SOCIEDAD
Otro ex sargento de la Federal acusado por el caso Clutterbuck
Tras procesar al “Jopo” Ramírez, ayer una jueza pidió la captura de Carlos Benito. En una semana hubo más avances que en 13 años.
El 21 de noviembre del ‘91, el nombre de un ignoto sargento retirado de la Federal pasó a ocupar la primera plana de todos los diarios: Carlos Alberto Benito, detenido tres días antes en Carlos Paz, cuando bajaba de un lujoso BMW de su propiedad para entrar en su lujosa residencia. Aquella fue la primera puntada que desarmó la Banda de los Comisarios, responsable del secuestro de Mauricio Macri. Benito cumplió condena, pero no por el caso Macri sino por el secuestro de Sergio Meller, y salió libre. Ayer, “el Pocho” Benito volvió a ser noticia, cuando la jueza Silvia Ramond ordenó su captura internacional, acusado de haber participado en otro secuestro: del empresario Rodolfo Clutterbuck, ocurrido el 18 de octubre del ‘88. Los investigadores sostienen que Benito participó directamente en el operativo. El lunes pasado, “el Jopo” Miguel Angel Ramírez, también ex sargento de la Federal, fue el primer procesado por el caso Clutterbuck, después de más de 13 años de pistas falsas y callejones sin salida. Al Jopo fue más fácil ubicarlo que al Pocho: cumple perpetua por el secuestro de Macri.
Rodolfo Clutterbuck, ex director de Alpargatas, fue secuestrado entre las 9 y las 10 de la mañana del 18 de octubre del ‘88, cuando se dirigía hacia el club de golf San Andrés, partido de San Martín. Un Falcon blanco, con baliza policial y al menos cuatro personajes dentro, se cruzó en el camino de su Peugeot 505, en la esquina de Ituzaingó y José C. Paz. Lo amenazaron, lo arrastraron hasta el Falcon y desapareció. A partir de ese momento, la familia recibió siete comunicaciones telefónicas de los secuestradores en las que exigieron, primero 500 mil dólares, y luego elevaron a 2 millones. Las comunicaciones continuaron, por escrito, hasta 1989, pero nunca se llegó a pagar ninguna suma. Los mensajes dejaron de llegar, y el caso Clutterbuck comenzó a deambular entre pistas falsas y misterio.
Tres años después del secuestro de Clutterbuck, otro golpe similar mantuvo como víctima durante 13 días a Mauricio Macri, desde la 1.15 del 24 de agosto del ‘91 hasta la noche del 5 de setiembre. La madrugada del lunes 18 de noviembre de ese año, una comisión policial rodeaba al ex sargento de la Federal Carlos Alberto “el Pocho” Benito, en Carlos Paz, y lo detenía después de un golpe de karate con el que intentó zafar del cerco. Al Pocho lo venían siguiendo desde hacía un mes, después de algunos datos soltados por un infidente (se cree que el ex subcomisario Alfredo “Poroto” Vidal, prófugo y detenido a fines del año pasado), y por ostentación de bolsillo: cuando lo detuvieron bajaba de un BMW de su propiedad, para entrar en su lujoso chalet, con pileta de natación y parque tenía además una lancha con motor fuera de borda y dos departamentos en el Barrio Nueva Córdoba.
El Pocho fue la primera punta que llevó a desarmar la Banda de los Comisarios (ver aparte). Curiosamente, el día que le tomaron indagatoria, el juez Nerio Bonifati, a cargo de la investigación del secuestro de Macri, mantuvo una reunión en su despacho con su colega Juan Carlos Cardinali, a cargo de la investigación del secuestro de Clutterbuck. “Un testigo lo reconoció cuando la foto de Benito apareció publicada en los diarios”, señaló Alan Clutterbuck, hijo mayor de Rodolfo, a Página/12. Por entonces, el abogado entrerriano Julio Quinteros declaró a Cardinali que Benito le había propuesto venderle información sobre Clutterbuck. Cardinali se limitó a citar al ex sargento. El Pocho negó todo y salió como había entrado.
A partir de ese momento, nunca más se lo volvió a vincular hasta que la jueza Silvia Ramond tomó el caso como subrogante. En realidad, después de 13 años, y aunque no tenga prescripción, el caso Clutterbuck se había transformado en un caso cerrado. Su expediente, de más de treinta cuerpos, pasó por cuatro jueces (Cardinali, Héctor Yrimia, Nelson Jarazo, y ahora Ramond). Cardinali siguió infinidad de pistas, llegó a sospechar de un ex servicio de la SIDE, Héctor Brandán, y de Héctor Carricart. Pero los dosterminaron siendo vulgares estafadores. Ordenó también excavaciones en tres provincias diferentes, sin resultados.
Hace tres años, la familia Clutterbuck contrató al abogado Joaquín da Rocha, quien comenzó a repasar cada uno de los folios del voluminoso expediente. Los investigadores buscaron rasgos comunes en los modos de actuar de diferentes bandas. “Ya estábamos en la pista de la Banda de los Comisarios –reveló a este diario una fuente judicial–, y encontramos una coincidencia: la máquina Olivetti de la agencia de seguridad San Jorge, de los hermanos José y Camilo Ahmed, en la que se habían escrito las cartas que los secuestradores escribían a la familia Macri, resultó ser la misma en la que se habían redactado los mensajes a los Clutterbuck.” A partir de allí, las coincidencias se ampliaron. Se determinó entonces que la voz del “Jopo” Ramírez coincidía en seis de los siete llamados pidiendo rescate. Fue la prueba que utilizó la jueza Ramond para disponer su procesamiento. Ahora, llegó el turno del Pocho Benito, sospechado de haber sido uno de los cuatro ocupantes del Falcon blanco. “Siento que tenemos la punta del ovillo –dijo Alan Clutterbuck–. Vamos a tener que ser muy persistentes, porque tenemos que encontrar al resto. Pero empezamos a caminar en terreno firme. Este es un gran paso adelante.”