SOCIEDAD › DETENIDO CIEN DIAS, AHORA DENUNCIA JUNTO AL HIJO DE LA VICTIMA
El acusado y el denunciante unidos
Insistió hasta lograr la detención de un hombre, convencido por la policía de que era uno de los asesinos de su padre. Pero eran datos falsos. Ahora se unieron para denunciar la verdad.
Por Horacio Cecchi
A Jorge Elizalde y Luis Rea no los une la casualidad sino el espanto. En marzo de 2003 asesinaron al padre del primero, don Florencio, para robarle 40 mil dólares rescatados por Florencio del corralito. La investigación quedó en manos de la Justicia y de su inefable brazo auxiliar, para el caso la comisaría 3ª del barrio platense de Los Hornos. Durante meses, Jorge Elizalde insistió ante el fiscal para detener a los culpables que, según soplaban desde la 3ª, estaban identificados. Un año después, los cuatro identificados fueron detenidos. Uno de ellos era Rea. Cien días más tarde, Rea y los otros tres acusados salieron libres porque las pruebas aportadas por la policía coexistían con un pronunciado tufillo a prefabricadas. El propio Jorge Elizalde, viendo que la investigación se había desnaturalizado, se unió con Rea para atar cabos sueltos y también sargentos. Ah, de pura casualidad, entre 2003 y 2004, la 3ª perdió un comisario, procesado por enriquecimiento ilícito, y un subcomisario, exonerado por extorsión.
El 15 de marzo de 2003, durante la madrugada, cuatro hombres entraron a la casa de Florencio Elizalde, en 135, entre 65 y 66, La Plata. El y su mujer, Aurora Portillo, se enteraron de la visita cuando los haces de las linternas los encandilaron mientras dormían. Los ladrones habían entrado sin violentar la cerradura. A Florencio le ataron un cable al cuello. Después, empezaron a deshacerle la cabeza a golpes. A Aurora la amenazaron. Los ladrones sabían que en la casa guardaban 38 mil dólares que Florencio había rescatado del corralito. Finalmente, encontraron el botín oculto en una caja y huyeron. Florencio murió asfixiado. En la casa, además de Florencio Elizalde y Aurora, convivían Ana, hija del matrimonio y hermana de Jorge y, durante unos seis meses, Osvaldo Buffa, novio de la nena y de profesión guardiacárcel.
La causa se fue demorando entre los meandros y laberintos de la Justicia. Jorge Elizalde intentó impulsarla y llegó a involucrarse directamente en la investigación. Varias veces concurrió a la comisaría 3ª con el ánimo de conocer pormenores. En esas visitas fue que se enteró de que desde el inicio, la policía amasaba los nombres de los supuestos culpables. Por qué no los detenían. “Porque es una decisión del fiscal”, le contestaban. El fiscal a cargo era Sergio Delucis y el juez Néstor de Aspro. Elizalde supo también que de la casa de sus padres habían levantado unas diez huellas digitales, de las cuales cuatro estaban en condiciones de ser cotejadas. Jorge Elizalde se presentó una y otra vez ante Delucis hasta lograr que solicitara las detenciones, un año después de ocurrido el crimen.
El 29 de marzo pasado, Delucis pidió a De Aspro la detención de cinco personas que desde la 3ª estaban señaladas como autores. Uno de ellos era Luis Daniel Rea. Cien días después quedaba libre por decisión de la Cámara de Apelaciones, luego de determinarse que las detenciones no estaban bien fundamentadas. Según Rea, el fiscal elevó el pedido y 15 minutos después el juez lo firmaba.
Si Delucis elevó el pedido, De Aspro lo convalidó. No fue Elizalde el único que presionó para que se realizaran las detenciones que terminaron siendo erróneas. El día anterior se había desatado el escándalo del caso Axel Blumberg y ya el padre del chico muerto había convocado a una marcha, invocando reclamos justos y también fantasmas.
En qué consistió la endeblez de las detenciones. Jorge Elizalde no tenía modo de saberlo. Tampoco Luis Rea ni su mujer, Alejandra, con quien el 29 de marzo tomaba mate en el jardín del frente de su casa platense, en una tarde de sol que no prenunciaba lo que vendría. “Vi aparecer cuatro camionetas de la policía por la esquina –dijo Rea a Página/12–. Pararon delante de casa. Le dije a mi señora ‘qué raro’. Les pregunté ‘¿a quién buscan?’ y me contestaron que ‘a Rea Luis Daniel’. ‘Soy yo’, contesté y, chau, cuarenta tipos me apuntaron con sus armas. Me esposaron, me metieron adentro. Después me llevaron a la DDI de La Plata y después terminé en la comisaría 4ª. Ahí fueron llegando los otros detenidos acusados de lo mismo. Yo jamás los había visto.”
