SOCIEDAD › LOCALES SIN HABILITACION, ALIMENTOS EN MAL ESTADO Y HASTA CUCARACHAS
Festival de clausuras en la Recoleta
En gran parte de los locales porteños está latente el peligro de República Cromañón. Así lo evidencia el aluvión de controles encarados por el gobierno porteño desde hace cuatro días. Ayer, en el coqueto complejo Village de Recoleta los inspectores decomisaron 400 kilos de alimentos en mal estado, como los que habían servido en el patio de comidas. Y no es lo peor. Uno de estos locales fue clausurado por “la presencia de insectos vivos y muertos”, léase cucarachas, pululando entre mozos y cocineros. Por contener materiales fácilmente incendiables, se cruzó la faja roja en la puerta otro local de comidas, una heladería y una parrilla del complejo ubicado en Vicente López y Junín. Además, un sitio de videojuegos ni siquiera tenía habilitación. Sólo era aceptable el estado de los cines.
A las 16, desembarcaron frente al cementerio de la Recoleta 60 inspectores de cuatro direcciones: Calidad Ambiental, Seguridad e Higiene, Fiscalización, y Control y Catastro, a los que se sumaron Bomberos de la Policía Federal. Allí repartieron 40 actas de infracción. En el patio de comidas del Village, conformado por once locales, sólo se salvó McDonald’s, que anteayer había padecido la clausura del pelotero que tiene en el shopping Plaza Liniers. Los 400 kilos de comida que los inspectores recaudaron para tirar no eran aptas para el consumo porque se comprobó que en ellos “se había roto la cadena de frío” y tenían lo que se llama “contaminación cruzada”, que es lo que pasa cuando en una misma heladera coexisten alimentos ya cocidos con los crudos. Y el origen de muchos de ellos era “desconocido”, porque carecían del empaquetado correspondiente. Así lo señaló a Página/12 Rolando Menéndez, jefe del Departamento de Epidemiología y Alimentos del gobierno de la ciudad.
Otra clausura fue para Pepe Pomo, una parrilla emplazada en el exterior del complejo, donde los actores del operativo embolsaron más comida en mal estado. Además, este local contaba con deficiencias en la ventilación, no tenía tratamiento ignífugo en sus instalaciones y carecía de agua caliente para quitar correctamente los restos de comida de platos y elementos de cocina utilizados. Esta falencia se repetía en varios puestos del patio de comidas. En uno de ellos, Gazebo, la escalada de irregularidades contó con el aval de cucarachas, vivas y muertas, que no se escondieron de los inspectores. “No esperábamos encontrarnos con tantas falencias en un lugar como la Recoleta”, confió a este diario Menéndez.
Le dicen “la prueba del encendedor”, y no la pasó el local de “comida y deporte” Locos por el Fútbol, situado en las afueras del complejo. Una pequeña llama pasada por un trozo de los paneles acústicos con los que se defendían del ruido que meten los cines constató que no era ignífugo. Lo mismo con los sillones y los almohadones.
A estas puertas se acercaban los turistas, atraídos por la promesa de deporte autóctono, para recibir en la cara un nervioso “no se puede entrar, está cerrado”, esbozado con amabilidad por una de las chicas de atención a los clientes. Un viajero brasileño, ante el despliegue de medios, preguntaba si adentro estaba Diego Maradona firmando autógrafos.
Un hombre, tras la negativa en la entrada, se fue mascullando “tenían que morir 200 pibes para que hicieran esto”. Una pareja de visitantes colombianos, mapa de la ciudad en mano, opinó que a los controles “tendrían que haberlos hecho desde un comienzo. Ahora es tarde”.
Entre los curiosos estaban Steve y Diana, un matrimonio estadounidense que busca un lugar para vivir en el país. Steve, que según su esposa tiene un notable parecido con Néstor Kirchner, contó que “no bien me enteré de lo ocurrido en República Cromañón se me vino a la cabeza Rhode Island”, donde 100 jóvenes murieron en un boliche en iguales circunstancias que los 189 chicos de Once. Mientras, en Locos por el Fútbol los empleados guardaban sillas y mesas que al no tener permiso “usurpaban el espacio público”. El local de videojuegos Sacoa, dentro del Village, fue clausurado porque sus dueños confesaron que no contaban con habilitación. Los cines estaban en regla. Pero las pochoclerías fueron sacadas de circulación por “deficiencias en el número” de habilitación. Ayer, las inspecciones llegaron hasta la Casa Rosada, donde se verificó el funcionamiento de matafuegos y salidas antiincendio. Pero fuentes de la Secretaría General de la Presidencia aseguraron que se trataba de “controles de rutina”.
Informe: Sebastián Ochoa.