SOCIEDAD › DENUNCIAN EL ROBO DE UNA
NENA Y LA ENCUENTRAN EN UNA PIZZERIA
Julieta en el país de las pesadillas
La madre denunció que una mujer la adormeció con una pastilla y luego se llevó la nena. Hay un hombre detenido y una mujer prófuga.
“¡Ese es!”, gritó la dueña de la pizzería de La Boca apenas entró una avanzada policial, mientras señalaba al hombre que estaba con Julieta. Desde hacía 24 horas, la nena de 4 años mantenía en estado de alerta y movilización a su madre, su tío, su abuela, la organización Missing Children, la Red Solidaria, y a un sinnúmero de vecinos que seguían la noticia por los medios. Una mujer se la habría llevado después de adormecer a su madre con un antidepresivo y mientras viajaban a bordo de un subte de la línea D, según la denuncia que tramita en el Juzgado de Instrucción 13. El boca a boca, la repetición de una foto de Julieta por televisión y la denuncia anónima de un comensal de la pizzería de La Boca sirvieron para localizarla con rapidez, ayer, después del mediodía. La policía la encontró en la puerta del bar con un adulto. El hombre fue detenido y la mujer está prófuga. La causa está caratulada como sustracción de menores.
Carina Lagoa empezó a perder a Julieta el miércoles al mediodía, pero no se dio cuenta. Es la madre de la nena, tiene 30 años, una nena de diez meses y un Plan Jefas y Jefes de Hogar. Esa mañana había salido temprano de su departamento de Virrey Cevallos al 1000, en el barrio de San Cristóbal, para cobrar los 150 pesos del subsidio para desempleados.
“Le pedí a ella que me acompañe”, le cuenta ahora a Página/12. “Ella” es una amiga del barrio. La conocían como la Colo, una mujer corpulenta, de La Boca, que había visto varias veces en Lola Mora, la plaza del barrio donde solía ir de paseo con sus hijos. “Ahí siempre nos juntamos con otras amigas que también llevaban a sus hijos, y no sé. Así la conocí.”
Por varias razones, el miércoles, para Carina era un mal día. “Imaginate –sigue–: las navidades, y yo que me estoy separando de mi ex pareja. Lo extrañaba, y se lo dije a ella.”
La Colo la acompañó hasta la puerta del banco, en el barrio de Belgrano. “Yo estaba mal –insiste Carina–, quería pasar la fiesta con mi marido.” De eso habló con la Colorada en el banco y cuando se fueron a comer una pizza.
–¿Querés un antidepresivo? –le dijo su amiga. Carina lo aceptó: “Se me ocurrió que hasta me iba a servir para olvidarme de toda esta situación”. Y se olvidó. “De repente empecé a ver doble”, explica. Carina estaba con la Colo y con su hija Julieta. Enseguida las tres bajaron al subte de la línea D, de regreso al centro. “Y apenas subí me quedé redormida, tanto que un pasajero mendocino que ahora apareció y quiere salir de testigo se dio cuenta, porque le sorprendió.”
Lo que sucedió antes durante y después aún es materia de investigación. Según la denuncia que Carina hizo ante las autoridades de Metrovías y después repitió en la comisaría, cuando se despertó estaba en la estación Catedral, terminal de línea. “Me despertó el guarda.” Intentó entender qué había pasado, dónde estaba y dónde estaba su hija.
–Yo las vi –dice Carina que le contó el guarda–. Estaban sentadas acá. Cuando se levantaron, les pregunté si usted no estaba con ellas, pero la mujer me dijo que no.
Carina ahora espera la declaración testimonial del guarda, como la del pasajero mendocino. Los investigadores caratularon la causa como “sustracción de menores”, pero aún no tienen claro si los hechos sucedieron de ese modo.
“Yo pensé que (la Colo) me estaba haciendo una broma macabra, porque si hubiese corrido tal vez la encontraba. Por eso volví a mi casa corriendo, pensando que me había traído la nena hasta acá.” Cuando se dio cuenta de que no había tal broma, cuenta, hizo la denuncia. “Llorando, desesperada entré a la comisaría y me moví por todos lados para encontrarla.”
Y tanto que a la noche la maquinaria de Missing Children y Red Solidaria se pusieron a trabajar. Lidia Grichener, la vicepresidenta de la organización Missing Children, estaba de guardia. “Le pedí a la defensoría de turno una autorización para poder publicar la foto rápidamente. Porque como siempre decimos –y como se demostró en este caso–, los primeros minutos, las primeras horas son las más importantes.”
Y lo fueron. Durante toda la noche hubo contactos con distintos medios para difundir la imagen y la información. Desde la mañana temprano, el hermano y la madre de Carina repitieron la historia en cuanto micrófono se les cruzó. La tele trasmitía su imagen. Y al mediodía, la foto de Julieta, sus rulos y su cara pálida se colaban en el televisor de la sala de la pizzería de La Boca.
“¡Esa soy yo”!, dicen que dijo Julieta cuando vio su foto en la tele. María Ester Carrizo es una de las propietarias de la pizzería El Nuevo Genovés, en La Boca. Según la mujer, cuando apareció la foto, uno de los clientes se acercó a la mesa de la nena. Julieta estaba con un hombre y una mujer cuyas descripciones responden a la imagen de la Colo. El cliente les preguntó si la nena no era la misma de la tele. Los adultos dijeron que no, pero entonces intervino Julieta:
–Esa soy yo –dijo–. ¡Qué linda que estoy!
El Comando Radioeléctrico recibió una denuncia anónima, presuntamente de aquel comensal. Dos brigadas de la comisaría 26ª y 30ª fueron hasta el lugar. La mujer ya no estaba. Pero Julieta se encontraba en la puerta, con el hombre, que fue detenido después de que los propietarios del lugar dieran la voz de advertencia: “¡Ese es!”, gritaron.
“Yo pensé que no iba a ver otro dolor más grande que la muerte de mi papá, pero después de esto cambio”, le decía anoche Carina a Página/12 después de darse un baño con su nena. “Creía que no iba a volver a ver más a mi hija”, agregó. Mientras, la Justicia decidió devolverle a su hija, pero no la guarda. Julieta quedará bajo la tutela de su tío, que ayer festejaba por anticipado la Navidad.