Bajo una lluvia persistente, las clases en una escuela del barrio porteño de Belgrano debieron ser abruptamente interrumpidas al desmoronarse parte del techo. Los padres de los alumnos del turno mañana informaron que “afortunadamente” no hubo chicos heridos. Los directivos de la escuela postergaron el recreo de las 9 y poco más tarde los alumnos debieron retirarse a sus hogares. El sector donde ocurrió el derrumbe quedó vallado y con un montículo de escombros y pedazos de telgopor. Los alumnos aseguraron a este diario que en las instalaciones “hay arañas y cucarachas” y que “hay paneles desprendidos dentro de las aulas”.

El hecho ocurrió pasadas las 8 en la escuela número 10 Juan Bautista Alberdi, situada en O’Higgins 2441, cuando parte “del techo de un patio cubierto y la mampostería del hall central contiguo se desmoronó”, dijo Soledad Vázquez, madre de una alumna. La mujer aseguró que “afortunadamente no hay ningún chico lastimado”, y remarcó que el hall central es donde los alumnos llevan a cabo los recreos. “Fue en horario de clase y por eso no hubo heridos; sabemos que a los chicos no los dejaron salir al recreo de las 9”, explicó Vázquez, al tiempo que denunció que “estas cosas pasan porque no hay controles por parte del Gobierno de la Ciudad en las escuelas públicas”.

Con 102 años de antigüedad, esta institución posee dos sedes: una ubicada en la calle Tres de Febrero 2463, donde funciona el jardín de infantes, y otra a la vuelta, sobre O’Higgins. Precisamente desde 1982, esta sede brinda clases en sus niveles primario, secundario y profesorado inicial. Aquí fue donde “llovieron” trozos de cielorraso.

“Originalmente fue un corralón de materiales; la escuela se hizo en la dictadura, en la época de Cacciatore”, contó una preceptora que no quiso identificarse, pero agregó que “no es la primera vez” que se derrumba mampostería y que la escuela “a veces se inunda hasta las rodillas porque los desagües están mal hechos”. Asimismo relató que el establecimiento cuenta con el servicio de una empresa tercerizada para hacer el mantenimiento, pero que ésta rara vez se hace presente.

Desde el establecimiento le negaron el acceso al edificio a este diario, pero dos estudiantes contaron que la escuela “es un asco, hay cucarachas y arañas”, que en algunas aulas “nadie quiere sentarse debajo del ventilador de techo porque en cualquier momento se viene abajo”, y que “no hay estufas”. Muy preocupadas, las chicas relataron que “sobre la terraza hay una montaña de escombros que nadie retira”. Y concluyeron: “Tendrá que ocurrir una desgracia para que hagan algo por la escuela”.