SOCIEDAD › EL 21 POR CIENTO DE LOS SIN TECHO PERTENECE A LA CLASE MEDIA EMPOBRECIDA

Retrato de los que quedaron afuera

Según el relevamiento realizado por el gobierno porteño, el “homeless” promedio en la ciudad tiene estudios primarios completos, es soltero, llegó del interior y está en la calle tras perder el trabajo. Las historias.

 Por Eduardo Videla

A los 36 años, Carlos ya recorrió, de punta a punta, el tobogán de la clase media: de prestamista y cómodo habitante de una casa en San Isidro, pasó a ser morador de la intemperie, bajo la autopista 25 de Mayo, en el barrio de Constitución. Su historia es una de las 756 que recogió el programa Buenos Aires Presente, del gobierno porteño, en su primer relevamiento exhaustivo de los homeless en la ciudad. La vida de Carlos muestra que nadie está exento de pasar a las filas de los sin techo: el 21 por ciento de la gente que está en la calle son clase media empobrecida. Según el relevamiento, el homeless porteño promedio tiene estudios primarios completos, es soltero, llegó del interior del país, está en la calle porque perdió el trabajo y vive de changas como cuidar autos o repartir volantes. Casi la mitad son habitantes crónicos de la vía pública y no tendieron lazos con las redes de asistencia.
El programa Buenos Aires Presente (BAP), dependiente de la Secretaría de Promoción Social porteña, se ocupa de asistir a la gente sin techo: algunos van a dormir a hogares u hoteles; sin embargo, muchos prefieren permanecer en la calle. El programa funciona desde 1997 y en el último censo, en 2000, fueron detectadas en esa situación 1103 personas. El relevamiento realizado en diciembre último fue más que un conteo: se elaboró un perfil cualitativo de las personas que –pese a los planes oficiales– permanecen durmiendo en la calle.
El registro –una verdadera historia clínica de los sin techo porteños– arrojó resultados inquietantes. El 6 por ciento de los encuestados (45 personas) tiene estudios universitarios, la mitad de los cuales llegó a completarlos. Otro 27 por ciento fue a la escuela secundaria, y el 31 por ciento tiene estudios primarios completos. Sólo el 18 por ciento no tiene instrucción o no pudo terminar el nivel básico.
¿Por qué razón llegaron a la calle? El 33 por ciento, porque perdió el trabajo; el 17, porque se quedó sin casa y el 13,7, porque se peleó con su familia. El 8,8 por ciento fue desalojado de un hotel por falta de pago y para un 5,5, la calle es una opción de libertad.
La mayoría llegó desde el interior del país (42,8 por ciento). El 28,5 por ciento proviene de la provincia de Buenos Aires y menos del 3 por ciento son nacidos en la ciudad. Uno de cada diez son extranjeros. En cuanto a su estado civil, la mitad son solteros; un 13 por ciento están casados o viven en pareja y otro tanto son separados o divorciados.
El ejército de homeless tiene soldados de todos los orígenes: su último trabajo pudo haber sido –según el relevamiento– taxista, canillita, limpiavidrios, albañil, mozo, mecánico o pintor. Ahora, la gran mayoría carece de trabajo fijo, pero muchos tienen alguna actividad en la calle para obtener recursos: el 40 por ciento hace changas (cuidado de autos o reparto de volantes), el 16 por ciento pide dinero y el 11 junta material reciclable. Los ingresos son magros, pero ayudan: el 21 por ciento reúne entre 1 y 5 pesos por día; y el 17, entre 5 y 30 pesos. El resto no contestó a la pregunta.
¿En qué gastan la plata que obtienen? El 28 por ciento privilegia los alimentos, el 16, los cigarrillos, y un 15, las bebidas alcohólicas. El 8 por ciento lo entrega a su familia y otro 15 lo comparte con otros.
El alcohol es todo un tema para la gente que vive en la calle. El 33,7 por ciento dijo que bebe “frecuentemente”, y el 27 por ciento lo hace solo “a veces”. Un 9 por ciento es adicto a la cocaína.
El relevamiento también incluyó un examen de las afecciones psicofísicas. Se detectaron así personas con severos procesos de intoxicación alcohólica o por drogas, patologías infectocontagiosas abiertas, neumopatías y afecciones dermatológicas múltiples y crónicas. También cuadros de descompensación mental, especialmente en mujeres.
El 30 por ciento declaró padecer alguna enfermedad, pero de ellos sólo recibió atención médica la mitad. Entre las enfermedades declaradas puedencitarse desde HIV y asma hasta tuberculosis y problemas cardíacos, pasando por fracturas y problemas de piel y circulación.
Los datos fueron tomados por 12 equipos integrados por psicólogos y trabajadores sociales. En las situaciones más difíciles fue necesario hacer hasta 2 o 3 entrevistas. Del cruce de datos, los profesionales del BAP llegaron a la conclusión de que el 44 por ciento son habitantes crónicos de la calle: hace más de un año que habitan en la vía pública y carecen de lazos con redes de asistencia. El 21 por ciento fueron catalogados como recientes o leves: gente de clase media empobrecida. Un 17 por ciento, en tanto, alterna en un ida y vuelta entre la calle y los hogares oficiales y de ONG.

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El 6 por ciento de los sin techo tiene estudios universitarios y la mitad de ellos los completó.
 
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