SOCIEDAD › NUEVA INVESTIGACION POR LA MEGABANDA
La conexión policial
La Justicia sospecha que miembros de la Bonaerense alertaron sobre allanamientos por concretar.
Por Alejandra Dandan
Un Pai llamado Carlos, la Mai Noemí y un templo umbanda en Monte Grande. Hacia allí se encaminaban cada tanto los hombres de la megabanda de Sergio “Checho” Restaneo, el muchacho detenido el jueves pasado como supuesto jefe de una organización dedicada, entre otros negocios, a los secuestros extorsivos. El templo era uno de sus refugios, pero además el sitio donde –según los puntillosos detalles de la investigación– hacían “rituales premonitorios” para conocer los resultados de los atracos. El templo fue otro de los sitios allanados en el megaoperativo de tres días que ordenó la Justicia de Lomas de Zamora. Pero ahora, además de la conexión umbanda, la fiscalía investiga otra conexión más clásica: la policial. Así se lo confirmó a Página/12 una de las fuentes directas de la causa. En las escuchas existen indicios de la supuesta cobertura de alguna de las fuerzas de seguridad.
Hasta ahora no habían trascendido datos sobre las fuerzas sobrenaturales o sobrepoliciales que protegieron a los muchachos del “Checho” Restaneo durante los últimos meses. La banda estaba siendo vigilada de cerca desde hacía por lo menos nueve meses. En setiembre ya se acumulaban pruebas suficientes para detenerlos y lanzar el tendal de 700 allanamientos que se hicieron en las últimas horas. Página/12 había anticipado que los dilaciones eran producto de los vaivenes políticos de la provincia. Sin embargo, ahora parece que esas no fueron las únicas causas.
El 14 de octubre, según surge de las escuchas, Olga Gallardo, la madre del “Checho”, se comunicó con Emi, otra de las integrantes de la banda, para discutir sobre los regalos que deberían hacerle a la Mai Noemí.
–Hola mi amor –le dijo Emi en un momento–. ¿Cómo estás?
–Bien –respondió Olga–: ¿sabés qué quiero?
–¿Qué?
–Saber cuándo tenemos que juntar la plata para la Mai.
Ese día juntaban plata para un regalo: un juego de comedor para la Mai Noemí y una espada para el Pai Carlos. El templo umbanda está sobre la calle Chacabuco 1564, en Monte Grande, parte del conurbano bonaerense. De acuerdo con los datos que ahora forman parte del expediente judicial, allí se celebran ritos umbandas de los que participaba el “Checho” Restaneo; su hermano; Olga, su mamá; su esposo Melchor Isassi y Mirta Rosana Sosa, otra supuesta integrante de la banda. Todos ellos, siempre de acuerdo al expediente, hacían una serie de preguntas cada vez que participaban de los rituales como lo haría alguien frente a una bola de cristal. Las preguntas tenían un objetivo: estaban destinadas a encontrar “la premonición”, dice el expediente, sobre sus fechorías.
Además de las bendiciones, los Pai les concedían algunos otros beneficios a los hombres de la banda. En las escuchas se mencionan “solicitudes de encendidos de velas para la protección de los vehículos que usaban”. Incluso para un Fiat Duna del propio Pai, un auto que se habría usado para uno de los secuestros extorsivos. Cuando todo el trabajo terminaba, la Mai y el Pai recibían –según creen los investigadores– una parte de los beneficios que recogía la banda: mercadería, dinero en efectivo o algún regalo como el juego de comedor o la espada.
–¿Eh?... No, pero más o menos ¿cuánto está la espada? –le preguntó Emi a Olga.
–Cuánto están? –respondió Olga.
–Eh... 300 pesos me dicen, pero yo vi acá en la santería un par a 65...70, no muy grandes tampoco.
Fuera de esa pista umbanda y de los regalos, la fiscalía de Ricardo Bruzzone, de Lomas de Zamora, profundiza ahora sus investigaciones sobre la pista policial. “En este momento no tenemos pruebas de que haya existido protección o conexión policial, pero sí existen indicios en las escuchas”, explicó una de las fuentes consultadas por este diario. Uno de los disparadores de las sospechas está alojado en el expediente, en las desgrabaciones de las escuchas: en un momento, los hombres de Restaneo se enteraron a través de un contacto que estaban por allanarlos. “Eso fue una de las cosas que retrasó los operativos que estábamos disponiendo en el juzgado”, especificó la fuente. “Todavía no sabemos de dónde les llegó el dato, pero no salió de la fiscalía”, aclaró.
En uno de los tramos de la causa, donde aparecen sugerencias sobre los sitios en los que operaban o se refugiaba la banda existe un dato sugestivo sobre esa conexión. Se trata de una agencia de autos, el sitio donde Restaneo hizo varias operaciones comerciales. Entre otras, la compra de un Peugeot 306 para su madre. El auto habría sido comprado a un policía.