En qué se basó el fiscal Delucis y qué aceptó el juez De Aspro para decidir las detenciones.
- Las pruebas de la 3ª estaban apoyadas en las declaraciones de dos testigos de identidad reservada. Uno declaró haber escuchado a un taxista que, en estado de ebriedad, decía que había participado en el asalto y que a un tal “Jorge” se le había ido la mano porque había asesinado “al viejo de un culatazo”. Pero Florencio Elizalde murió asfixiado.
- Dijo que el taxista aseguró que robaron “150 palos”. Pero no eran pesos sino dólares. La cantidad no coincide.
- El segundo testigo de identidad reservada sostuvo que unos días antes del asalto había concurrido al taller mecánico de Luis Rea donde presenció cómo delante suyo “entre mate y mate se encontraban conversando de cometer un hecho delictivo” varias personas a las que el testigo describió por nombres o apodos. Resulta sorprendente la capacidad de la banda para solidarizar sus golpes con extraños.
- En la declaración del testigo, el taxista dijo que el día del asalto entraron a la casa de 135 con la llave proporcionada por la sirvienta. Pero en la casa no contrataban sirvienta.
- Según sospechan Rea y Elizalde, el testigo encubierto es nada menos que Jorge Rea, sobrino de Luis y definido por éste como “el único enemigo que tengo desde que salí en defensa de su novia a la que él golpeaba”.
- Un Dodge 1500 utilizado por la banda y descripto por algunos testigos forma parte de las pruebas. Un hombre y una mujer vieron a Aurora Portillo salir a la calle pidiendo ayuda y describieron el auto usado por la banda. El hombre dijo que era un Dodge 1500 naranja con manchas de pintura antióxido. La mujer no mencionó marcas.
- La policía fue la primera en mencionar la existencia de un Dodge azul, y después comenzó a dejar por sentado que los testigos hablaban de un vehículo de ese color. Un Dodge 1500 azul estaba estacionado frente a la puerta de la casa de Luis Rea. “Hicieron inteligencia pero mal –dijo Rea–. Ese auto no es mío, es del vecino de arriba.”
- El auto de Rea no es el Dodge azul que intentó incorporar a la fuerza la policía sino una camioneta Malibú negra. Según la investigación policial, la Malibú la compró con su parte del botín igual que un negocio. Pero Rea demostró que había comprado la Malibú tres años antes y que el comercio no lo había comprado sino que lo alquilaba a un vecino.
Mientras Rea avanzaba en sus recursos ante la Justicia, Jorge Elizalde iba descubriendo que los detenidos no tenían nada que ver con la muerte de su padre. “Vaya pensando que van a quedar libres”, le dijo en un momento Delucis a Elizalde. “¿Cómo que libres, y las huellas digitales?”, preguntó Elizalde. “No, las huellas no son de ellos.” Elizalde empezó a intentar conectarse con los detenidos. Con uno de ellos lo logró: pasó por el taller de Rea, donde un empleado lo puso en contacto con la esposa del detenido. A partir de entonces, el hijo de la víctima y la víctima de la 3ª comenzaron a unir esfuerzos.
A todo esto, en el expediente figuraban otras líneas de investigación que jamás habían sido tenidas en cuenta, ni por los policías de la 3ª ni por el fiscal Delucis aunque figuran en el expediente (ver aparte). Una de ellas se concentra sobre el ex novio guardiacárcel y algunos puntos llamativos por lo oscuros. Según el expediente, el novio de la nena vivió una temporadita en la casa de don Florencio, con quien se llevaba a las patadas. No está claro si sabía o no que Elizalde tenía en su casa los dólares del corralito. El guardia lo niega, algunos sospechan que sí. El faltante de un juego de llaves de dentro de la casa también es un dato quepodría pesar en su contra. Pero el elemento más contundente lo propone el mismo ex novio de la nena: la noche del 14 de marzo de 2003, Buffa se encuentra en la casa de su tía Mabel con su novia Ana. Buffa sostuvo que el 14 de marzo, durante la mañana, había perdido el celular en un micro. Pero tres líneas más abajo declara que el 15 de marzo, durante la madrugada, sonó su celular. “Atendí pero no contestó nadie y al ver en el visor no reconocí el número.”
Por el momento, el caso Elizalde tiene cuatro liberados, ningún detenido, varios sospechosos en la lista, entre ellos una comisaría. Y, como caso atípico, el hijo de la víctima y el detenido víctima unidos para resolver el caso.