencia de hoy concurrirá Vanesa Orieta, que se puso al hombro la causa de su hermano, Luciano, hasta llegar a este juicio.
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