SOCIEDAD › OPINION
La dialéctica de la negación
Por Gabriel Ganon *
Con estupor y preocupación hemos leído en los diarios que los prisioneros de las cárceles bonaerenses serían “especialmente vulnerables al suicidio”, de acuerdo con datos aportados por “fuentes especializadas” de la Procuración de la Provincia de Buenos Aires.
El curioso anuncio mediático de los “especialistas” que refieren haber “comprobado” que la tasa de suicidios en las cárceles es superior a la del resto de la población pretende introducirnos en un debate falso. Así afirman impunemente que solamente habrían realizado un “estudio” descriptivo “para producir información que pudiera servir en temas de política preventiva”. Sin embargo, las más atenta lectura del artículo, subtitulado sugestivamente “Muertes voluntarias en las cárceles bonaerenses”, abre interrogantes sobre esas conclusiones.
Tuve por un lado la sensación de encontrarme ante conclusiones metodológicamente inconsistentes, de pensadores funcionarios que permitían la simplificación y generalización excesiva. Por otro lado, la memoria me llevó a recordar sugestivos hechos de “suicidio” ocurridos en la Unidad 29 en la primavera del pasado año. Me pareció indispensable incluir en el análisis los dudosos episodios que fueran contextualizados como “suicidios” por los funcionarios intervinientes.
Así, en uno de estos hechos de “suicidio”, la víctima anunció a los jueces que pretendían regresarlo a la Unidad 29, que lo matarían y simularían un ahorcamiento. Sin embargo, los jueces no dieron crédito a sus palabras y el detenido apareció ahorcado en su celda de la Unidad 29 una semana más tarde. Numerosos fueron los esfuerzos oficiales de presentar el hecho como suicidio, cuando se supo que el primer informe de autopsia lo consideraba improbable, porque el interno presentaba un grave traumatismo de cráneo anterior a la muerte por asfixia. Por eso, oficialmente mucho se dijo y se hizo para que la investigación no siguiera su curso normal. La Fiscalía interviniente, no conforme con el informe pericial, ordenó una nueva autopsia: el nuevo informe consideró probable el suicidio y la investigación finalizó.
Al profundizar los recuerdos, la sorpresa se iba convirtiendo en sospecha de que aquel estudio era mucho más que un estudio de dudoso valor académico. Pretendía continuar negando el horror.
Decidí concentrarme en determinadas afirmaciones de los “especialistas” cuando, por ejemplo, dicen que los jóvenes prisioneros sufren de “psicosis afectiva”. De este modo, el macabro fenómeno se convierte en un problema individual de la particular psicología de los prisioneros. Quizás quieran convencernos tanto de la improbabilidad de la simulación de los suicidios tras los muros como de la inutilidad de cualquier tipo de alteración en la estructura social o en el mismo régimen carcelario.
Sin embargo, más indignación me provocó saber que ni siquiera el análisis era original. Conclusiones parecidas encontré en un informe sobre el suicidio en las prisiones inglesas realizado por el Home Office. Estos informes dicen lo siguiente: “Los reclusos jóvenes son particularmente más vulnerables al suicidio dentro de la población carcelaria como consecuencia del aislamiento de sus familias y de las pocas actividades recreativas dentro de la prisión”. Sin embargo, dichos informes han recibido fundadas y severas críticas de los académicos ingleses. Omitieron decir que muchos de los presos que han intentado suicidarse manifestaron haber sido previamente amenazados, fastidiados y abusados por el personal penitenciario o por otros prisioneros con la complacencia de aquéllos.
Este estudio pretende negar la historia de los numerosos falsos suicidios ocurridos en custodia en la Argentina. Con este objetivo, las “verdades” pueden acomodarse en ciertos cerebros para que así las cabezas de ciertos funcionarios continúen cómodamente en sus lugares. Esta estrategia se basa en palabras vacías sin ningún tipo de fundamento realizadas por parte de funcionarios que no pueden hacer otra cosa que brindarnos la representación oficial del horror. Pueden apelar a estos procedimientos porque se les permite contabilizar en términos de ganancias y de pérdidas las desgracias de los hombres provocadas por sus decisiones o toleradas con sus negligencias.
* Presidente de la Asociación Argentina de Defensores Públicos de Derechos Humanos. Docente e investigador de la Universidad Nacional de Rosario.