SOCIEDAD › DECLARO EN EL JUICIO EL POLICIA ACUSADO POR EL CRIMEN DE DEMONTY

Acusando a un tal Anthony Gamarra

El principal sospechoso por la muerte de Ezequiel le echó la culpa a un preso de Devoto. Más críticas de policías a la 34ª.

 Por Carlos Rodríguez

Frente a las acusaciones de dos camaradas de la fuerza y ante las pruebas que lo tienen acorralado en el expediente, el subinspector de la Policía Federal Gastón Somohano tuvo que salir a defenderse en el juicio por el homicidio de Ezequiel Demonty, pero sus argumentos parecen arrancados de una novela. Somohano, cabeza visible del grupo de nueve policías imputados por el crimen, negó ayer su responsabilidad. Lo sorprendente es que culpó a otra persona, un civil que no figura en la causa y que tiene nombre de villano de film clase B: Anthony Gamarra. A lo largo de todo el proceso, a partir del testimonio de los tres jóvenes que acompañaban a Demonty, dos de los cuales fueron obligados junto con él a tirarse a las aguas del Riachuelo, nadie mencionó más que a los nueve policías. Ni siquiera los imputados hablaron del tal Gamarra, que según dijo ahora Somohano está detenido en Devoto. En la audiencia de ayer, Dolores Sigampa, la mamá de Demonty, increpó duramente a los policías (ver aparte).
Somohano, hijo del ex jefe de la Bonaerense comisario retirado Osvaldo Somohano, admitió que estuvo en la orilla del Riachuelo, cerca del Puente Uriburu, y que llevó hasta ese lugar a Demonty y a dos de sus amigos, Claudio y Julio, que salieron vivos de las aguas. Sin embargo, negó en forma rotunda haber sido responsable de su muerte. También rechazó que en la madrugada del 14 de septiembre de 2002 fuera el jefe a cargo del operativo, refutando lo que habían dicho, en forma coincidente, el oficial inspector Gabriel Barrionuevo y el sargento Luis Emilio Funes, otros de los nueve acusados por las “torturas seguidas de muerte” sufridas por Demonty. Según Somohano, el máximo responsable del grupo fue Barrionuevo, quien tenía mayor jerarquía que él en la estructura de la Federal.
El subinspector Somohano dijo ante los jueces del Tribunal Oral 8 que la noche del crimen habían recibido, en la comisaría 34ª donde prestaba servicios, un alerta del Comando Radioeléctrico sobre el robo de un taxi en el cruce de las avenidas Cruz y Centenera, en Villa Soldati. A cien metros de allí, en La Constancia y Cruz, encontraron a los cuatro jóvenes, Demonty, Claudio, Julio y una chica, testigo de identidad reservada, que había sido detenida, pero a la que dejaron ir los policías, sin llevarla hasta el Riachuelo, porque ella mintió y les dijo que estaba embarazada.
Los jóvenes fueron detenidos como presuntos sospechosos del robo del taxi, porque otro joven no identificado los señaló: “Fueron aquéllos”. Según Somohano, él los interrogó, pero siguiendo órdenes de Barrionuevo. Para explicar el porqué del traslado de los jóvenes, en tres patrulleros, hasta el Riachuelo, el subinspector aseguró que fueron hasta allí porque tenían la versión de que el taxi había sido arrojado a las aguas, aunque ellos no encontraron rastros del presunto automóvil. En los papeles no existe ninguna constancia del robo, ya que jamás se presentó denuncia escrita alguna ante la seccional 34ª. Según Somohano, al no encontrarse huellas del auto, “los dejamos ir”. Ni siquiera reconoció que los obligó a tirarse al agua, a punta de pistola, como se afirma en la causa.
Lo más sorprendente fue que Somohano aseguró ante los jueces que tenía conocimiento sobre quién era el responsable de lo sucedido. El oficial de la Federal relató que durante su permanencia como detenido en Marcos Paz tomó contacto con el suboficial del Ejército Maximiliano Robledo. “El me dijo que el autor del hecho fue un preso, de nacionalidad peruana, que se llama Anthony Gamarra”. Somohano dijo que ese detenido, que se encontraría en la cárcel de Devoto, “se jactaba” de haber asesinado a Demonty. En lo único que coincidió Somohano con sus camaradas Barrionuevo y Funes fue en las críticas a las autoridades de la seccional 34ª.
Recordó que ingresó a la seccional en diciembre de 2001 y que había notado que “el personal subalterno estaba totalmente anarquizado”. El sargento Funes declaró el jueves 2 de septiembre, en la apertura del juicio, que él estuvo esa noche en servicio, a pesar de que tenía parte médico por estar recibiendo tratamiento psiquiátrico por una severa “crisis de angustia”. El mismo Funes aseguró que “la maldita comisaría 34ª” le “arruinó la vida”. Barrionuevo, en una actitud poco creíble dada su condición de máxima autoridad en el grupo de nueve policías, admitió que le había dejado el mando a Somohano, por ser éste “el jefe de calle”.
Los demás policías, en la instrucción, reconocieron que fueron al Riachuelo y nunca negaron que los tres chicos hayan sido obligados a tirarse al agua. Los sargentos Luis Gutiérrez y José Luis Martínez, el cabo Sandro Granado, y los agentes Jorge Ramón Solís, Maximiliano Pata y Alfredo Fornasari, al igual que Barrionuevo y Funes, reconocieran en forma explícita o implícita que nada hicieron para frenar el procedimiento claramente ilegal de Somohano. “Vamos que este tipo está loco”, fue una de las frases, adjudicadas a Fornasari, que se escucharon esa noche, en boca de los policías, aludiendo al proceder de Somohano, quien sin embargo pudo seguir actuando sin que nadie le pusiera freno.
Una vez fuera del recinto, luego de haber increpado duramente a los nueve imputados, Dolores Sigampa, la mamá de Demonty, le dijo a Página/12 que Somohano “está mintiendo para salvarse y es capaz de echarle la culpa a cualquiera”. La parte querellante rechaza de plano la historia, por demás inverosímil, que ayer desplegó ante los jueces el principal acusado.

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Dolores Sigampa, la mamá de Demonty, rechazó de plano la historia del principal acusado.
 
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